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Travesía por los ríos del Darién en busca de los miles de migrantes que retan a la muerte en busca del "sueño americano"

En un viaje de unas nueve horas, Panamá América emprendió un recorrido de La Peñita a Bajo Chiquito para ver la realidad de los migrantes.

Luis Ávila - Actualizado:

Travesía por los ríos del Darién en busca de los miles de migrantes que retan a la muerte en busca del "sueño americano"

Para llegar a localidades como Bajo Chiquito, en Darién, punto de entrada de miles de migrantes a suelo panameño, solo se puede hacer por aire o en piraguas. Esto en un recorrido de más de seis horas, en el cual las condiciones físicas juegan un papel fundamental.

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Panamá América durante una visita a esta provincia con el Servicio nacional de Fronteras (Senafront) realizó este trayecto, que inició en la comunidad de La Peñita, a orillas del río Chucunaque.

El reloj marcaba las 6:30 de la mañana, los rayos del sol daban muestra de que tendríamos un buen clima para adentrarnos en un viaje que la gran mayoría de los que lo realizábamos desconocíamos.

Cada uno con su salvavidas para garantizar la seguridad, en caso de cualquier contratiempo, mientras los lugareños que manejan las piraguas preparaban los motores para nuestro largo viaje.

Igualmente, los miembros del Senafront, quienes fueron los encargados de custodiar nuestro viaje, nos daban pistas de las dificultades que podríamos enfrentar, ya que como parte de sus labores diarias de salvaguardar las fronteras transitan los ríos de esta hermosa provincia casi todos los días.

Al iniciar nuestro recorrido por el río Chucuna, con destino a Bajo Chiquito, lo primero que pudimos observar fue la expensa vegetación que hay en esta zona del país. Esto, a pesar de que estamos en época de verano, sin embargo, el verdor de los enormes árboles de la zona se hacía notar en el viaje.

Luego de avanzar por casi 20 minutos de camino, a través del Chucunaque, nuestro recorrido en piragua se desvió hacia otro afluente de nombre "Tuqueza", el cual sería el que nos llevaría a nuestro destino final, la comunidad indígena de Bajo Chiquito.

Luego de adentrarnos en este río, a eso de las 8:30 de la mañana, llegamos a la primera comunidad que se encuentra a orillas del mismo, la cual lleva por nombre Nuevo Vigía.

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En este punto, lo primero que pudimos notar fue a gran cantidad de lugareños a orillas del río aprovechando la luz de la mañana, algunos para realizar actividades básicas como fregar y lavar ropa.

Otros simplemente para bañarse, ya que por ser lugares muy alejados de la civilización no se cuenta con agua potable, por lo que el río es la única fuente que les provee el vital liquido.

Sumado a esto, gran cantidad de niños, todos ellos con una sonrisa en su rostro, algo que nos llenó de mucha alegría, aprovechaban para disfrutar de las cálidas aguas de este hermoso río, el cual por ser época de verano estaba poco profundo.

En este punto, uno de los equipos (motores) sufrió un desperfecto mecánico, lo que atrasó un poco nuestro recorrido, ya que los operadores tuvieron que echar mano de su destreza para repararlo y que nuestro viaje continuara.

Luego de casi una hora y de que el motor lograra ser reparado, nuestro viaje debía continuar. Esto, sin saber que la parte más dura del trayecto apenas estaba por comenzar, debido a que por ser época de verano, el río se encontraba bastante bajo y para poder realizar el recorrido había que bajarse a empujar la piragua.

Algo que sucedió en más de 12 ocasiones, durante todo nuestro trayecto hacia Bajo Chiquito, lo que hizo exponer al máximo nuestras condiciones físicas.

No solo la de nosotros como hombres, sino que también la de algunas damas que nos acompañaron en el recorrido, las cuales sin pensarlo, las veces que las piraguas se atascaban se echaban al río a empujarlas para ayudar a que el viaje pudiera continuar.

Además de ayudar a empujar las piraguas, también tuvimos que caminar largos trayectos con la finalidad de avanzar de manera rápida a nuestro destino.

Luego de avanzar por más de dos horas y de disfrutar de la naturaleza, a eso de las 10.30 de la mañana llegamos a nuestro segundo punto, la comunidad de "Villa Caleta".

Igualmente, un pueblo de habitantes indígenas que depende al 100% de la agricultura y la pesca.

Gran cantidad de siembras de plátano adornaban nuestro recorrido.

Ya en esta parte del duro trayecto, una de las preguntas que surgió fue, ¿cuánto falta para llegar a Bajo Chiquito?

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Los motoristas y piragueros (nombre con el que se conoce a quienes con palo en mano guían al motorista por el río) como grandes conocedores de su labor, hacían los cálculos para tratar de responder nuestras interrogantes.

"Faltan dos horas, falta una hora y media, ya estamos llegando, falta poco" fueron algunas de las frases que expresaron quienes por la labor diaria que realizan de transportar a los lugareños les da la facultad de calcular el recorrido.

Ya en este punto, el agotamiento empieza a hacerse notar, sin embargo, las ganas y el deseo de llegar a nuestro destino final nos hacía casi olvidarnos del cansancio físico.

Nuestro recorrido avanzaba, los piragueros hacían su mejor esfuerzo para que nuestro transporte avanzara de manera más rápida y no se atascara por lo bajo que se encontraba el río.

Con la ropa mojada y los zapatos que pesaban más de lo normal, a eso de las 11:45 de la mañana llegamos a la tercera comunidad que se encuentra apostada a orillas del río "Tuqueza", se trata de "Marraganti", pueblo que se encuentra custodiado por el Senafront debido a su cercanía a Bajo Chiquito.

Antes de llegar a este punto, las dificultades nuevamente se hicieron sentir en nuestro viaje.

Una de las piraguas sufrió un desperfecto mecánico, específicamente en la que nosotros viajábamos, a la cual se le dañó el motor.

Ante este inconveniente, fue entonces cuando el comisionado José Bernal, ejecutivo de la Brigada Oriental en Darién, encargado principal de nuestra seguridad, tomó algunas decisiones para que nuestro trayecto pudiera continuar al destino final.

Las mismas consistieron en que parte de los uniformados que nos acompañaban se quedaran en "Marraganti" y ya que nuestra piragua había sufrido un desperfecto, nos embarcaramos en otras para llegar a nuestro destino.

Fue así cuando emprendimos la última parte de nuestro trayecto, más animados que nunca y con ganas de vivir de primera mano una experiencia que pocos tienen la oportunidad de ver. La llegada de miles migrantes de todas partes del mundo, luego de un recorrido por la selva que dura unos días.

Nuestras piraguas avanzaban, al igual que nuestras expectativas, y fue así cuando luego de seis horas de recorrido, a eso de los 12:30 p.m., llegamos a nuestro destino final, la comunidad de Bajo Chiquito, de unos 388 habitantes.

Al llegar, luego de completar nuestra primera parte del recorrido, pues teníamos que hacer el mismo trayecto para regresar, pudimos notar a gran cantidad de migrantes bañandose en este punto, luego de haber culminado este trayecto.

Para nuestra suerte, llegamos a la zona en el preciso momento en que la caravana de los migrantes llegaba a este punto.

Los mismos eran animados por aquellos que se encontraban desde hace varios días en la comunidad.

Igualmente eran apoyados por las unidades del Senafront, quienes en el medio del río se disponían a ayudarlos con sus equipajes, así como con sus hijos que realizaban este duro trayecto junto a ellos.

Para estos migrantes, la covid-19 era la menor de sus preocupaciones, ya que en su gran mayoría no usaban tapabocas para evitar la propagación de este virus.

Por el contrario, algunos vendían caramelos en la zona para recoger los 25 dólares que les cobra la piragua para trasladarlo de Bajo Chiquito a Lajas Blancas, segundo albergue que tendrán que visitar durante su estadía en Darién.

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Luego de casi dos horas de recorrido en la comunidad de Bajo Chiquito y de poder recoger algunas historias de los migrantes, siempre guardando las medidas de bioseguridad y de almorzar, el comisionado Bernal se puso en marcha para nuestro regreso.

Después de acatar las órdenes del uniformado, a las 3 de la tarde, emprendimos nuestro regreso a Peñita, que duró tres horas, por hacerlo corriente abajo.

Llegando a nuestro destino a las 6 de la tarde, con la satisfacción de completar este recorrido por parte de la dura selva del Darién.

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