Estudios de la era soviética podrían llevar a una vacuna
Algunos científicos en varios países se han interesado en la idea de reutilizar vacunas existentes, como la del poliovirus atenuado y otra para la tuberculosis, con el fin de determinar si pueden proporcionar una resistencia por lo menos temporal al coronavirus.
- Andrew E. Kramer
- - Publicado: 15/7/2020 - 12:00 pm
MOSCÚ — Para los niños era simplemente una golosina. Para sus padres, importantes investigadores médicos, lo que sucedió en su departamento en Moscú ese día en 1959 fue un experimento crítico con incontables vidas en juego —y con sus propios hijos como conejillos de Indias.
“Nos formamos en fila”, recordó Peter Chumakov, quien tenía 7 años en ese entonces. En cada boca uno de los padres depositó un terrón de azúcar mezclado con poliovirus debilitado —una vacuna temprana contra una enfermedad temida. “Lo comí de las manos de mi madre”.
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Hoy, esa misma vacuna está volviendo a recibir atención de algunos investigadores —incluyendo a esos hermanos— como una posible arma contra el nuevo coronavirus, basados en parte en la investigación realizada por su madre, Marina Voroshilova.
Voroshilova estableció que la vacuna con poliovirus atenuado tenía un beneficio inesperado que podría ser relevante para la pandemia actual: las personas que recibieron esa vacuna no se enfermaron de otras enfermedades virales durante aproximadamente un mes después de la aplicación. Voroshilova empezó a dar a sus hijos la vacuna contra la polio cada otoño como protección contra la gripe.
Ahora, algunos científicos en varios países se han interesado en la idea de reutilizar vacunas existentes, como la del poliovirus atenuado y otra para la tuberculosis, con el fin de determinar si pueden proporcionar una resistencia por lo menos temporal al coronavirus.
Pero conlleva algunos riesgos. En casos extremadamente raros, el virus atenuado que se usa en la vacuna puede mutar a una forma más peligrosa, causar la polio e infectar a otras personas. Por ello, las organizaciones de salud pública indican que, una vez que una región elimina la polio, debe abandonar el uso rutinario de las vacunas orales.
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Ya iniciaron pruebas en Rusia con la vacuna de la polio, y también están planeadas en Irán y Guinea-Bisáu.
La primera vacuna contra la polio, desarrollada por el estadounidense Jonas Salk, utilizó virus “inactivado” —partículas de virus muerto. Tenía que ser inyectada.
Cuando esa vacuna fue distribuida de manera generalizada en 1955, Albert Sabin estaba realizando pruebas con una vacuna que usaba poliovirus vivo, pero atenuado, que podía administrarse de forma oral. Sabin dio sus tres cepas de virus atenuado a una pareja casada de virólogos en la Unión Soviética: Mikhail Chumakov, fundador de un instituto de investigación de la polio, y Voroshilova. Administraron la vacuna a sus tres hijos y a varios sobrinos.
Su experimento condujo con el tiempo a una vacuna oral contra la polio empleada en todo el mundo.
Un niño sano promedio es huésped de alrededor de una docena de virus respiratorios que no causan enfermedades o, si las causan, son leves. Pero Voroshilova no pudo encontrar ninguno de esos virus en los niños poco después de ser inmunizados contra la polio.
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Un estudio inmenso supervisado por Voroshilova en la Unión Soviética, con 320 mil participantes de 1968 a 1975, reveló una reducción de la mortalidad por gripe en las personas que habían recibido otras vacunas, incluyendo la vacuna oral contra la polio.
La labor de Voroshilova y Chumakov claramente influyó en sus hijos —todos se convirtieron en virólogos destacados.
Oleg Matsnev contribuyó con reportes a este artículo.
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