La pandemia de la indiferencia
... jamás podríamos estar de acuerdo con los encierros. Lo que sí le decimos al Gobierno es que deben adoptarse más protocolos de segura atención, seguimiento y vigilancia a los contagiados. No dejarlo al buen amparo de la suerte o de la buena fortuna.
- Silvio Guerra Morales
- /
- - Publicado: 08/1/2021 - 12:00 am
El Gobierno debe adoptar más protocolos de segura atención, seguimiento y vigilancia a los contagiados. No dejarlo al buen amparo de la suerte o de la buena fortuna. Foto: Cortesía.
Cuidado con adormecerte. Mucho cuidado. La heroína, la morfina, el cannabis sativa (marihuana), y todo tipo de estupefacientes crean somnolencia y relajamiento del pensamiento, del cuerpo, producen ausencia de dolor o de sufrimiento.
Enervan los sentidos, y en lugar de un juicio crítico y agudo, aparece un cerebro con formas de pensamientos exóticas y hedonistas, placenteras. En ese sentido, cuidémonos de las nuevas formas en que se presentan los estupefacientes: La indiferencia al dolor y sufrimiento ajeno, terrible morfina que nos hace impasibles y ajenos a ese dolor.
La frialdad y parsimonia de la forma o manera de cómo receptamos o percibimos la información mediática o de las redes sociales, perversa marihuana que adormece los sentidos y la razón; el costumbrismo y poco importa ante los datos de la información, las estadísticas, que a diario nos son brindadas, heroína criminal que nos convierte en seres divorciados de la realidad y de nuestro real entorno social y familiar.
Cuando empezamos a perder la visión clara respecto a las cosas, las circunstancias, de nosotros mismos y de nuestros congéneres, se produce el inicio de un proceso que nos despersonifica, nos hace seres distanciados de la humanidad y la razonabilidad de las cosas se torna difusa y engañosa.
Corremos peligro. Peligro que amenaza nuestra propia subsistencia o mínima existencia. No hay dos mundos, ni tres. Existe uno solo: el que nos toca, a diario, vivir y coexistir. El mundo de las ideas, lo sensorial y lo extrasensorial, no son más que polos que se corresponden, al decir de Olsen Girardi, hay "vías de comunicación entre el ser y el deber ser". Y esas vías jamás pueden ser abstractas, sino reales, prácticas.
Por ello, es menester insistir en que no podemos permitirnos perder nuestra humanidad. Allí en donde está el dolor del semejante, ponernos a su lado y extender el brazo amigo y la solidaridad nuestra. Todo lo que se necesita para comenzar a desmoronar el mundo del egoísmo es que aparezca cual rayo luminoso, la sonrisa afable, la mirada solidaria y las muestras de cariño.
¿Acaso no ordenan las Sagradas Escrituras amar al prójimo como a nosotros mismos? Debemos dejar o abandonar la idea de que solo "nosotros" importamos y los demás no. Así no funciona la sociedad.
La interacción social pone de relieve que la concatenación humana es lo que permite a la humanidad llamarse como tal. Los robinsones aislados en una isla se ven siempre sorprendidos con un "Viernes" que inesperadamente sale al encuentro de ellos o les sale al paso.
VEA TAMBIÉN: El agua como mercancía escasa
Los gobiernos esperan asistencialismo y apoyo popular a sus decisiones y adopción de medidas. El pueblo espera asistencia gubernamental. El Gobierno estima que en el bono solidario o en el vale digital se agota el asistencialismo a las carencias populares, sobre todo la de los sectores más golpeados con la pandemia. La lectura anda mal. Sobre todo, por el lado del Gobierno.
Hay quienes han salido a defender al gobierno diciendo que el desbordamiento de los contagios es culpa del propio pueblo y de nadie más. ¡Qué poca dimensión y proyección en el análisis de un problema! Qué fácil es culpar al pueblo de ello. Pocos son los que advierten realmente las causas del problema y por ello, coincidentes con tal forma de pensar, opinan que sencillamente la crisis de la salud sufrida por la pandemia, no ha sido bien dirigida o llevada.
No pocos médicos, pertenecientes al propio engranaje de la salud, han salido a decir que se han tomado más decisiones políticas que verdaderas medidas científicas. Los contagios se han disparado. Pero sigamos (Y esto lo digo a título de sarcasmo), dándole licor al pueblo, y que el circo continúe: fiestas, pan y vino y los contagios será culpa de ellos, nunca de nadie más. Luego no quieren que el pueblo o los que participan de los festines o reuniones, disipen sus penas y angustias, problemas e inquietudes. Al parecer, el Gobierno no quiere, para nada, tocar a las empresas licoreras ni a las cerveceras.
Veremos, en ese mismo orden de ideas, qué pasará después del 14 de enero del 2021. Algunos ya empiezan a vaticinar que el encierro sigue, la zaga continúa. Al Gobierno, al Minsa, hay que hablarle claro.
VEA TAMBIÉN: Confusión de signos y significados
Por ello, jamás podríamos estar de acuerdo con los encierros. Lo que sí le decimos al Gobierno es que deben adoptarse más protocolos de segura atención, seguimiento y vigilancia a los contagiados. No dejarlo al buen amparo de la suerte o de la buena fortuna.
Eso de comunicarles a quienes se hacen los hisopados, cuando ya llevan doce o trece días con la COVID-19, que están contagiados es tremenda falla. En muchos la enfermedad ha tomado cuerpo y ventaja, en otros ya por salir del cuadro.
La realidad de las viviendas panameñas, pensemos solo en muchos sectores de San Miguelito, es que acreditan precariedad en sus estructuras. Camas en donde duermen más de uno y casas en donde un solo cuarto cobija a más de seis. ¿Cómo, entonces, mandar al contagiado para su casa y que en esas casas se aísle? Imposible. Queda abierto el debate. ¡Dios bendiga a la Patria!
Abogado.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.