Sociedad
En camino a otro mundo
Millones de personas no tienen acceso a lo básico. Por lo tanto, volvemos al tiempo de nuestros antepasados, donde todo era comunitario. Había intercambio de talento, artículos y mucha abnegación por los demás.
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Millones de personas no tienen acceso a lo básico. Por lo tanto, volvemos al tiempo de nuestros antepasados, donde todo era comunitario. Había intercambio de talento, artículos y mucha abnegación por los demás.
¿Cuántas familias sufren en soledad y conformidad sus tristezas, hambre y enfermedad, sin que haya una mano amiga, sin recibir ni una sonrisa, sin tener ni siquiera aliento para seguir adelante. Foto: EFE.
Pasado un año desde que nuestro entorno ha experimentado cambios muy drásticos, podemos preguntarnos ¿cuál es nuestra meta en la vida?
Nos encaminamos hacia un mundo muy distinto al que estamos acostumbrados. Variantes en el ámbito personal, laboral y profesional son de enorme complejidad. Dábamos por hecho todo lo que teníamos desde que nacimos, fuera mucho o poco. Pero ahora, nos encontramos ante una realidad muy grande, que es un cambio radical en nuestro mundo, que vino para quedarse.
Millones de personas no tienen acceso a lo básico. Por lo tanto, volvemos al tiempo de nuestros antepasados, donde todo era comunitario. Había intercambio de talento, artículos y mucha abnegación por los demás.
Pero, ¿estamos preparados para esa solidaridad? ¿Tenemos una conciencia tan pura para aceptar a nuestro prójimo como hermano, o simplemente, nos centramos en nuestro propio yo, y dejamos que los demás se las arreglen como puedan?
Los acontecimientos mundiales, los políticos que aún no se deciden a crear leyes en beneficio del pueblo y medio ambiente, los altísimos salarios para algunos, y de hambre para la mayoría, ¿adónde nos lleva?
Solamente nos ahonda más en una crisis de sobremanera ya recargada por tristeza y dolor. Queremos sobrevivir sin ver las penas que nuestro vecino sufre, de cualquier índole.
Me pregunto, ¿cuántas personas llevan aliento a personas mayores, muchas veces solas y abandonadas? ¿Cuántas familias sufren en soledad y conformidad sus tristezas, hambre y enfermedad, sin que haya una mano amiga, sin recibir ni una sonrisa, sin tener ni siquiera aliento para seguir adelante físicamente, solo con la Fe puesta en Dios y su infinita Misericordia?
¿Qué damos en cambio a todo lo que Dios nos regala diariamente? Lo compartimos, o dejamos perder una oportunidad de oro para ganar bendiciones.
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La enseñanza de esta pandemia es enorme y muy compleja, y nos debe motivar a cambiar nuestro modo y metas en la vida.
Reflexionemos hacia qué ruta vamos, y hacia dónde nos queremos encaminar para alcanzar nuestra plena felicidad.
Entonces, ¿qué necesitamos? Sencillamente dar lo mejor de nosotros en bien de la humanidad. Tener a Dios como centro de nuestras vidas, pues sin Él, nada somos.
Sobrevivir en este nuevo mundo depende de nosotros, no del gobierno ni de la empresa privada. Depende de nuestra actitud, de nuestra fe, de nuestra esperanza. Solamente así completaremos nuestra meta y seremos felices, pues la felicidad es dar, no recibir.
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Jubilada.
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