Menores detenidos de ISIS sufren en las cárceles de las fuerzas kurdas
Hacinados en dos celdas con poca luz solar, se hallan más de 150 niños, de unos 9 a 14 años, de una gama de países. Sus padres los llevaron a Siria y terminaron muertos o detenidos.
- Ben Hubbard
- - Publicado: 11/11/2019 - 03:00 pm
NORESTE DE SIRIA — Los prisioneros cubren el piso como una alfombra de desesperanza humana. A muchos les faltan ojos o extremidades, algunos están casi en huesos a raíz de enfermedades, y la mayoría lleva puesto trajes carcelarios naranjas, similares a los uniformes con los que el Estado Islámico, el grupo terrorista al que alguna vez pertenecieron, vestía a sus propios prisioneros antes de ejecutarlos.
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En el segundo piso, hacinados en dos celdas con poca luz solar, se hallan más de 150 niños —de unos 9 a 14 años— de una gama de países. Sus padres los trajeron a Siria y terminaron muertos o detenidos. Llevan meses allí.
A fines de octubre, visitas a dos cárceles para ex residentes del territorio controlado por el Estado Islámico (ISIS) dejaron al descubierto la enormidad de una creciente crisis legal y humanitaria que el mundo en gran medida ha ignorado.
Al tiempo que el califato autodeclarado de ISIS se colapsaba en Siria, decenas de miles de hombres, mujeres y niños que habían vivido allí terminaron en campamentos inmundos y prisiones abarrotadas operadas por la milicia encabezada por kurdos que hizo mancuerna con EU para vencer a los yihadistas.
Sin embargo, ahora que la incursión militar turca contra las fuerzas kurdas ha debilitado el control kurdo sobre la zona, ha crecido la incertidumbre respecto a la suerte de una enorme población de detenidos.
La mayoría de sus países de origen se han rehusado a aceptarlos de regreso, dejándolos bajo la custodia de una fuerza encabezada por kurdos que carece de los recursos para albergarlos.
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La muerte de Abu Bakr al-Baghdadi, líder de ISIS, el 27 de octubre, es un golpe importante al grupo terrorista, pero los analistas dijeron que era poco probable que detuviera los intentos del grupo por sembrar miedo y caos en todo el mundo.
Poco sobre las condiciones de los menores parecían cumplir con las normas internacionales que, incluso para presuntos criminales, dan prioridad al bienestar infantil, consideran la detención como un último recurso y requieren cuidados físicos y emocionales especializados.
Una celda tenía 86 menores —de Siria, Iraq, Islas Mauricio y otras partes. Otra albergaba a 67 adolescentes y un niño quien dijo tener 9 años y ser de Rusia. Cuando se le preguntó dónde estaban sus padres, contestó, “los mataron”.
La confusión en torno a los detenidos sólo ha crecido desde que el presidente Trump empezó a retirar a las fuerzas de EU del área, una decisión que allanó el camino para que Turquía iniciara su ataque contra los aliados cruciales de EU en la guerra contra ISIS en Siria.
El hacinamiento carcelario ha aumentado porque cientos de prisioneros fueron trasladados de la zona de batalla, dijeron funcionarios kurdos. Y combatientes que trabajaban como guardias han ido al frente, dejando las instalaciones vulnerables.
“Tener estas personas aquí no sólo es un peligro para Siria, es un peligro para todo el mundo”, afirmó Can Polat, un celador asistente en una prisión con más de 5 mil hombres.
Al tiempo que ISIS perdía lo que le quedaba de territorio en Siria en marzo, los combatientes kurdos se hallaron a sí mismos a cargo de unos 11 mil hombres y decenas de miles de mujeres y niños. Así que, con la ayuda de una coalición internacional encabezada por EU, los kurdos establecieron campamentos y un sistema carcelario.
En la prisión de Polat, una cuarta parte de los prisioneros es siria, el resto es de otros 29 países, entre ellos Iraq, Libia, Egipto, Países Bajos y EU.
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En un enorme pabellón médico, hombres con férulas inmovilizando huesos fracturados yacen en colchones delgados.
Los guardias supusieron que la mayoría de ellos aún se apegaba a la ideología de ISIS, pero minimizaron sus roles. En docenas de entrevistas, nadie admitió ser un combatiente. La mayoría quería regresar a sus países o recibir amnistía por renunciar al Estado Islámico.
Basil Karazoun, quien dijo que se había unido al grupo terrorista en busca de protección tras desertar del Ejército sirio, temía ser entregado al presidente de Siria, Bashar al-Assad, cuyas fuerzas habían sido acusadas de abusos y asesinatos de detenidos. Luego de que Trump anunció que retiraría tropas de Siria, los kurdos anunciaron un acuerdo para permitir el ingreso de fuerzas del Gobierno sirio a la zona.
Polat declaró que las autoridades tenían indicios de que muchos de los menores habían pasado por entrenamiento ideológico como futuros combatientes. Los planes para trasladar a los más pequeños a centros de rehabilitación habían sido retrasados a raíz de la incursión turca y por falta de apoyo, indicó.
“Estando meses así, sin saber qué va a suceder, la gente podría empezar a volverse loca”, afirmó un chico de 16 años, de las Islas Mauricio.
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