Mensaje
Poder de la sangre de Cristo
...esa sangre ya tuvo el poder de santificar los lugares, ambientes y personas que fueron rociados por ella. En el monte de los Olivos, donde se decide a morir por nosotros, manaba de su cuerpo una especie de sudor-sangre y fueron bendecidos los Apóstoles.
- Rómulo Emiliani
- /
- [email protected]
- /
- - Publicado: 23/3/2019 - 12:00 am
El corazón amantísimo de Cristo, todo su ser, iba bendiciendo, abrazando, pacificando a todos sus enemigos. Foto: EFE.
Jesucristo es el Verbo Encarnado, el Dios hombre con nosotros.
Su vida fue inmolada para salvarnos.
Su sangre vertida en la cruz y que empezó a manar por su sagrada piel la noche de las torturas y camino al calvario, simboliza toda su actitud y comportamiento de entrega total desde que nace hasta que muere por toda la humanidad.
Pero no solo es un signo, sino que esa sangre ya tuvo el poder de santificar los lugares, ambientes y personas que fueron rociados por ella.
En el monte de los Olivos, donde se decide a morir por nosotros, manaba de su cuerpo una especie de sudor-sangre y fueron bendecidos los Apóstoles.
En el patio de torturas donde los soldados romanos desahogaban su ira golpeando y dando latigazos al cuerpo santo de Jesús, salpicando su sangre a muchos de ellos y cayendo en las baldosas de piedra, todos ellos eran bendecidos y estaban siendo salvados por Jesús.
Y luego, camino al Calvario, donde caminaba el maestro y caía su sangre todos experimentaban, aún sin saberlo, bendición del Señor.
VEA TAMBIÉN: El voto como mercancía: “cómetelo, chúpatelo y plánchalo”
Los soldados y el populacho iban siendo amados, iluminados y santificados por su preciosa sangre.
Aunque ellos siguieran insultando, burlándose y golpeando a Jesús.
El corazón amantísimo de Cristo, todo su ser, iba bendiciendo, abrazando, pacificando a todos sus enemigos.
Cristo Jesús, desde su más profunda conciencia humana y divina, los amaba, los santificaba.
Y llegó la hora de la crucifixión, y los clavos en manos y pies, más la corona de espinas que ya llevaba, elevado el cuerpo en la cruz manó más sangre.
Y se santificó todo el lugar, y Jerusalén, y Judea y se fue extendiendo todo el poder del amor misericordioso de Cristo hasta abarcar a la humanidad de todos los tiempos y el universo entero.
La sangre de Cristo empapó, bañó, roció todo lo creado y aún los peores seres humanos, asesinos, violadores, explotadores del prójimo, traficantes de drogas y armas, todo lo más nefasto de la humanidad recibió la bendición de la redención del Señor Jesús.
VEA TAMBIÉN: Vallas publicitarias, el derecho a la propia imagen y a la información
Todo está bañado por la sangre de Cristo. Claro, si el pecador no se arrepiente nunca y prefiere morir en su maldad, entonces el Señor, respetando la libertad del ser humano, dejará con dolor que la persona se condene ella misma.
Por lo tanto, la sangre de Cristo tiene poder.
Claro que sí.
Nuestra devoción puede centrarse en su sangre, comprendiendo que viene y pertenece a la persona de Cristo.
Viene, mana, de su persona.
Así como somos devotos de su corazón, de su santo nombre, de él resucitado, podemos adorar su sangre bendita, pero siempre en él, en su persona.
Y qué maravilla, en cada Eucaristía allí está su sangre.
Monseñor
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.