Panamá
¿Un año nuevo?
- Monseñor Rómulo Emiliani cmf.
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Dividimos la vida en años, que dependen de la vuelta que da la tierra alrededor del sol. Y está bien.
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¿Has pensado alguna vez que un día es como un compendio, un resumen de un año? Y que un día tiene tanto valor como un año, o más, porque un año no es más que la suma de un número determinado de días. Que en un día pasa lo mismo que en un año, pero de manera más pequeña. Sigues envejeciendo, pensando, decidiendo cosas, relacionándote con la gente, trabajando, descansando, esperando, sufriendo, riendo, planeando, comiendo. Un día es el pilar, el fundamento, junto con otros días, de un año.
Y gracias al conjunto de esos días decimos que tuvimos un año bueno, malo, duro, exitoso, feliz, triste. En el fondo, no apreciamos el valor supremo que tiene un día en nuestra vida. La importancia tan grande. Deberíamos quizá esperar con las mismas ansias o más, el día que vendrá, con sus oportunidades, retos, dificultades, alegrías y tristezas, como los del año que viene.
Cada día es extremadamente importante. Pero centramos toda nuestra aspiración, preocupaciones, ideales, sueños y temores, en el nuevo año que se aproxima. Y a veces como algo mágico, misterioso, fuera de nuestro control, quizá dependiendo más del azar, de alguna suerte movida por poderes extraños.
Dividimos la vida en años, que dependen de la vuelta que da la tierra alrededor del sol. Y está bien. Pero nos olvidamos del valor de un día, que depende de la vuelta que da la tierra sobre sí misma. Y que esa rotación es tan importante como la otra.
Si valoráramos la importancia del día de hoy, que vale la pena prepararlo bien, desde el día anterior, con cada detalle del mismo: desde la ropa que te pondrás, la comida que cocinarás o comprarás, las reuniones que tendrás, con los detalles de la hora y agenda, tu tiempo de oración personal, las llamadas que tienes que hacer, el libro que debes estudiar, el arreglo de aquél aparato dañado; si organizaras bien el día que vendrá, y trabajaras duro, te aseguro que si haces eso todos los días, el nuevo año vendrá mejor, porque es sobre todo fruto de lo que hiciste del año que termina.
De no hacerlo así, la improvisación, las prisas, la falta de organización, el no valorar la importancia de un nuevo día, hace que perdamos tanto tiempo, tantos días, que al final del año le echemos la culpa al mismo de nuestra propia negligencia. Jesús nos dijo: "Cada día tiene su afán". Cada día es en extremo importante, decisivo, trascendental, único, para todo, y sobre todo para amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y al próximo como a ti mismo.
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