Intentan cumplir la última voluntad de sus familiares, ser enterrados en su tierra natal
- Annie Correal
Las familias mexicanas suelen enviar los cuerpos a casa, para celebrar entierros católicos llenos de flores y dar a los familiares la oportunidad de volver a ver a sus seres queridos. Pero ese rito sagrado se ha interrumpido por la pandemia.
NUEVA YORK — Cuando Javier Morales, de 48 años, falleció en un hospital de Hackensack, Nueva Jersey, su familia decidió no informar a su hermano Martín de inmediato. Martín Morales también estaba luchando contra el coronavirus y les preocupaba cómo tomaría la noticia.
Morales, de 39 años, se enteró por un amigo esa noche, en su casa de Nueva Jersey. Al día siguiente, el 7 de abril, él también murió.
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“A mi familia le gusta pensar que no podía vivir sin su hermano mayor. Eran mejores amigos”, dijo Melanie Cruz Morales, de 19 años, sobrina de ambos. “Tenían que irse juntos”.
Desde entonces, Cruz y su hermana han intentado recaudar miles de dólares y sortear las burocracias de dos países para cumplir la última voluntad de sus tíos —ser enterrados en su lugar de nacimiento, el pequeño pueblo de Santa Catarina Yosonotú, en Oaxaca, México.
Las familias mexicanas suelen enviar los cuerpos a casa, para celebrar entierros católicos llenos de flores y dar a los familiares la oportunidad de volver a ver a sus seres queridos. La tradición es tan importante que, desde hace mucho tiempo, los consulados mexicanos en todo Estados Unidos han ayudado a repatriar los cuerpos de inmigrantes.
Pero ese rito sagrado se ha interrumpido.
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Se sabe que más de 250 inmigrantes mexicanos han muerto de COVID-19 en el área de NY, de acuerdo con el Gobierno mexicano. Pero los funcionarios de la zona no están emitiendo los permisos de tránsito necesarios para la repatriación y partes de México han cerrado sus fronteras por temor al contagio. El consulado mexicano en NY, cerrado temporalmente, aconseja a las familias que llaman que consideren la cremación; las cenizas pueden ser enviadas a casa con mucha mayor facilidad.
Cruz dijo que su familia se sintió desolada ante esa noticia, “porque lo único que quería mi abuela, que está en México, era ver a sus hijos”.
Cuando el consulado enviaba los cuerpos, las familias normalmente sólo tenían que cubrir el modesto costo de un entierro en México. Ahora, los parientes que en muchos casos han perdido sus trabajos y han agotado sus ahorros para pagar los gastos médicos también tienen que conseguir miles de dólares para pagar las cremaciones, que a menudo incluyen una cuota de almacenamiento, debido al gran atraso que existe en los crematorios.
Hasta hace poco, se les daba dos semanas a las familias para encontrar una funeraria que se llevara el cuerpo de su ser querido o de lo contrario sería enterrado en la fosa común de la ciudad. Pero los funcionarios de NY anunciaron que los cuerpos ahora serán congelados con el fin de que las familias tengan más tiempo para reclamarlos.
El miedo a un entierro en una fosa común es profundo. “Eso es lo que uno está acostumbrado a ver en los países devastados por la guerra”, dijo Francisco Moya, concejal de una zona de Queens azotada por el brote.
David Rosales Flores, cuyo padre, Remigio Rosales Flores, murió en su hogar en Brooklyn, dijo que las familias quieren dar a sus familiares en México la oportunidad de dar un “último adiós”.
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Pero Puebla, de 22 años, no sabía de qué otra manera recaudar 5 mil 200 dólares para un funeral.
En NY, los familiares de los inmigrantes indocumentados están excluidos de recibir los 900 dólares de ayuda para servicios funerarios disponibles para las familias de bajos ingresos porque la solicitud requiere un número de seguro social. Moya quiere que la ciudad extienda la ayuda para servicios funerarios a todas las familias de bajos ingresos, independientemente de su estatus migratorio.
Las sobrinas de los hermanos Morales crearon una página GoFundMe para sus tíos, y la llevaron a Twitter, con la esperanza de que otros inmigrantes de la etnia indígena mixteca pudieran venir en su ayuda. Para fines de abril, habían recaudado más de 20 mil dólares.
Quizás el funeral de sus tíos no sea como lo habían imaginado, dijo Cruz, pero al menos habrá dos urnas que se eleven sobre Santa Catarina Yosonotú.
“Si algo me llegara a pasar”, había dicho una vez Javier Morales a la madre de las gemelas, “siempre quisiera volver a mi tierra”.
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