Carta abierta
Qué le pasa a la población
Los adultos mayores ven con gran aflicción, que sus esfuerzos para protegerse y salir adelante, aun ayudando a los demás, no van acorde con su capacidad.
Carta abierta
Los adultos mayores ven con gran aflicción, que sus esfuerzos para protegerse y salir adelante, aun ayudando a los demás, no van acorde con su capacidad.
Sin ingresos, más que un subsidio o jubilación muy pobre, tienen que comprar medicinas porque el Seguro Social no tiene la capacidad de responder. Sienten soledad y sus opciones son muy limitadas. Fotos: EFE.
Hay una urgente necesidad de trabajar en conjunto para lograr avanzar en esta lucha titánica que azota al mundo entero. Es impresionante cómo el no me importa de ciertos ciudadanos que, sin importarle el bienestar ni vida de la ciudadanía, que, con los últimos alientos de salud y energía, luchan por sobrevivir, viven su vida sin siquiera medir las consecuencias.
Sin percatarse de que todo el personal de salud, que hace un año no descansa, aun sin recibir pago, se desvive para atender al prójimo, aún a riesgo de su salud y vida, con gran convicción y sacrificio.
Si ellos son capaces de hacer semejante sacrificio, ¿por qué nosotros, los ciudadanos que recibimos los beneficios, no podemos ni siquiera quedarnos en casa y tratar de mitigar una situación que no es culpa de nadie, más que de los que, con su irresponsabilidad, no quieren que esta etapa en la humanidad pase?
¿Qué le pasa a la población? ¿Es que no aprecia la vida? ¿ No aprecia la belleza de este planeta que Dios nos ha regalado para disfrutarla y cuidarla?
¿Cómo es posible, que, en un tiempo, donde están muriendo millones de personas, otras, sin ninguna conciencia, puedan hacer filas para comprar zapatillas carísimas, paseos, fiestas, borracheras o ir al centro comercial abarrotando los pasillos para regalos, mientras hay personas que literalmente no les alcanza para la comida? Seamos respetuosos de los sentimientos de los demás. Tengamos solidaridad y compasión.
Hagamos una pausa, y recapacitemos en nuestros actos. Jóvenes, miren lo que hacen. Están poniendo en riesgo a las futuras generaciones. Están comprometiendo la salud de sus seres queridos, de los adultos mayores que no tienen la suficiente fuerza para combatir enfermedades fuertes. Piensen en sus padres, abuelos y otros grupos en riesgo.
Pueblo panameño: reaccionemos, nuestra vida no está comprada; nuestra salud no es eterna. Se la debemos a Dios, y a Él le tenemos que rendir cuentas. Mi recomendación al Señor presidente de la República, y a todos sus colaboradores, es detenerse y redefinir los pasos que se han dado, a ver qué se puede mejorar; quiénes son los que se están aprovechando, cuáles son las fallas, y revalorar los esfuerzos, hablando con transparencia al pueblo.
Este país es cuna de gente generosa. Y, como dijo Monseñor Dimas Cedeño en Penonomé: "este es el momento de implicarnos en el futuro de Panamá".
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Posiblemente revaluar salarios en los ámbitos públicos. Dejar de lado todo viaje, viáticos, proyectos innecesarios como los semáforos, celebraciones y renovaciones innecesarias en instituciones de gobierno. Hay mucho subsidio muy mal usado que se debe evaluar por profesionales calificados.
Hay necesidades básicas de agua potable, salud, medicinas. Los adultos mayores ven con gran aflicción, que sus esfuerzos para protegerse y salir adelante, aun ayudando a los demás, no van acorde con su capacidad.
Sin ingresos, más que un subsidio o jubilación muy pobre, tienen que comprar medicinas porque el Seguro Social no tiene la capacidad de responder. Sienten soledad y sus opciones son muy limitadas.
Señor presidente: Entendemos el gran peso sobre sus hombros, pero el pueblo panameño desea ayudar. Estamos comprometidos con la vida y nuestro querido país. Entendemos que hay muchas cosas que arreglar, y mucho arrastre, pero, las cosas tienen solución.
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Hagamos una buena inversión de los recursos económicos y humanos, desechando todo aquello que no funciona. Con organizaciones, fundaciones, clubes cívicos y profesionales serios, todo lo podemos lograr, pero penalizando a aquellos irresponsables que atentan contra la vida de los demás.
Jubilada.
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