Panamá
Nunca te arrodilles ante nadie
Vienes de Dios y a Dios debes ir. Mientras más tomes conciencia de la grandeza infinita de Dios, de su poder absoluto, de su sabiduría sin límites, de su misericordia que es eterna, de que no tiene principio ni fin, más crecerá en ti el deseo de adorarlo y darle culto.
- Monseñor Rómulo Emiliani
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- - Actualizado: 31/10/2022 - 12:00 am
Nunca te arrodilles ante nadie. Porque solo tienes un Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo a quien debes rendir culto, honor y gloria. Debes tomar conciencia de que naciste para adorar a Dios, el que te creó, salvó y te consuela en todas tus luchas y sufrimientos. El que te ilumina y fortalece.
Vienes de Dios y a Dios debes ir. Mientras más tomes conciencia de la grandeza infinita de Dios, de su poder absoluto, de su sabiduría sin límites, de su misericordia que es eterna, de que no tiene principio ni fin, más crecerá en ti el deseo de adorarlo y darle culto.
A más fe en su infinito poder, en que él lo abarca todo, lo envuelve todo, lo trasciende y lo fundamenta todo, más querrás adorarlo. Cuando tu alma ansía el encuentro con un Dios personal, que es uno y trino, es porque ha sido tocada por el Santo Espíritu, que solo será llenada por su santa presencia. Cuando has tenido experiencia del encuentro con lo divino, y has sido abrazada por el Padre, y vives su infinita misericordia, más querrás vivir su presencia. Cuando te sientes redimido, salvado por Cristo, más deseas vivir la ternura de su amantísimo corazón. Cuando te sientes iluminado, fortalecido y consolado por el Espíritu, más quieres vivir bajo su amparo.
Entonces, a más vivencia de la presencia del Señor, menos querrás arrodillarte ante ningún poder de este mundo, ante ninguna persona que por sus supuestas cualidades y por lo que tiene, intenta que le rindas culto.
Porque hay seres humanos que se creen dios, y que exigen pleitesía, y lo hacen a través de diversas seducciones y someten a la gente de diversas maneras. Dictadores, cantantes, políticos, deportistas, amantes, modelos, personas millonarias, que viven engañados creyéndose dios, someten a las personas y les exigen se arrodillen ante ellos.
Pues como cristianos jamás, nunca. No somos idólatras de nadie ni de nada. Ante la menor señal de dioses falsos que exigen adoración, nos ponemos en guardia, pedimos al Señor la iluminación y fortaleza, y nos defendemos con las armas de la fe, la esperanza, la oración, la lectura de la Palabra, los sacramentos, la comunidad cristiana. Nos mantenemos de pie ante el mundo, el demonio y la carne, y nos enfrentamos a las seducciones de las tinieblas con valentía y coraje. Y recordamos el ejemplo, el testimonio de los mártires cristianos que marchaban hacia el circo romano, inmolando sus vidas destrozadas por las fieras, o quemados vivos por no adorar a persona alguna o dioses inventados por los hombres. Y sabemos que esos mártires están con Dios gozando eternamente de su gloria, viviendo eternamente felices.
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