Manatí, una especie carismática y desconocida por los panameños
El Smithsonian busca explorar otros puntos del país donde tienen conocimiento de que se han visto ejemplares. Necesitan recursos económicos para ello.
- Milagros Murillo F.
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- - Actualizado: 08/5/2019 - 11:19 am
Su cuerpo robusto y alargado se mueve lentamente en busca de comida, no es fácil verlos, pero ahí están, en la oscuridad de las aguas del ríos, de donde solo salen para tomar un poco de aire o degustar alguna planta de la superficie. Esos son los manatíes, mamíferos acuáticos del orden sirenio, que a pesar de su gran tamaño -miden entre 2.5 y 3 metros- suelen ser muy tímidos y formar grupos de no más de cuatro.
Del lado del Atlántico hay tres subespecies, pero en general está la especie Trichechus Manatus. Héctor M. Guzmán, ecólogo marino del Instituto Smithsonian, explica que el que llega a las costas desde México a Centroamérica y parte de Suramérica hasta Venezuela es una subespecie que se llama el manatí antillano o de las Antillas, o, en nombre científico, Trichechus Manatus Manatus. Es una especie que no puede ser considerada netamente migratoria, pero sí tiene movimientos muy largos. Se mueve por México, Honduras, Ecuador, Belice, Costa Rica y Panamá; siempre del lado del Caribe. Hasta en la desembocadura del río Amazonas hay.
A Panamá llega precisamente ese, el Manatí Antillano, una especie que navega en la costa y va comiendo pasto marino y también entra a los ríos, pues tienen la necesidad de tomar agua dulce. En estos sitios encuentran muchas veces los lugares más cómodos para reproducirse, además de abundante alimento disponible como plantas acuáticas, quedándose allí por muchos meses y teniendo incluso a sus crías en estas zonas.
En el istmo, de donde más información se tiene sobre la existencia de especies de manatíes es en la provincia de Bocas del Toro y parte de la comarca Ngäbe Buglé, hasta la península de Valiente, que es donde está la población más grande de ellos, según los estudios.
Sin embargo, se han observado algunos (uno o dos animales) en las costas de Colón y Guna Yala. Mientras que si se entra a los ríos San San, Changuinola y Sixaola, límite con Costa Rica y se sigue hacia el Este, en el río Caña e incluso el río Manatí en la laguna de Chiriquí (del lado de Bocas del Toro), sí se puede observar más vacas marinas, como también se les llama.
Marino Ábrego, jefe del Departamento de Manejo de Recursos Costeros y Marinos de la Dirección de Costas y Mares del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente), menciona que los manatíes en la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza están catalogados como vulnerables; sin embargo para la Convención sobre el Tráfico y Comercio de Especies de Flora y Fauna Amenazadas, de la cual Panamá es signataria, la especie está clasificada como "de total protección", o sea que está prohibido su consumo y explotación.
La mayor parte de su vida están en el agua, se alimentan de hojas de plátano, hierba y plantas acuáticas, así como peces pequeños y algunos invertebrados.
Buscan saber la población de manatíes
Desde el 2012 en los ríos San San y Changuinola el Instituto Smithsonian está haciendo estudios sobre los manatíes; ambos ríos forman parte del área protegida llamada San San-Pond Sak, humedal protegido por MiAmbiente.
Dichos estudios son realizados con técnicas de sonares para encontrarlos, pero uno de los retos más importantes es que las mayorías de estos ríos o estuarios son de aguas muy oscuras, lo que dificulta poder contarlos o distinguirlos por alguna marca que tengan, contrario a La Florida, Estados Unidos, específicamente en Crystal River, donde se ven perfectamente bien. En Panamá contarlos así es imposible.
En el primer estudio que se realizó en el río San San se utilizó un sonar de barrido para poder encontrar a los manatíes. Estuvieron buscándolos durante un año, cientos de veces, recorriendo mil y tantos kilómetros de río (el río es de 5 kilómetros). Al final, después de 14 meses lograron contar entre 20 y 30 animales. Era la primera vez que se tenía información veraz de Panamá, según explicó Guzmán. Aunque dichos estudios se realizaron entre los años 2013 y 2014, en 2017 se dieron a conocer.
Después de eso cambiaron la metodología, colocando hidrófonos (micrófonos) debajo del agua en los ríos San San y Changuinola, dejados permanentemente por más de tres años y yendo cada tres meses para sacar las memorias y todas las grabaciones de sonido; tienen cuatro en el río San San y Changuinola.
Con esto se ha logrado sacar las vocalizaciones de los animales, lo interesante es que esto permite identificar los distintos tonos de vocalizaciones de cada manatí. "Trabajamos intensamente por tres años junto a otros investigadores de la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP), principalmente el doctor Fernando Merchán, quien ha liderado el grupo universitario”. Este equipo está compuesto por ingenieros electrónicos, de comunicaciones, de análisis de imágenes digitales.
Además, el Instituto Smithsonian y la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología (Senacyt) tiene becados a cuatro estudiantes, quienes realizan una pasantía y utilizan parte de la data de las vocalizaciones de los manatíes para sus tesis de Licenciatura en Ingeniería de la UTP.
El experto señala que para octubre del año pasado (2018) se tuvo una primera estimación, luego de casi tres años de datos, y que están en contabilizaciones para darlas a conocer formalmente, pero adelantó que se contabilizó más que en el primer estudio. Y es que es un trabajo difícil contabilizar la data para comprobar que los resultados que tienen son veraces; sin embargo, esperan tenerlo listo para darlo a conocer al público.
Los hidrófonos son monitoreados automáticamente, por lo que tienen un análisis de cientos de miles de audioclips de dos minutos cada uno, enfatiza en que dichos análisis son con el apoyo de la UTP.
Otros sitios a explorar, pero sin recursos
Los estudiosos buscan llegar a otros sitios donde se ha avistado población de manatíes en el país. Es por ello que buscaron el apoyo en MiAmbiente en donde, según Héctor M. Guzmán, el propio ministro al conocer la propuesta se mostró interesado. Esta consta del establecimiento de una red de monitoreo a nivel nacional, es decir poner hidrófonos en varios ríos del país para empezar a monitorearlos y saber cuántos hay en verdad.
En un principio dicha propuesta, según explicaron los investigadores a este medio, fue aprobada por el ministro Emilio Sempris, quien buscaría los recursos para llevarla a cabo; sin embargo, esto no se concretó. Aun así dicha propuesta sigue en pie, pero no todos los recursos los puede dar el Instituto Smithsonian o la UTP, pues requieren desde combustible hasta botes y equipos que necesitan mantenimiento, sin contar con el personal. De hecho, cada hidrófono cuesta más de $6 mil.
El manatí, internacionalmente está clasificada como una especie "amenazada" más no en peligro de extinción, y es que "se supone que la población podría estar recuperándose, pero no existe la información como tal". Y es precisamente eso lo que desean corroborar con la investigación dijo Guzmán.
¿Cómo llegaron al istmo?
Algunos de estos animales, específicamente nueve, fueron traídos a Panamá entre los años 1950 y 1960, concretamente al lago Gatún, que abastece al Canal de Panamá, pues se pensaba que siendo un herbívoro que requiere comer plantas acuáticas, se comería los lirios flotantes del lago. En forma jocosa Guzmán afirma que "ellos introdujeron nueve animales pensando que estos serían como máquinas devoradoras y al final obviamente no resultó, fue un fracaso completo, porque tenían que haber metido 100 mil manatíes para que tuvieran que hacer ese trabajo" Muchos murieron por mutilados por las propelas de los buques.
En esa área la población aumentó y se mantiene. De hecho, según lo que se conoce, debe constar de hasta cuatro generaciones de la misma consanguinidad. Este censo formaría parte de la propuesta que no ha sido desarrollada, pues se determinaría de cuántos constan.
"El Estado es el que debería aportar esos fondos porque el monitoreo de las especies silvestres en Panamá debería estar en manos del Gobierno y no de otras instituciones", volvió a enfatizar el ecólogo. La esperanza de estos científicos sería también el aporte de la empresa privada, en el caso de esta última investigación fue financiada por la empresa AES.
"En este instante estamos en el aire y buscando fondos, no estamos pidiendo mucho. Necesitamos comprar unos equipos más (...)". Explican que necesitan una embarcación más especializada porque la actual cuesta navegar en ríos con vegetación, ya que las plantas se enredan en los motores. Requieren los llamados botes de aire diseñados para desplazarse en los pantanos.
Pudiera haber apoyo económico
El Ministerio de Ambiente no maneja cifras de cuántas de estas especies podría haber en el país, aunque tienen el interés y está en los planes, actualmente no está vigente ningún proyecto en concreto para su protección o conteo. "Sí hay un interés... necesitamos documentar, además que la población ha estado disminuyendo por diversas razones", admite Ábrego quien hace referencia a la investigación liderada por el investigador Héctor M. Guzmán del Smithsonian, resaltando su importancia, pues lo que él logre recolectar va en función de poder presentar recomendaciones de políticas para asegurar la especie y lograr un número de individuos que existen.
Próximamente el Smithsonian publicará el material con los resultados tras los últimos años de estudio y exploración.
Este medio preguntó a MiAmbiente sobre el apoyo económico que según Guzmán se solicitó tiempo atrás y que ayudaría a la compra de equipos para el conteo de los manatíes, a lo que Ábrego respondió que aunque el tema monetario no es manejado directamente por la sección que él dirige, existe un Fondo de Fideicomiso de Vida Silvestre, Biodiversidad y Agua, con el que se apoya económicamente a grupos comunitarios organizados, las ONGs e instituciones como el Smithsonian que realizan proyectos de investigación que vayan a aportar información para que se puedan manejar los recursos.
Amenazas a la especie
En algún momento la cacería fue uno de los grandes problemas que enfrentó la especie, sobre todo para la subsistencia, especialmente de indígenas y afroantillanos, pero con el grado de protección que se tiene hay que hacer docencia para que la población vaya cambiando este tipo de acciones.
Es por esto que Ábrego detalla que mediante la Dirección de Fomento a la Cultura Ambiental de MiAmbiente se trabaja para llevar a la población el mensaje de que hay que proteger y cuidar a los animales, ya que muchas veces por desconocimiento no se actúa de manera responsable. Y esto es precisamente lo que muchas veces sucede con el manatí, una especie carismática y desconocida por el panameño.
La deforestación es una gran amenaza también para el manatí, así como el uso de agroquímicos en las áreas cercanas a donde habitan. Ábrego también recalcó que la erosión en la ribera de los ríos y manglares aumenta la sedimentación y va disminuyendo la calidad del agua.
"Es importante que se hagan buenas prácticas a proyectar esta especie turísticamente, eso también va a beneficiar a las comunidades", sostiene el especialista.
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