Sociedad
Domitila y Tiburcio: las caras del Carnaval capitalino
Conocedores del Carnaval capitalino discrepan sobre la aparición de estos personajes; unos dicen que fue en la década del 30 y otros que los 50.
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Conocedores del Carnaval capitalino discrepan sobre la aparición de estos personajes; unos dicen que fue en la década del 30 y otros que los 50.
A pesar de que hoy día el Carnaval capitalino no tiene la fuerza y atracción de antaño, hay quienes recuerdan con nostalgia los años dorados de esta celebración en la ciudad de Panamá.
Si bien la celebración de estas festividades tienen mucha influencia afroantillana, hay dos personajes que no tienen nada que ver con ese grupo, pero que representan una imagen cuando se habla del Carnaval en Panamá. Se trata de Domitila y Tiburcio, la primera es una muñeca que vestía una pollera montuna con una blusa de pollera color blanco. Portaba trenzas que le llegaban hasta la cintura, tenía puesto un sombrero pintado y los rasgos de su cara solía ser bastante extravagante.
El nombre de Domitila surgió de una popular canción del cantante cubano Rolando Laserie, "Domitila donde va".
Historiadores, conocedores y escritores del Carnaval cuentan que su surgimiento data de la época de oro del Carnaval capitalino, entre 1956-1960.
La contraparte masculina de Domitila, Tiburcio, se caracterizaba por llevar el típico montuno ocueño, mientras cargaba una chácara y un par de cutarras.
Estos dos personajes del Carnaval se idearon con el fin de parodiar al campesino del interior que venía a vivir a la ciudad capital.
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En un inicio Domitila era llevada a todos los desfiles de los Carnavales a bordo de un "Jeep" militar (usualmente prestado por el Ejército acantonado en la otrora Zona del Canal). La misma encabezaba el despliegue.
Las versiones de los historiadores varían, incluso hay quienes como Vladimir Berrío Lemm, quien plantea que estas figuras datan de antes de los años 30, las cuales se fueron oficializando en las décadas del 50 y 60. "Eran muy propios del Carnaval capitalino y le rendían un tributo a las personas montunas (del monte)".
En otras publicaciones del Carnaval se relata que aparecieron en la década de los 60 y siguieron en los 70 y los 80, y sirvieron para burlarse o satirizar a la gente de allá "onde" uno.
Tiburcio y Domitila bailaban al son de una murga, nacieron como burla al interiorano que venía a la ciudad, pero poco a poco sus cutarras, su chácara y sus trenzas fueron aceptadas y vestidas por la gente joven de la capital.
Alguna vez Tiburcio y Domitila fueron figuras de un carro alegórico y desfilaban estáticos, pero siempre después de ellos llegaba el carro de la Reina del Carnaval.
El historiador relata que Tiburcio era un hombre vestido de montuno que usaba chácara y Domitila, una mujer de faena con su tumba hombre, camisa de pollera y trenzas largas.
En unas de sus publicaciones el historiador de Carnaval, Jorge Kam, expresó que de la pareja, era más importante la mujer, quien inauguraba y cerraba estas festividades. Con el tiempo se perdió esta tradición y fue reemplazado por Ipatcito (muñeco del antiguo IPAT), se calcula que fue durante el mandato del presidente Ernesto Pérez, así lo contó Kam.
Vladimir Berrío Lemm recuerda que en su labor de investigador de la historia puede plantear que la celebración del Carnaval en Panamá data del siglo XVIII, pero no como los conocemos hoy día, sino como días de fiestas, tunas y caminatas al río o la playa, dependiendo de la región.
Incluso, relata que su mamá fue reina infantil de los Carnavales de 1939 y para entonces, ya existía Domitila.
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"En mis tiempos de niño (años 60) recuerdo que Tiburcio a veces le hacía pareja a Domitila y el rey Momo iba aparte", explica.
Durante algunos años, después de la invasión militar de Estados Unidos a Panamá, el Carnaval perdió su esencia, y después de allí fue difícil recuperar esa fuerza que tenía en antaño, de allí que cobran relevancia las festividades en el interior del país.
El sociólogo Gerardo Maloney recuerda que a inicio de los 90 los Carnavales se movieron hacia el interior de la República y ya la gente veía en los Carnavales como un momento para salir de la ciudad e irse a disfrutar de las playas, y fue cambiando un poco el sentido del Carnaval en la ciudad.
"Las capas medias, sobre todo, se fueron yendo hacia el interior de la República y quedaron reducidos los Carnavales de la ciudad y también hubo un cambio importante que fue la tecnología que hizo que de alguna manera los que habían sido los lugares de bailes populares como eran los toldos en la época del 50 y 60, se reemplazaran por las discotecas en las calles, las tarimas en las calles, eso cambió mucho el Carnaval". Incluso, recuerda que los culecos no son una tradición de la capital, sino que es un elemento que se trajo del interior del país.
Relata que en el interior cuando el Carnaval de la ciudad estaba en su apogeo, eran festividades con muchos elementos típicos, pero que con el pasar del tiempo también se ha ido perdiendo la esencia de esta celebración.
Hubo años, después de la invasión, en los cuales las figuras de Domitila y Tiburcio desaparecieron debido a diversos factores políticos y sociales, no obstante, en el 2006, cuando la celebración del Carnaval de la ciudad capital quedó en manos de la presentadora de televisión Mingthoy Giro, las figuras de Domitila y Tiburcio reaparecieron.
"Empezamos a indagar e investigar quiénes eran las personas que habían hecho o hacían estas figuras, porque fue una obra, una estructura, y descubrimos quiénes tenían la estructura y se contrataron para que lideraran el desfile de los carros alegóricos", señala Giro. La presentadora además recuerda que sumado a Domitila y Tiburcio se organizó en los corregimientos a diversos grupos, quienes tenían sus comparsas.
Hoy día muchos recuerdan que la celebración del Carnaval capitalino no es la sombra de lo que fue, no obstante, hay quienes como Gerardo Maloney plantean que esta festividad se puede retomar volviendo al concepto cultural. Destaca que se hace un intento con la tarima del recuerdo, pero hay que ir más allá.
Reconoce que el Carnaval de la ciudad de Panamá es más parecido al de Trinidad & Tobago, ya que las raíces son afroantillanas y hay que retomar los aspectos que se han perdido.
"Hay un poco de eso con la tarima del recuerdo, pero creo que no es lo mismo, habría que hacer cambio integral de los Carnavales para que las representaciones y el contenido tuviesen una proyección más de tipo cultural", indica el sociólogo.
Los conocedores de la tradición del Carnaval capitalino consideran que el brillo de los mismos se puede retomar y, sobre todo, retrotrayéndolos a la tradición.
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