Mensaje
Una sanación profunda
Desde la fe se vive la presencia del Señor con efectividad en el alma. Dios entonces actúa. La persona experimenta la paz y la alegría que da el Espíritu, la fortaleza y el consuelo que se vive gracias a la presencia real del Señor. Y de ahí pueden provenir las sanaciones y curaciones y los milagros, si el Señor quiere concederlos.
- Rómulo Emiliani
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- - Publicado: 22/5/2021 - 12:00 am
Cuando esta mujer se acercó a Jesús ya llevaba doce años con unas incómodas y vergonzosas hemorragias que ningún médico de la época había podido curar. Vivía atormentada y no podía realizar normalmente sus oficios por esa enfermedad.
¿Un tumor, una úlcera, un cáncer, un problema vascular? Quién sabe. Pero era una mujer de fe…creyó que Jesús la podía curar. Tenía que acercársele, encontrarlo, hablarle, pedirle la curación. ¿Y cómo? Mucha gente lo rodea, todo el mundo lo busca, no hay manera.
Y un día que estaba Jesús predicando y curando enfermos, y quizá discutiendo con algunos fariseos que no dejaban de molestarlo, de hacerle preguntas, de acusarlo, aparece ella, y moviéndose entre la gente, intenta llegar donde Jesús.
No hay manera. Se queda frustrada, triste. Pero se le ocurre una idea movida por la inmensa fe que siente: "Y si me acerco y aunque sea le toco el borde del manto, yo sé que seré curada." Y así hizo.
Al hacerlo, de una vez sintió que algo sobrenatural la invadía, y su cuerpo empezó a experimentar una energía y un bienestar grande, algo así como cuando a uno lo ungen con un bálsamo para calmar el dolor de un golpe. Dios la tocó y la sanó inmediatamente. Y eso por la fe tan grande de esta mujer.
Jesús exclamó: "¿y quién me ha tocado? "Pero Señor, si todo el mundo te está apretujando, cómo dices que alguien te ha tocado". Es que Jesús sintió que una fuerza había salido de él. Una fuerza de sanación provocada por la fe de esa mujer.
Ahí está la diferencia entre acercarnos a Jesús por rutina, por cumplir algún rito o ceremonia y rezar de manera autómata, a rezar y vivir las ceremonias religiosas con intensidad, a vivir los ritos con amor, a hacer todo con fe.
Desde la fe se vive la presencia del Señor con efectividad en el alma. Dios entonces actúa. La persona experimenta la paz y la alegría que da el Espíritu, la fortaleza y el consuelo que se vive gracias a la presencia real del Señor. Y de ahí pueden provenir las sanaciones y curaciones y los milagros, si el Señor quiere concederlos. Como pasó con la mujer hemorroisa.
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Por otro lado, es bueno también recalcar que cuando uno está desenfocado en su fe y en lo que son sus prioridades en la vida, gasta energías, tiempo y recursos en cosas que no son esenciales. Es una hemorragia de vida continua.
Pero si uno se centra en lo fundamental y sabe invertir sus recursos espirituales, mentales, emocionales y materiales en lo que vale la pena, todo marcha mejor en la vida.
Monseñor
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