El sonambulismo en niños, un trastorno más común de lo que se cree
Una de las características del estado de sonambulismo es que como no hay estado de conciencia propio de la vigilia, el niño tiende a malinterpretar cualquier estímulo que le venga de afuera y lo que se le diga no lo entenderá, porque no está consciente.
- Milagros Murillo F.
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- - Actualizado: 07/2/2020 - 05:40 pm
Dormir no es solo poner la cabeza sobre la almohada y cerrar los ojos. Lo anterior es todo un proceso que se debe hacer correctamente para lograr que el organismo descanse, sin embargo, para algunos la tarea no es tan placentera como se espera. Son varios los episodios que alteran el reposo nocturno, siendo uno de ellos el sonambulismo, un suceso común entre los niños.
No es novedad que al hablar de ello venga a la mente capítulos de programas televisivos o tiras cómicas en los que se ve a una persona caminando con los ojos cerrados y brazos extendidos, causando gracia, pero más que algo gracioso, este trastorno debe ser tratado para el bienestar de quien lo tiene y de su familia.
¿Qué es realmente el sonambulismo y qué lo causa? El sonambulismo parte del denominado Trastorno del Alertamiento, que además de causar el sonambulismo, es responsable de los terrores nocturnos y el despertar confusional, tal como lo explica Diego García-Borreguero, asesor internacional del Instituto Europeo del Sueño.
El experto menciona que el sonambulismo es una conducta que se presenta fundamentalmente en los niños, aunque también hay casos que ocurren en los adultos. Consiste en un despertar parcial a lo largo de la noche en el que el niño adquiere algunas características propias de la vigilia (estar despierto) como deambular, caminar, realizar conductas activas, pero inconscientemente.
Afirma el especialista que aproximadamente el 10% de los niños entre los 3 y 10 años lo presentan.
Cuando las personas están durmiendo hay un predominio de ciertas zonas del cerebro respecto a otras, es decir, las áreas generadoras del sueño frente a las áreas que se activan durante la vigilia (cuando se está despierto).
A lo largo de la noche es normal en cualquier persona despertar varias veces cada hora, lo que ocurre, es que son despertares breves, que habitualmente se olvidan, porque no tienen la suficiente duración para que por la mañana sean recordados.
Así, fácilmente alguien puede decir: anoche dormí de un tirón, no recuerdo despertarme, pero según el experto sí ha tenido despertares, pero son tan breves que no los recuerda. “No tienen la suficiente duración para que la memoria los archive”, explica el experto.
García-Borreguero dice que cada vez que se produce un despertar se da un cambio cerebral, de tal manera que se apagan durante segundos las estructuras cerebrales que facilitan el sueño y se activan las de las vigilia, y unos segundos o minutos más tarde, lo contrario.
En algunos niños lo que ocurre es que ese despertar sucede de manera incompleta, es decir, que las estructuras que generan el sueño se desactivan, pero no del todo y aquellas que generan la vigilia se activan, pero no por completo, por lo cual, el niño (o el adulto) se encuentra en una situación intermedia.
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Es decir, puede tener algunas de las características propias de la vigilia tal como ponerse de pie (bipedestación) y caminar, pero al mismo tiempo no tiene la conciencia suficiente para realizar una conducta de vigilia.
Estos episodios suelen ocurrir en el primer tercio de la noche. “Se levanta y realiza conductas propias de una vigilia, pero las realiza de manera automática, sin pleno estado de conciencia. Estas conductas pueden ser ir al baño y lavarse las manos, ir al cuarto de los padres”, detalla el experto.
Una de las características del estado de sonambulismo es que como no hay estado de conciencia propio de la vigilia, el niño tiende a malinterpretar cualquier estímulo que le venga de afuera y lo que se le diga no lo entenderá, porque no está consciente.
“Lo que puede ocurrir es que el niño lo interprete como algo peligroso y se produzca un estado de agitación psicomotriz nocturna propio del terror nocturno. Lo que debemos hacer es llevar al niño lentamente hacia la cama y que tranquilamente prosiga el sueño.”
La genética tiene que ver mucho en el trastorno del sonambulismo, es muy probable que además del niño que lo tenga a un hermano o los padres también les haya ocurrido o que tengan terrores nocturnos.
¿Qué es un terror nocturno y cómo lo diferenciamos de una pesadilla?
Primero vale la aclaración de García-Borreguero quien detalla que no es lo mismo un terror nocturno a una pesadilla.
Los terrores nocturnos también ocurren en el primer tercio de la noche y el niño pasa de estar completamente tranquilo y profundamente dormido a gritar en cuestión de segundos.
“La madre llega, le coge en brazos e intenta calmarlo, pero el niño sigue gritando inconsolable e incontrolablemente. En algún momento ese grito se extingue como el fuego, pero no por la acción de la madre, sino por sí solo y entonces, el niño sigue durmiendo. Es que está dormido mientras tiene lugar el terror nocturno”.
Si por alguna razón al final del episodio el niño se despierta y puede interactuar y le preguntamos qué estaba pasando o por qué gritaba, dirá que no lo sabe. Hay niños que por esta razón pueden despertar todas las noches.
Una pesadilla se produce a partir del sueño REM (por sus siglas en inglés por rapid eye movement). Ocurre en el segundo y tercer tercio de la noche, habitualmente es decir, cuando el sueño no es profundo. Cuando sucede al niño es muy fácil despertarlo y aunque pueda que esté en shock, en muy poco tiempo entra en razón.
Si se le pregunta qué estaba pasando, el niño lo contará. Esto es propio del sueño REM. “Una pesadilla es un sueño con contenido de ansiedad y puede ser muy repetitiva”, dice García-Borreguero.
Ser sonámbulo no es estar enfermo
El sonambulismo no es una enfermedad, en principio, no es algo que haya que tratar; sin embargo, cuando es muy frecuente o hay riesgos de accidentes, entonces conviene tratarlo. Y es que, si el niño tiene 10 o 12 años y ya posee la capacidad de abrir una puerta o ventana para salir de casa, puede ser peligroso.
Habitualmente tanto el terror nocturno como el sonambulismo desaparecen con la pubertad, pero en un 20% aproximadamente de los niños el sonambulismo o los terrores nocturnos no desaparece y cuando están en la treintena buscan ayuda médica.
De acuerdo con la experiencia de García-Borreguero, casi a los 30 años, cuando la persona tiene una vida en pareja, se notan los terrores nocturnos, sentidos por su compañero.
Tratamiento para el sonambulismo
Lo primero, según García-Borreguero es tranquilizar a los padres y desmitificar la creencia de que es una enfermedad.
“No es una enfermedad peligrosa ni nada parecido, el mayor riesgo es el riesgo de accidentes”. No es una epilepsia o que el niño esté perdiendo la salud mental ni nada parecido.
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El segundo paso es buscar hábitos de vida más saludables, es importante que el niño tenga horarios regulares, que duerma lo suficiente para su edad, porque si no duerme lo suficiente, tendrá más cantidad de sueño profundo y la probabilidad de terrores nocturnos será mayor. Además, el dormitorio debe tener las condiciones adecuadas, como una buena luz y que no haya ruido, porque existen casos de niños que con estímulos externos pueden presentar episodios de sonambulismo.
Una vez que se toman las medidas, los episodios son menos frecuentes. Hay que estudiar al niño, porque si está teniendo otra enfermedad que le afecta durante el sueño puede incidir en los episodios de sonambulismo, tal como apnea del sueño, el síndrome de piernas inquietas, mioclonias nocturnas o algún otro tipo de enfermedad que pueda afectarle durante el sueño, porque lo desestabiliza y precipita los episodios de sonambulismo.
Otros tratamientos que han tenido éxito son los despertares programados, en los que la familia hace una especie de agenda diaria en las que establece a qué hora del día se acuesta el niño, a qué hora le ocurren los episodios, a qué hora va al baño, esto se hace por dos semanas y basándose en ello se puede calcular a qué hora se puede producir el episodio y despertarlo para que vaya al baño y así iniciar la fase del sueño y que no se produzca.
También, si hay alguna situación de estrés en la familia, se debe tratar, porque el estrés también produce despertares por la noche. Si todo esto no funciona, entonces se recurre a tratamientos farmacológicos.
Mitos sobre el sonambulismo
Al tema del sonambulismo lo rodean algunos mitos y en el caso de Panamá existe la creencia de que si el niño suele levantarse en las noches, se le debe colocar un balde con agua al pie de la cama o una toalla mojada, así, cuando se ponga de pie y sienta el agua, se despierte de inmediato. Igualmente, el hecho de que no se deben despertar porque se considera que es malo.
Ante estos cuestionamientos el versado en medicina del sueño aduce nunca haber probado este método, “puede no servir para nada o precipitar un episodio de agitación nocturna, pero es muy importante tener en cuenta que hay situaciones en las que hay que tratar, tal como la apnea del sueño”.
El problema del sonambulismo es el despertar parcial, pero si hay otra enfermedad que está produciendo en el niño como la apnea, que aparte de ronquidos produce muchos despertares parciales a lo largo de la noche, es más probable que en algunos despertares el niño entre en un episodio de sonambulismo y si se trata la apnea, también se hace con el sonambulismo.
¿Cómo tener un sueño placentero?
García-Borreguero recomienda que, en general, para tener un sueño placentero se debe cumplir con hábitos correctos de sueño como:
- Regularizar, es decir, enseñarle al cerebro que todos los días aproximadamente a la misma hora comenzará la desactivación (dormir) y la hora de la activación (despertar) será más o menos a la misma hora. “Este es uno de los grandes problemas de la sociedad actual, la falta de regularidad”.
- Que haya un correcto equilibrio entre la actividad física y la actividad mental (hacer ejercicio físico entre las 4 y 6 horas antes de dormir).
- Antes de iniciar el sueño tiene que haber un periodo de desactivación progresiva, es decir, que al llegar a casa debe haber un tiempo de relajación antes de la hora de dormir. “No podemos estar frente a la computadora y decir son las 11:30 y me meto a la cama, porque no funciona así de rápido”.
- Temperatura adecuada en el dormitorio; se conseguirá dormir mejor entre los 22 y 25 grados.
- Un correcto aislamiento lumínico
- Un correcto aislamiento acústico
- Tratar aquellas enfermedades que se están produciendo durante el sueño
- No dormir durante el día (siestas) si le cuesta dormir de noche.
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