Panamá
Las barreras del desarrollo nacional
La fluidez del tránsito de la Interamericana debe ser el norte de todo gobierno que se precie de tener en mente el desarrollo nacional.
- Arnulfo Arias Olivares
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- - Actualizado: 04/1/2024 - 12:00 am
El Tapón del Darién no es la única barrera en el país que seriamente impide el desarrollo integral; también está el Tapón de La Pesa de La Chorrera. Tan intenso, que impide el libre tránsito, salvo algunas madrugadas. Un muro de subdesarrollo, o una afrenta a la población en general. Tal vez sea un pilar de ambas cosas.
En un país en que las frías estadísticas macroeconómicas marcan un progreso material que se queda con buques de amarre de los grandes puertos, o con el transporte de contenedores que encierran una riqueza que solo está de paso aquí. Desbalance es lo que existe; y ese embotellamiento diario en La Pesa de la Chorrera es el vivo testimonio de la falta de iniciativa de los gobiernos estacionales, que parecen integrados por personas que tienen complejos de europeos o estadounidenses, en vez de asimilarse a realidades nacionales.
No puede ser que, a estas alturas de la historia republicana, todavía exista solo una vía que nos conecte desde el interior con nuestra capital, y que esa vía se encuentre obstruida casi permanentemente, con una merma para los potenciales de turismo, de logística y, sobre todo, de ese necesario desarrollo e interconexión nacional.
La fluidez del tránsito de la Interamericana debe ser el norte de todo gobierno que se precie de tener en mente el desarrollo nacional. No se trata solamente del potencial comercial que a diario se pierde por la franca lentitud de esa vía, sino también del propio bienestar de nuestros ciudadanos que, casi todos, mantienen vínculos con un interior que, a pesar de la tecnología moderna, se queda cada día más rezagado por esa falta de una genuina integración.
En un paseo normal de fin de semana, una gran porción del tiempo se consume detenido en tráfico por ese embudo vehicular que cada vez se hace más lento y más complejo. Muchos ya deciden que no vale la pena hacer ese paseo familia, por la tortura que les representa el tranque inevitable. Problemas nacionales hay muchos.
Cada uno de ellos podría inclusive disputar la prioridad al otro. Sin embargo, todos parecen gravitar en torno a causas similares e identificables: la falta de visión de progreso y la pérdida de fe en un futuro próspero y moderno para nuestra pequeña nación. ¿Por qué, en un país como el nuestro, que se precia de ser la vía expedita entre los dos océanos emblemáticos del mundo, se deben soportar carreteras asediadas por los cráteres de los descuidos y de la falta de mantenimiento? ¿Por qué se consume gran parte del presupuesto nacional en el mantenimiento de oficinas públicas que albergan altos porcentajes de la población económicamente activa, en vez de destinar esos recursos almantenimiento, equipamiento y reparación de centros de salud y escuelas públicas?
¿Por qué, en un país que -a parte de las frías cifras económicas- se encuentra aún sumido en el subdesarrollo, se tolera que funcionarios públicos se paseen en carros de alta gama, con combustible subsidiado y escoltas ataviados vestidos que servicio secreto de Estados Unidos envidiaría, mientras algunos estudiantes de áreas apartadas del país se deben columpiar la vida cruzando ríos caudalosos para llegar a sus escuelas?
¿Por qué se tolera el lujo y despilfarro con los fondos públicos, cuando existen todavía familias en las que los zapatos, ropa, techo y luz son unos lujos? Si se va a invertir en algo, debería cobrar la prioridad el desarrollo nacional de nuestras vías; pero de manera integral. Que nada, en absoluto, diferencie a la ciudad del resto de las Provincias, por lo menos en materia de salud, de oportunidades de empleo, de desarrollo comercial, industrial, turístico. Que no sea nuestro Canal emblema único y el freno de progreso para el resto del país, que también existe. Como decía el famoso dramaturgo, "si nos cortan, ¿no sangramos?" Eso se pregunta cada interiorano que ve los desbalances tan injustos en la repartición de ese progreso nacional encapsulado.
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