Barrio Chino, dividido entra la tradición y actualización en medio de la crisis
Ahora, existe una brecha generacional entre los más jóvenes que creen que el Barrio Chino debe actualizarse para sobrevivir, y las personas mayores que temen que se convierta en un parque de diversiones de postres instagrameables y cocteles de fusión asiática de 18 dólares.
- Nicole Hong y Elaine Chen
- - Publicado: 21/7/2020 - 12:00 pm
Hop Kee es un restaurante cantonés ubicado en un sótano que ofrece lo mein de camarón por 9.50 dólares. Hwa Yuan Szechuan es un restaurante de manteles blancos donde el pescado entero con salsa de frijol picante cuesta 45 dólares.
Ambos tienen una larga historia en el Barrio Chino de Manhattan y una profunda aversión a las apps de entrega.
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El propietario de Hop Kee no podía pagar las altas tarifas de los servicios. El propietario de Hwa Yuan, Chen Lieh Tang, de 67 años, dijo que sus platillos debían consumirse en un solo lugar: Hwa Yuan. “No quiero que la gente coma la comida fría”, dijo. “No es mi estilo”.
Entonces, cuando la pandemia del coronavirus cerró todos los comedores de restaurantes, casi nadie pudo disfrutar de su comida, lo que los obligó a enfrentar preguntas difíciles sobre la modernización y la adaptación que podrían dar nueva forma a los negocios en el afamado vecindario.
Desde su formación alrededor de la década de 1870, el Barrio Chino ha logrado preservar su carácter inmigrante de clase trabajadora, incluso cuando la riqueza transformó casi todos los vecindarios a su alrededor.
Pero algunas de las mismas tradiciones que mantuvieron al Barrio Chino arraigado en su historia lo han convertido en uno de los barrios más afectados por la pandemia. Ahora, el sufrimiento económico ha intensificado una brecha generacional que se ha venido gestado desde hace mucho tiempo, entre las personas más jóvenes que creen que el Barrio Chino debe actualizarse para sobrevivir, y las personas mayores que temen que se convierta en un parque de diversiones de postres instagrameables y cocteles de fusión asiática de 18 dólares.
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Chinatown ya había visto fuertes descensos en el tráfico peatonal para el Año Nuevo Lunar en enero, generalmente su temporada más ocupada, debido al sentimiento anti chino vinculado al virus y a una desaceleración en el turismo.
Muchos negocios no podían contar con entregas a domicilio o en la acera, las únicas transacciones permitidas para negocios en los últimos meses. (El 22 de junio, la ciudad comenzó a permitir compras limitadas en tiendas, así como servicio de comedor al aire libre, una rareza en el Barrio Chino.) Solo el 38 por ciento de las tiendas en el Barrio Chino tenía una presencia en línea, en comparación con más del 70 por ciento en barrios más acomodados como el West Village, de acuerdo con un análisis.
Casi un tercio de los restaurantes de Chinatown solo aceptan efectivo y la mayoría dio la espalda a las apps de entrega a domicilio debido a sus tarifas.
Algunos negocios como Hop Kee, que ha sido propiedad de la misma familia durante 50 años, resisten.
Antes de la pandemia, estaría repleto con 160 comensales el sábado por la noche. Ahora sirve alrededor de 20 pedidos de comida para llevar al día para comensales que ordenan en persona o llaman al número de teléfono de Hop Kee.
Otros restaurantes, incluyendo Hwa Yuan, están acogiendo la era del iPhone, generalmente a instancias de las generaciones más jóvenes.
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Cuando inició el confinamiento, el hijo de Tang, James, de 35 años, insistió en que el restaurante se registrara con las apps de entrega. Ahora se puede pedir a Hwa Yuan a través de Grubhub y DoorDash.
Todo tipo de negocios en el Barrio Chino ha enfrentado decisiones similares. El tráfico peatonal era lento en Po Wing Hong, una tienda de abarrotes especializada con un enfoque en mariscos secos y hierbas chinas, así que Sophia Ng Tsao, de 37 años, persuadió a sus padres, que abrieron el negocio en 1980, para que iniciaran una tienda en línea.
Kenneth Ma, de 35 años, cuya familia ha sido dueña de ópticas en el Barrio Chino durante 40 años, dijo que las tiendas han logrado abarcar lo antiguo y lo moderno. Venden gafas al alcance del bolsillo junto con armazones de plástico de moda.
“Siempre preguntamos, ¿para quienes somos?”, dijo Ma. “Somos para todos los que vienen al Barrio Chino —el que vive aquí, come aquí, visita el fin de semana. Eso siempre está cambiando”.
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