Sobremanera... ¡higiene!
Nos pareció harto prudente de Norwegian Cruise Lines, emitir uno de varios comunicados prohibiendo el acceso al navío de personas que hubiesen viajado a China recientemente.
- Jaime Figueroa Navarro
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- - Publicado: 14/3/2020 - 12:00 am
Mucho ha acontecido desde que se reportó la epidemia de COVID-19. Mientras el mundo percibía el fenómeno chino desde lejos, nos parece que las medidas preparatorias fueron harto leves hasta que la Organización Mundial de la Salud, resultado del número de infectados y muertos, declaró una pandemia global el miércoles.
En Panamá, a pesar de ser un punto estratégico, más de un millón de pasajeros transitan el aeropuerto de Tocumen mensualmente y las cifras de cruceristas se incrementan más, hemos sido hasta el momento bendecidos con un número ínfimo de casos.
No obstante el recelo, mi esposa Mayin y yo teníamos planificado desde hace año y medio abordar un crucero de 14 días en Santiago de Chile, atravesando el estrecho de Magallanes con destino final Buenos Aires, con motivo de la conmemoración de los 500 años del primer viaje de circunnavegación a bordo de la Nao Victoria.
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Inicialmente, nos pareció harto prudente de Norwegian Cruise Lines, emitir uno de varios comunicados prohibiendo el acceso al navío de personas que hubiesen viajado a China recientemente, ofreciendo un reembolso total del pago. Las disposiciones sanitarias a medida que se acercaba la fecha del embarque fueron extraordinarias, asegurando la plena seguridad durante la travesía, tanto a pasajeros como a los tripulantes, estos últimos eran un significativo número proveniente del Oriente.
Fue tal el nivel de conciencia de las posibilidades de un brote viral que los colaboradores constantemente ofrecían desinfectantes para las manos a lo largo y ancho del crucero e inclusive infatigablemente higienizaban los pasamanos de las escaleras. Felizmente no tuvimos ningún incidente durante las dos semanas.
Durante una de las escalas, en Punta Arenas, Chile, nos desplazamos desde su centro al histórico Fuerte Bulnes, fundado en 1843 para establecer la soberanía chilena sobre el Estrecho de Magallanes, a unos 60 kilómetros de distancia. En la carretera pude percibir la ausencia de basura. Ningún papelito, ninguna lata o pava de cigarrillos.
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Ello me llevó a reflexionar sobre el tema de los desperdicios en Panamá. Somos un país sumamente tóxico y cochino, foco de enfermedades tropicales que bien pudiesen limitarse o eliminarse si creáramos una conciencia ciudadana, precisamente sobre el tema que hoy nos atañe a raíz del florecimiento del coronavirus a nivel mundial.
¿Por qué tenemos que esperar una pandemia para tomar conciencia?
Así como algunos ejercitamos nuestros cuerpos y gozamos de una dieta para maximizar nuestra calidad de vida y evitar los gastos y deterioros resultados de enfermedades, nos parece sano tomar las adecuadas mesuras anticipadas para la prevención de males.
Hijo de médico, mis padres me inculcaron el hábito del lavado de manos. En el antiguo Hospital Panamá, anterior a una intervención quirúrgica, mi padre me señaló el adecuado procedimiento hará casi seis décadas.
Otro tema que nos invita a la reflexión es nuestro desaliñado hábito de tocar superficies en sitios de circulación publica, focos de bacterias y virus. Los pasamanos, los mostradores, las maniguetas, son todos albergues de inmundicias. Evite en lo posible la utilización de efectivo en sus transacciones cotidianas, favoreciendo la utilización de tarjetas de crédito o debito. Los billetes y monedas son portadores de todo tipo de bacterias y viruses. La crisis del coronavirus pasará, otras están al acecho.
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