Semana Mayor y el Triduo Pascual
Este año lo haremos de manera virtual debido al aislamiento por la pandemia. Pero se podrán conectar a través del Internet para seguir de cerca los mismos.
- Manning Maxie Suárez
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- - Publicado: 29/3/2020 - 12:00 am
En esta época, que pasará a la historia de la humanidad como la época de la pandemia del Covid-19, nos toma a todos en plena celebración religiosa y cuaresmal, donde las palabras “Cuaresma” y “Cuarentena” se entremezclan para replegarnos en casa y cuidarnos responsable y mutuamente.
Múltiples actividades religiosas, en todas las Iglesias de corte católica como protestante, han sido restringidas por decretos y leyes de todos los países, para contrarrestar la posibilidad de contagiarnos del virus COVID-19, y por otro lado, de propagarlo y contagiar a otros.
Pero, “no hay mal que por bien no venga”, podemos aprovechar cada momento en que estamos aislados en nuestras casas para fortalecernos en nuestra espiritualidad personal. La virtualidad se ha hecho realidad en nuestras vidas gracias al internet y a las herramientas tecnológicas de aprendizajes. Así las Iglesias brindan a través de las páginas web y redes sociales, múltiples servicios para que sus fieles, no pierdan contacto con ellas brindando desde cursos de diferentes temas hasta servicios religiosos.
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En estos días, temprano en las mañanas, me conecto con la página web “Mensajes del Papa” en YouTube, y disfruto de las celebraciones y mensajes esperanzadores, confortando mi espíritu y acrecentando mi esperanza de que pronto veremos la luz en medio de tantas situaciones de oscuridad en este mundo.
La Cuaresma es una época extraordinaria para fortalecer nuestra espiritualidad para ser mejores personas, mejores humanos. La práctica diaria de la lectura de la Biblia, la oración diaria, la comunión espiritual con el Señor, y la solidaridad humana expresada en la oración comunitaria, solidaria y compasiva con los que sufren hoy por causa de la pandemia y otros males, deben tener en nosotros unos resultados excepcionales que se deben testimoniar en nuestro vivir.
La Semana Mayor iniciará como todos los años, con la celebración de la entrada triunfal de nuestro Señor Jesucristo a la ciudad de Jerusalén y continuará con cada día santo de la semana donde el jueves santo tienen una especial particularidad, pues es en este día que la Iglesia designó la festividad de la institución de la Santa Eucaristía, el culto central de la Iglesia y, por otro lado, la del Orden Sacerdotal, es el día de los sacerdotes, ministros de la Iglesia extendida por todo el orbe y donde los sacerdotes renuevan sus votos liderados por sus obispos, es este día también donde se desviste la mesa sacrificial y el altar mayor. Llegando así al triduo pascual.
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Desde el jueves en la tarde, que es donde concluye la cuaresma, pero con mayor fuerza desde el viernes, sábado y domingo de resurrección o domingo de pascua florida componen la festividad del “Triduo Pascual”. Es aquí, con más fuerza que la comunidad cristiana conmemora la pasión, muerte y la resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Desde temprano veíamos en otras épocas a los feligreses visitar los diferentes templos cristianos disponerse para la meditación de la pasión de Jesús, la misma no incluye la celebración de la Eucaristía.
Este año lo haremos de manera virtual debido al aislamiento por la pandemia. Pero se podrán conectar a través del Internet para seguir de cerca los mismos.
Lo principal del sábado santo es la vigilia pascual, que no es otra cosa que la conmemoración de la resurrección de Jesús. Esta celebración se le considera como la más importante de la liturgia cristiana, la misma incorpora la celebración de la luz y del agua, ya que se bautizaban a los neófitos en la fe, como también la liturgia de la Palabra y la Eucaristía.
A diferencia de la cuaresma donde todos los colores son morados y rojo el sábado el color litúrgico es blanco como una señal de pureza y alegría.
Recordemos que este día no es una simple celebración, es algo que debe marcarnos con el sello de Cristo para toda nuestra vida. Todos los cristianos renovamos el pacto bautismal. Nos comprometemos en ser mensajeros de esperanza, alegría y fe para un mundo que vive sumido en la desesperación, la tristeza y la agonía de muerte.
El domingo con gozo todos debemos decir desde el fondo de nuestra alma: ¡Aleluya! ¡Cristo ha Resucitado! ¡Aleluya! ¡Es verdad ha resucitado, Aleluya!
El autor es sacerdote
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