Isla griega lidia con flujo migrante
- Jason Horowitz
Unos 6 mil 800 solicitantes de asilo soportan la peor parte de las fuerzas más allá de su control: la disfunción del Gobierno griego, la indiferencia de la Unión Europea, el caos en el Medio Oriente y los cálculos geopolíticos de Turquía.
SAMOS, Grecia — En la ladera de una colina en esta isla conocida por sus ruinas antiguas, pueblos pesqueros, vino moscatel y como el lugar de nacimiento de la diosa Hera y el filósofo Epicuro, se ubica un campamento de migrantes y una ciudad de tiendas de campaña que muchos consideran la más desesperada de Europa.
Giannis Meletiou, un abogado de 60 años, vive al pie de la colina. El otro día, condujo unos cientos de metros hacia arriba por un sinuoso camino bordeado con tiendas de campaña. Saludó a niños de lejos, quienes lo reconocieron porque a menudo les da sándwiches. Luego pasó junto al campamento de migrantes y árboles que los migrantes habían despojado de sus ramas para obtener leña.
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Llegó a la antigua propiedad de su familia, con vista al mar y a las montañas coronadas de nieve, y se paró sobre un rectángulo de piedra. Era todo lo que quedaba del hogar donde sus padres se refugiaron durante la Segunda Guerra Mundial. Los migrantes se habían llevado las paredes, las ventanas, las puertas y el techo. “Todo”, dijo encogiendo los hombros.
Unos 6 mil 800 solicitantes de asilo están apretujados en el campamento y luchan contra los elementos en la colina. Abajo se halla un pintoresco pueblo portuario, hogar de unos 6 mil 200 lugareños. Juntos, soportan la peor parte de las fuerzas más allá de su control: la disfunción del Gobierno griego, la indiferencia de la Unión Europea, el caos en el Medio Oriente y los cálculos geopolíticos de Turquía.
Los migrantes están básicamente atrapados aquí, esperando la aprobación para viajar a Grecia continental para ir en busca de su estatus de refugiados y de nuevas vidas. Pero pocos en tierra firme los quieren. Otros gobiernos europeos prácticamente han cerrado sus puertas.
Las familias que viven cerca de la colina se quejan de que su estilo de vida se ve asediado y que todo lo que dejan afuera desaparece. Casas de verano han sido allanadas en busca de cobertores, colchones y ollas. En un caso, los migrantes quitaron el piso de madera de la segunda planta de una casa.
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Muchos en el pueblo sienten compasión por la difícil situación de los migrantes. Georgios Stantzos, el alcalde, se ofreció a rescatar a solicitantes de asilo y recuperar cuerpos en lo más álgido de la crisis en el 2015. Sin embargo, Stantzos fue captado en video recientemente despotricando contra los migrantes vagando por la plaza principal. Se disculpó, pero argumentó que el video no mostró a los migrantes que llegaban a la plaza durante una celebración navideña para niños antes de su arrebato.
Dijo que había implorado ayuda del Gobierno griego cuando el campamento estalló en disturbios que amenazaban con ahuyentar a los turistas de una isla que los necesita. Pero había llegado a la conclusión de que el Gobierno estaba “sacrificando” a su isla y otras, incluida Lesbos, donde la Policía recientemente lanzó gas lacrimógeno a migrantes que protestaban por sus condiciones.
Afuera del Palacio Municipal de Samos, solicitantes de asilo caminaban con sus hijos y pescaban en el puerto. Otros llegaban para tener videochats con sus familias porque no querían que vieran sus condiciones de vida.
El campamento fue construido para albergar a 648 personas. Ahora tiene más de 3 mil. Casi nadie ha consultado con un médico. Un día reciente, adolescentes sirios pegaban cinta sobre las cuchilladas en su tienda de campaña, hechas por unos ladrones. Una mujer afgana lavaba ollas con la mitad de una esponja y una gota de shampoo. A los que están en el campamento les va mejor que a los que viven en las tiendas de campaña.
Los solicitantes de asilo aprovechaban un respiro en el clima frío para lavar ropa, bañarse y llenar recipientes con agua potable. Los hombres recolectaban leña.
Hay casi 2 mil niños en la colina, incluyendo 351 menores no acompañados. Unos 580 de los menores son bebés y niños pequeños. Sólo unos 40 niños asisten a una escuela formal.
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Stantzos dijo que el Gobierno le prometió que el campamento en Samos cerraría y él les dio su apoyo reticente para un nuevo campamento para mil 500 migrantes a 5 kilómetros tierra adentro. Luego se enteró de que el campamento sería construido para albergar a 7 mil. Sospechaba que la cifra podría llegar a 15 mil. “Me siento traicionado”, expresó.
Los migrantes dijeron que simplemente quieren salir de la isla. Después de meses de espera, Mara Shahir, un doctor sirio de 67 años, y la mayoría de su familia obtuvieron lugares en un ferry a tierra firme. Muchos fueron transferidos a Ritsona, un campamento con mejores condiciones, en las afueras de Atenas.
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