Panamá
Soberanía Energética
- José González Rivera
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En el 2015 se firmó el acuerdo de París para limitar el aumento del calentamiento global a 1,5 °C con respecto a niveles preindustriales.
La primera fuente de energía utilizada fue el fuego y la capacidad de dominarlo data de hace unos 500 000 años y fue la principal fuente de energía hasta que en el siglo XVIII aparece la máquina de vapor.
A medida que ha mejorado la tecnología, quemar carbón se ha hecho más barato, acceder a petróleo mucho más accesible, usar la energía nuclear más segura, y algunas energías renovables como la eólica, la fotovoltaica o hidráulica por fin son más rentables. Hay nuevas energías prometiendo revoluciones como el hidrógeno verde, la energía geotérmica, la mareomotriz o la fusión nuclear.
En el 2015 se firmó el acuerdo de París para limitar el aumento del calentamiento global a 1,5 °C con respecto a niveles preindustriales. Debemos hablar de un tema olvidado en Panamá y que es el cimiento de nuestro desarrollo: la soberanía energética.
La política de seguridad y defensa es uno de los pilares del Estado moderno. Soberanía energética se define como el poder supremo e ilimitado del pueblo, para adoptar las decisiones políticas eléctricas para su desarrollo económico y social ya que Panamá cuenta con el monopolio legítimo del uso de la fuerza. En nuestra soberanía energética ninguna entidad privada o Estado, puede imponer en Panamá como debemos actuar con nuestra electricidad y cómo debemos organizarnos cada vez que nos suben la luz.
Si se analiza el crecimiento del Producto Interno Bruto ( PIB) panameño, bajo un simplismo aumentativo, se debería deducir que la demanda eléctrica lo haría en proporciones similares al PIB; pero lo único que hemos tenido es un "laissez faire": una relación estática entre el crecimiento de la demanda eléctrica con las malas consecuencias sociales. Las consecuencias sociales de mayor coste al consumidor, menor competitividad regional y ocupar más tierras para embalses de hidroeléctricas. La demanda de energía crece más rápido que la provisión suplementaria de nueva energía y su almacenamiento. Un reactor de una central nuclear genera 1000 Mw y pareciera que el pueblo panameño está subsidiando uranio.
Panamá vive en paz sin amenazas militares mayores, pero no contamos con la autonomía energética. Nuestro país podría verse más afectado por un déficit energético que por una amenaza potencial de un ejército vecino. Depender de electricidad sudamericana de capital estatal asiático tampoco debe estar dentro de nuestras opciones por razones obvias: un canal interoceánico con la Emienda DeConcini vigente.
En el Antropoceno, las confrontaciones por recursos energéticos serán muy intensa. Se incrementará las tensiones entre las fuentes tradicionales de energía y las tecnologías verdes y tanto la energía como los alimentos serán utilizados como armas geopolíticas. Casi todos los Estados podrán desarrollar ciberguerras y podrán colapsar el funcionamiento de otras sociedades, privándolas de electricidad, inmovilizando los sistemas de datos que permiten el funcionamiento de transporte, hospitales, administración pública y privada, producción industrial y hasta la comunicación privada de los ciudadanos.
Hemos dejado en las manos de los donantes de diputados, la viga maestra de nuestro desarrollo económico y social. La ausencia del Estado panameño en la planificación energética genera la mayor dependencia y vulnerabilidad para el desarrollo del país. Es de interés nacional asegurar el abastecimiento energético y es impresentable una ética comercial que privatiza las ganancias y traspasa los problemas al sector público. Las dificultades de un sistema híbrido público-privado es que unos culpan a otros por las falencias del servicio.
Necesitamos un enfoque más moderno y estratégico para seguir desarrollando nuestra ventaja comparativa global, a fin de poder salir a competir y sacar el máximo provecho de nuestra privilegiada geografía: De la misma manera que el gobierno nacional pactó con la empresa Pfizer la compra directa de vacunas contra el covid, debe el Estado panameño desarrollar de manera directa y autónoma la creación de generadoras de electricidad para nuestra soberanía energética para honrar los compromisos que adquirió Panamá en el High-level Dialogue on Energy, New York 2021.
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