Ahora dicen que los trabajadores agrícolas son ‘esenciales’
“Es triste que se necesite una crisis de salud como ésta para subrayar la importancia de los trabajadores del campo”, dijo Héctor Luján, director de una empresa familiar de bayas con sede en California.
- Miriam Jordan
- - Publicado: 23/4/2020 - 12:00 pm
LOS ÁNGELES — Al igual que muchos trabajadores agrícolas inmigrantes, Nancy Silva tiene años de desempeñar la ardua labor de pizcar fruta fresca, temiendo en todo momento que pudiera perder su sustento porque está en Estados Unidos ilegalmente.
Pero la pandemia del coronavirus ha traído reconocimiento: su trabajo ha sido considerado por el Gobierno federal como “esencial” para el país.
Silva, quien ha pasado gran parte de su vida en EE.UU. evadiendo a las agencias de imposición de la ley, ahora lleva una carta de su patrón en su cartera, declarando que el Departamento de Seguridad Nacional la considera “crítica para la cadena de suministro de alimentos”.
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“Es como si de repente se dieran cuenta de que estamos aquí contribuyendo”, dijo Silva, una inmigrante mexicana de 43 años que trabaja en los huertos de clementina en California.
La gran mayoría de las personas que cosechan los alimentos de Estados Unidos son inmigrantes indocumentados, principalmente de México, muchos de ellos residentes de los Estados Unidos durante décadas. A menudo son padres de niños nacidos en Estados Unidos y han vivido durante años con la nube de la deportación pendiendo sobre sus hogares.
Las cartas de “trabajo esencial” que muchos ahora portan no son una salvaguarda de las autoridades de inmigración, que podrían deportar a los indocumentados en cualquier momento.
Pero las autoridades locales dijeron que las cartas podrían dar a los trabajadores inmigrantes una sensación de seguridad de que no serán arrestados por violar las órdenes de quedarse en casa. Y el 18 de marzo, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas dijo que “temporalmente ajustará su postura de imposición de la ley” para concentrarse en los inmigrantes indocumentados que presentan una amenaza criminal o de seguridad pública.
Aún si enfrentan un menor riesgo de deportación, a muchos trabajadores agrícolas les preocupa que las condiciones de trabajo de proximidad en los campos y las instalaciones de empaque los ponen en riesgo de contraer el virus. El que ahora se les considere ilegales y esenciales a la vez es una ironía que no pasa desapercibida.
“Es triste que se necesite una crisis de salud como ésta para subrayar la importancia de los trabajadores del campo”, dijo Héctor Luján, director de Reiter Brothers, una empresa familiar de bayas con sede en California. Él describió a sus miles de trabajadores como héroes anónimos que garantizan seguridad alimentaria.
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“Quizás uno de los beneficios de esta crisis es que sean reconocidos y salgan de las sombras”, dijo Luján, cuya compañía ha estado cabildeando a favor de un proyecto de ley que legalizaría a los trabajadores agrícolas inmigrantes.
De acuerdo con el Departamento de Agricultura, aproximadamente la mitad de todos los labriegos en los Estados Unidos, más de un millón, son indocumentados. Los productores y los contratistas laborales estiman que la proporción se acerca más al 75 por ciento.
A pesar del aumento en la mecanización, el sector agrícola ha luchando con una escasez de mano de obra porque muchas frutas y verduras deben cosecharse a mano para evitar magulladuras.
Las operaciones de fresas en California, los huertos de manzanas en Michigan y las granjas lecheras en Nueva York e Idaho están lidiando con una fuerza laboral cada vez más vieja y pequeña, acciones represivas en la frontera y el fracaso del Congreso para acordar una reforma migratoria que podría proporcionar una fuente constante de mano de obra. Un incremento en las deportaciones y el regreso voluntario de muchos mexicanos a su país de origen han agravado la escasez.
Los productores recurren cada vez más a un programa estacional de trabajadores invitados, conocido oficialmente como el programa H-2A, para llenar los huecos en su planta laboral. El número de trabajadores con esa visa se disparó a 257 mil 667 en el año fiscal 2019, en comparación con 48 mil 336 trabajadores en el año fiscal 2005.
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Algunos productores, como Reiter Brothers, han capacitado a los trabajadores sobre cómo mantenerse saludables. Ha aumentado la cantidad de estaciones de lavado de manos en los campos y puesto distancia entre los trabajadores. También ofrece atención médica. Pero políticas así son la excepción, afirma United Farm Workers, el sindicato de los trabajadores del campo.
Maura Fabian, de 48 años, empaca uvas en una bodega en California, donde se despidió a la mitad de los trabajadores. “Tememos a esta enfermedad, pero más tememos no poder ganarnos la vida”, dijo Fabian.
Caitlin Dickerson contribuyó con reportes a este artículo.
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