¿Qué le sucedió al 1 por ciento original?
- Annalee Newitz
Una larga sequía había causado un estado de hambruna, se estaban gestando guerras y probablemente también hubo pestes, según historiadores.

Las ciudades de la Edad de Bronce eran gobernadas por ricos aristócratas. Una máscara fúnebre de oro de Micenas. Foto / Uli Deck/DPA, vía Agence France-Presse — Getty Images.
Hace unos 3 mil 190 años, un comerciante en Emar, un puesto comercial en lo que ahora es el norte de Siria, envió una carta desesperada a su jefe, Urtenu, que vivía en la rica metrópoli de Ugarit, una ciudad-Estado en la costa de Siria. “Hay hambruna”, escribió. “Si no llegas rápidamente aquí, nosotros mismos moriremos de hambre”.
Una larga sequía había causado un estado de hambruna, se estaban gestando guerras y probablemente también hubo pestes. Quizás Urtenu no haya estado consciente de ello, pero estaba viviendo los últimos años de dos ciudades ricas, Garity y Micenas, que dominaron el Mar Mediterráneo oriental durante lo que los historiadores llaman la Edad del Bronce, desde aproximadamente el año 3000 hasta el 1200 a. C.
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Estas ciudades-Estado de la Edad del Bronce sentaron las bases de lo que a menudo se denomina la civilización occidental. Aunque los gobernantes a veces fueron a la guerra, la verdadera fuente de su poder, como el de las ciudades más grandes de la actualidad, era el poder económico asegurado a través del comercio. Las últimas décadas de Ugarit y Micenas nos dicen mucho sobre por qué las ciudades fracasan y quién sobrevive.
Ugarit y la ciudad-Estado griega de Micenas fueron dos de los reinos más prósperos en una próspera economía internacional que creció a lo largo de las rutas comerciales costeras que unen a Grecia, Turquía, Siria, Líbano y Egipto. Sus mercados vendían de todo, desde aceite de oliva importado hasta granos locales, mientras que los artesanos elaboraban esculturas y armas con la aleación de metal que dio nombre a este período. Hecho con estaño de Afganistán y cobre de Chipre, el bronce fue el máximo logro del comercio de larga distancia, así como de los conocimientos técnicos.
Pero la Edad del Bronce también fue una época de extrema desigualdad. Las ciudades eran gobernadas por aristócratas urbanos adinerados que controlaban el comercio, dependían de diversos tipos de trabajo forzado y colocaban grandes cargas impositivas a sus Estados clientes y pueblos agrícolas. Cuando las épocas se ponían difíciles, los plebeyos en Ugarit y Micenas sentían el apretón del cinturón.
Los historiadores y arqueólogos no conocen todas las razones por las que estas ciudades colapsaron. Pero hay evidencia de que ambas se incendiaron en el 1100 a. C., dejando a sus suntuosos palacios derrumbados y abandonados. También hay señales de terremotos. Durante siglos después de estos sucesos, casi no hay registros escritos.
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Hasta hace poco, los historiadores atribuyeron este colapso a saqueadores conocidos como la gente del mar. Supuestamente, esta gente del mar saqueó las ciudades, dejando a los antiguos reinos del Mediterráneo amenazados por piratas o algo peor.
Una nueva investigación ha desafiado toda esta historia. Eric Cline, un clasicista de la Universidad George Washington y autor de “1177 aC: el año en que se derrumbó la civilización”, explicó que no hay evidencia de que invasores hayan llegado del exterior en Micenas, por lo que la violencia debe haber venido desde adentro. Su conclusión es que las clases bajas de la ciudad pueden haberse hartado y quemado todo. Josephine Quinn, arqueóloga de la Universidad de Oxford, está de acuerdo. “Todo el sistema de la Edad del Bronce produce mucho descontento”, me dijo.
La labor de Cline y Quinn pone los logros de la Edad del Bronce bajo una nueva luz. Los reyes de Micenas y Ugarit trabajaron con los comerciantes más ricos para hacerse ricos. Consolidaron el poder económico y político, para acabar con la competencia de ciudades-Estado más pequeñas o comerciantes independientes. Cline describió una carta de un comerciante de Ugarit llamado Sinaranu, quien informó que no tenía que pagar ningún impuesto de importación cuando sus barcos regresaban de Creta cargados de granos, cerveza y aceite de oliva. Aparentemente, las exenciones fiscales para los ricos son uno de los trucos más antiguos de la clase dominante.
Cuando sus ciudades fueron tragadas por el fuego, las clases dominantes de la Edad de Bronce lo perdieron todo, incluyendo los plebeyos a quienes alguna vez controlaron. La población de Grecia disminuyó aproximadamente un 50 por ciento durante este tiempo, probablemente debido a una combinación de guerra, sequía y migración, de acuerdo con Sarah Murray, profesora de clásicos en la Universidad de Toronto y autora de “El Colapso de la Economía Micénica”. Cline cree que las pestes también pueden haber jugado un papel en la migración.
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Después de los levantamientos, el Mediterráneo ya no estuvo dominado por ciudades como Ugarit y Micenas. Ciudades más pequeñas como Tiro y Sidón, que todavía existen en el Líbano de hoy, emergieron ilesas de la Edad del Bronce y se convirtieron en centros de cultura en la región.
Los comerciantes de Tiro y Sidón prosperaron en este nuevo mundo. Eran dueños de negocios locales sin afiliaciones formales o vínculos políticos. Con el colapso de los antiguos reinos, tuvieron la libertad de navegar mares desconocidos. Los comerciantes de Tiro se aventuraron mucho más lejos de lo que los representantes de Ugarit lo habían hecho y se establecieron en el territorio que se convirtió en España, Marruecos y Túnez.
En otras palabras, la desaparición de la civilización de la Edad de Bronce no fue un colapso total. Más bien, transformó la naturaleza del poder político en las ciudades. En lugar de una estructura de poder rígida e internacional que controlaba todo el Mediterráneo oriental, hubo gobiernos locales para cada ciudad-Estado.
Una de las razones por las que los historiadores llaman a este período de transición un “colapso” es que la escritura casi desapareció. Quinn dijo que puede haber sido otra señal de las protestas antiestatales. Los reyes de Ugarit y Micenas mantuvieron un control férreo sobre sus Estados clientes gracias a registros escritos para rastrear su riqueza e imponer impuestos. Los agricultores y comerciantes, dijo, podrían haber dejado de escribir cosas para evadir el control de los reyes.
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Ahora que vivimos lo que podría ser el primer gran cataclismo del tercer milenio, la gente de la Edad del Bronce tardía podría tener algo que enseñarnos. “Invierta en la comunidad local, porque no importa quién esté a cargo en la cima, es probable que las empresas locales sobrevivan”, dijo Quinn. Por supuesto, agregó, las compañías ultrarricas también sobrevivirán.
¿Enfrentaremos un levantamiento violento a raíz del colapso económico? Quizás, pero el 1 por ciento de hoy podría no sufrir como los reyes de la Edad de Bronce. En la actualidad, los comerciantes locales y las pequeñas ciudades dependen de las cadenas de suministro internacionales tanto como lo hicieron los reyes de Ugarit. Una cosa sigue siendo segura. Nuestra supervivencia aún depende de redes locales sostenibles, y no de exenciones fiscales otorgadas por reyes.
Annalee Newitz es autora de “Four Lost Cities: A Secret History of the Urban Age”.
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