Coronavirus: ¿Tiempos del apocalipsis?
La realidad nos grita en nuestros propios rostros. Desde que se hizo el anuncio de la muerte de un docente consagrado por causa de este virus, la alarma social se disparó.
La realidad nos grita en nuestros propios rostros. Desde que se hizo el anuncio de la muerte de un docente consagrado por causa de este virus, la alarma social se disparó.
En tiempos de crisis, más que en cualquier otro, debe imponerse la prudencia, el sentido común y la sabiduría. No se pueden adoptar decisiones o tomar medidas que, lejos de ayudarnos a resolver el problema, lo profundicen. Tampoco podemos mantener posiciones obtusas o indeclinables, pretextando que todo debe hacerse de tal o cual manera "como se ha venido haciendo". Las condiciones y circunstancias en tiempos de anormalidad obligan, sin duda alguna, igualmente, a adoptar soluciones que se nos presentan como 'radicales' o 'extremas'.
No se puede, sobre ningún pretexto, mantener, en consecuencia, posturas intransigentes o queriendo, cada cual, atribuirse el mérito de poner o presentar soluciones que rayan con panaceas o inconcebibles. El orgullo, la altivez y la arrogancia deben dar cauce o paso, a la sencillez, a la humildad, a la sobriedad.
VEA TAMBIÉN ¿Es necesario reorganizar los circuitos electorales?
El coronavirus ha traído, no tan solo una enfermad, sino también la muerte. Ya mucho se ha dicho sobre la inmadurez demostrada, no tan solo por gobiernos, sino también por sectores de la población, que incrédulos pensaron que el coronavirus no llegaría a sus países y hasta la sorna y pesadas bromas se apoderaron de las redes sociales. Hoy, cuando nunca se pensó que la OMS llegaría a declarar un nivel de pandemia respecto al coronavirus; cuando al principio ellos mismos advirtieron que la propagación de este virus no alcanzaba el grado de "pandemia mundial", han tenido que confesar: "Estamos en una crisis mundial de la salud".
Esto está bien, pero lo que quiero indicar es que como "que nos dormimos un poco o tal vez fuimos un tanto indiferentes, se trataba de China, y en ese país coloso asiático, tan solo era una provincia, y América, Panamá sobre todo, estábamos muy lejos o distantes de esa nación". Consideramos que nada nos pasaría.
La realidad nos grita en nuestros propios rostros. Desde que se hizo el anuncio de la muerte de un docente consagrado por causa de este virus, la alarma social se disparó, el pueblo ha entrado en una especie de pánico. El coronavirus es una pandemia, pero más terrible que el coronavirus es la pandemia del miedo, del pánico, de la zozobra, del terror. Esos factores, he prendido en mis lecturas de psiquiatría forense y en mis prácticas en los tribunales, solo conducen, a veces, a cometer o a perpetrar delitos.
El que actúa por miedo, terror o pánico tiene especiales tratos o atenciones en el campo del Derecho Penal. Existe, en nuestro ámbito, la figura del miedo insuperable como indicador de que se ha actuado en condiciones o circunstancias que le impidieron a la agente adoptar decisiones propias del sano juicio o raciocinio. Simplemente, no se piensa, lo que guía a la voluntad es el miedo, gigante y coloso, que neutraliza toda posibilidad de reaccionar en condiciones de las reglas lógicas.
En consecuencia, enhorabuena, el llamado de atención gubernamental a mantener la calma, a seguir y ejecutar cada uno de los pasos propios del protocolo de los cuidados de la salud frente a este virus y otros.
VEA TAMBIÉN Derechos humanos en la nueva constitución
No podemos ser negligentes ante esas exigencias que no tienen otro fin que preservarnos la salud y cuidar la de los demás. No hay pues que incomodarse si se suprime el saludo del estrechón de manos; el beso en la mejilla queda proscrito. Sugiero que, incluso, todo contacto físico debe ausentarse en la convivencia social. No es menosprecio, se trata, simple y sencillamente, del cuidado y atención personal lo mismo que la de los demás.
En el escenario de las personas e instituciones involucradas en mi profesión, la abogacía, bueno es que los rectores de la justicia empiecen a adoptar medidas más precisas: puede considerar, por ejemplo, la suspensión de todo tipo de audiencia durante un término prudencial de un mes y medio; considerar ante el ingreso del coronavirus a las cárceles (Por qué esperar que ingrese?), la libertad inmediata de todos los privados de libertad, a efectos de evitar o prevenir contagios masivos. Claro está, se excluirían aquellos casos de presos que impliquen un riesgo social a para la comunidad. Ya algunos países han dado muestras de la adopción de esta medidas.
Nada debe contenernos, en lo absoluto, en aras de tomar medidas claras, concretas, precisas, en pro de un único fin o propósito: Preservar la salud de la población, libres o no. todos somos seres humanos y la salud, bien primigenio y sin la cual no hay vida, merece ser considerado como el primer punto a tomar en cuenta.
Dios bendiga a la Patria!. Yo le creo a Dios!. Hoy, más que nunca, oremos al Señor Dios bueno por su bendición. Un auténtico cristiano no le teme a nada. Un auténtico cristiano sigue las reglas también!
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.