Celebración
Todos anhelan que llegue diciembre
- Bernardina Moore [email protected]
...se trata de celebrar el hecho del nacimiento de nuestro Salvador y así como tenemos el cuidado de pintar y adornar nuestra casa, debemos hacer lo mismo con nuestro corazón para recibir a ese Niño que tuvo por lecho un pesebre...
Nacimiento del escultor mexicano Luis Villanueva, realizado con figuras de México y El Salvador, a excepción de los Reyes Magos que son de Japón. Foto: EFE
La gran mayoría porque celebran el nacimiento de Jesús, y anhelan vivir esa magia de la Navidad, y se esmeran por arreglar su casa lo mejor posible, a veces compitiendo con el vecino, aunque no tenga los mismos recursos económicos y se endeuda con tal de hacer derroche.
Otros, además de la alegría por la Navidad, están felices como yo por cumplir años en diciembre Dios mediante.
Pero, tocando el botón de retroceso observamos cómo la sociedad de consumo ha comercializado este gran acontecimiento que transformó la vida de la humanidad.
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Antes, en muchos hogares, se hacían los tradicionales Belenes o nacimientos; hoy día muy pocos lo hacen y han cambiado al Niño Dios por mucho lujo, costosos juguetes electrónicos, mucha ropa de marca incluyendo zapatos y zapatillas que, con sus precios, se haría un buen súper para semanas.
En muchos hogares a las doce de la noche ya no hay Niño Dios para colocar en el nacimiento y dar gracias, sino que echan mano de una botella de licor y a comer y a beber hasta quedar ebrios, por no decir borrachos (algunos) y el motivo de la celebración brilla por su ausencia, lo curioso es ver a personas que jamás nos han saludado en todo el año y nos quedamos viendo visiones, cuando vienen muy “eufóricos” a decir, ¡Feliz Navidad! vecin@ No entendí.
Lógicamente que nos referimos a personas que dicen ser “cristianas” pero celebran a su modo el nacimiento de Cristo, porque el comercio, la gran mayoría de los almacenes que están pendientes de la caja registradora, nos han vendido la idea de que si no gastamos nuestros ahorros en lujos y compras a veces innecesarias, no pasaremos o no tendremos una Navidad a todo dar.
Hasta ahora nos hemos centrado en el aspecto material, donde no se debe perder ningún detalle, como por ejemplo: que no falte el guandú aunque cueste diez dólares la libra, el jamón que costo tanto conseguir haciendo esas filas kilométricas y así en la mesa o en la cena que no falte nada.
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Ahora, esta reflexión no se puede basar solo en ese aspecto porque es necesario considerar el hecho de que para un verdadero cristiano, celebrar Navidad es otra cosa.
¿Cómo vamos a enseñar a nuestros niños que Navidad no es tener el mejor celular, por decir algo, que el de su mejor amigo?
Para conmemorar un acontecimiento de esta naturaleza, es necesario estar preparados porque se trata de celebrar el hecho del nacimiento de nuestro Salvador y así como tenemos el cuidado de pintar y adornar nuestra casa, debemos hacer lo mismo con nuestro corazón para recibir a ese Niño que tuvo por lecho un pesebre y demostrarnos que no es en los lujos que está la felicidad, sino en ser humildes y descubrir el verdadero sentido del amor al prójimo, porque cuántos esa noche, hermosa cual ninguna, ni se enteran de qué pasó, porque nadie se acordó de compartir con ellos no lo que les sobra, sino parte de su abundancia y darles la buena nueva de que Cristo se hizo hombre por ellos también.
Para los cristianos católicos la Iglesia ofrece cuatro semanas de preparación en el tiempo llamado de Adviento (Advenimiento ) que da inicio al nuevo año litúrgico.
Es un tiempo de mucha reflexión sobre el misterio del nacimiento del Mesías anunciado por los profetas.
Por eso no anhelemos que llegue diciembre para ir todos los días a comprar y gastar hasta dejar limpios los bolsillos, recordemos que el hambre no es por un día y en un abrir y cerrar de ojos al arrancar la hoja del calendario, vemos que la despensa está vacía, porque no fuimos previsores en guardar pan para mañana.
Sigamos meditando y nuestra Navidad será lo que debe ser.
Escritora
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