Opinión
¿Por qué ese milagro?
- Mons. Rómulo Emiliani cmf
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El Señor quiere que todos los que podamos trabajemos, estemos ocupados haciendo algo productivo. El Señor quiere que haya empleo para todos, y sueldos dignos.
Monseñor Rómulo Emiliani.
Cuando Jesús entró en la sinagoga y se encontró con el hombre de la mano derecha paralizada tuvo compasión de él. Vio a una persona que no podía trabajar. Era un ambiente rural y todas las profesiones, menos la de recaudación de impuestos y ser sacerdote o fariseo, necesitaban ambas manos para trabajar.
El agricultor llevando el arado, sembrando y cosechando. El panadero amasando el trigo y metiéndolo en el horno. El pastor cuidando a las ovejas y defendiéndola del lobo. El soldado protegiendo a la población. El herrero forjando el hierro en el fuego. El constructor de ladrillos. El que levantaba casas. Las manos siempre eran necesarias.
Igual la mujer, tanto para los oficios de la casa, cuidar a sus hijos, sembrar y cosechar también. Para sobrevivir en un mundo en que no había pensiones, seguros, jubilaciones, había que trabajar, y eso significaba usar las manos.
Jesús vio al hombre que ya empezaba a pedir limosna, que se sentía triste y desamparado. Que terminaría engrosando las filas de los mendigos del pueblo; sintió compasión de él y le pidió que extendiera la mano, y aquel lo hizo como pudo. Los fariseos solo se preocupaban si se atrevía a curar en sábado, si quebrantaba la ley. Si era manifestación divina, eso no les importaba. La ley y el templo por encima de Dios. En el fondo eran idólatras. Y sentían celos de Jesús. La envidia los carcomía por dentro.
Jesús hace la sanación, se realiza el milagro. La mano, el brazo quedó restablecido. Lo empezó a mover. Abría y cerraba la mano. Empezó la persona sanada a levantar los brazos en señal de alabanza a Dios. Estaba glorificando al Señor porque su brazo quedó sano. Le agradeció a Jesús. Vio a Cristo como alguien divino, le besó las manos. Los fariseos se retorcían por dentro. Empezaron a acusarlo de violar la ley, de atentar contra Dios. No les importó que el otro quedara bien, quedara sano.
Pero hay otro detalle significativo: la sanación de la mano paralizada le devuelve al hombre la oportunidad de trabajar, de ganarse la vida digna y honradamente. Le permite realizarse como persona. De incorporarse a la vida activa de la sociedad. Le hace sentirse protagonista en una comunidad que lucha por mantenerse viva.
Eso le da salud mental, eleva su autoestima. Eso le hace sentirse bien con su propio ser. Estos son algunos de los frutos del trabajo. Dios no quiere gente vagabunda, parásita, como tampoco personas que queriendo trabajar, por más que buscan no encuentran un empleo digno. El Señor quiere que todos los que podamos trabajemos, estemos ocupados haciendo algo productivo. El Señor quiere que haya empleo para todos, y sueldos dignos.
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