Pandemia
Resiliencia de la mano de Dios
... por qué debemos atravesar por el sufrimiento de esta pandemia y el dolor que ha causado a todo el mundo, pero debemos ser fuertes y aprender a ser mejores cada día, empezando este aprendizaje con nosotros, con nuestro prójimo y nuestro entorno.
- Juana B. Aparicio López
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- - Publicado: 01/5/2020 - 12:00 am
Cada día del distanciamiento ha sido un aprendizaje de vida. Foto: EFE.
Yo me he preguntado, cómo contarán las futuras generaciones esta experiencia nuestra de la pandemia muy distinta a todas en las formas precedentes de vivirla, gracias al uso de la tecnología que nos presenta todo en tiempo real y nos hace sentir muy cercanos a pesar de estar encerrados en casa.
Cada día del distanciamiento ha sido un aprendizaje de vida.
Un gran amigo escribió “si esta pandemia no nos hace mejores, que al menos seamos menos malos”.
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Y así espero que podamos salir de este difícil momento.
Interesada en qué será de nosotros después de esta pandemia, repasé los temas de resiliencia, la cual es la capacidad que se tiene para superar circunstancias traumáticas.
Particularmente, el modelo de Resiliencia que Glenn Richardson hizo público en 1990, nos muestra el proceso por el que una persona puede hacer frente a la adversidad.
Muy acertadamente, dice el autor que a la hora de enfrentarnos a una adversidad, no se tiene una única respuesta posible, porque no todos somos capaces de hacer frente a una situación de la misma manera; y, por lo tanto, no todos salen indemnes.
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Fácilmente ante una prueba podemos sucumbir y perder la fe.
Podríamos no entender por qué debemos atravesar por el sufrimiento de esta pandemia y el dolor que ha causado a todo el mundo, pero debemos ser fuertes y aprender a ser mejores cada día, empezando este aprendizaje con nosotros, con nuestro prójimo y nuestro entorno.
El papa Francisco, en una entrevista a la TV, dijo que él “tenía esperanza en la humanidad”.
Debemos pensar en una reintegración resiliente cuando esta pandemia amaine; una resiliencia personal y social de la mano de Dios.
Esto es, que cada persona aprenda a ser capaz de experimentar un crecimiento espiritual como resultado del aprendizaje de esta pandemia.
En primer lugar, pidamos a Dios ser fuertes en la fe, como Job.
Pidamos a Dios. “enséñanos, Señor, a afrontar el sufrimiento, los problemas”.
Debemos sacar lecciones del sufrimiento.
Lo principal es no tanto buscar causas –que pueden ser múltiples, próximas o remotas- pero lo esencial es ponernos en disposición de “salir a adelante”; ir descubriendo y usando los mecanismos internos- incluso de los que no somos conscientes- que nos pueden hacer remontar un problema, una crisis, una pandemia global como la que ahora vivimos.
Esto que llamo “resiliencia de la mano de Dios” es una forma de caminar en la vida, centrada en honrar a Dios, creador y señor de la vida, de forma tal que al final de nuestro propio caminar hayamos tenido la oportunidad de contribuir a su obra consolando al afligido; vistiendo al desnudo, visitando al preso, curando al enfermo y dando pan al hambriento.
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