Panamá
Panamá necesita un diálogo estratégico
La inquietud continúa con las declaraciones recientes del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, difundidas en Fox News. Según se comenta, durante el encuentro con el presidente José Raúl Mulino se advirtió que Panamá estaría vulnerando el tratado canalero, permitiendo que China ejerza un “control efectivo” sobre nuestra preciada vía interoceánica. Si no se adoptan medidas, se augura la posibilidad de que Estados Unidos “haga valer” sus derechos de forma directa, sin descartar “ninguna opción”.
Aunque estas palabras suenan duras, es necesario analizarlas con la profundidad que requiere la situación, ya que no es solo un grito populista; es un intento deliberado de reconfigurar el equilibrio económico y geopolítico de la región. Desde mi perspectiva, estas declaraciones impactan profundamente tanto la economía nacional de Panamá como su proyección internacional. El Canal de Panamá, más que una vía de tránsito, es la arteria vital de la economía panameña. Con ingresos que representan una proporción significativa del presupuesto gubernamental y un aporte crucial al PIB, cualquier incertidumbre en torno a su estabilidad, desatan temores en los inversionistas locales y extranjeros. La amenaza esgrimida por Trump, en repetidas ocasiones, de “recuperarlo” genera volatilidad en los mercados y puede traducirse en una depreciación de la confianza crediticia del país. Por ejemplo, agencias internacionales y bancos como JPMorgan ya han revisado su postura sobre los bonos panameños, ante la posibilidad de que la inestabilidad política se convierta en un riesgo financiero real. Esto no solo afecta las tasas de interés a las que Panamá pueda financiarse, sino que también repercute en la capacidad del Estado para invertir en infraestructura y servicios públicos esenciales.
Desde que el canal fue traspasado a manos panameñas, hemos trabajado incansablemente para consolidar su posición como un eje estratégico, transitando cerca del 5 % del comercio mundial por esta vía, lo que lo convierte en un eslabón esencial en la cadena de suministro global. Sin embargo, bajo un escenario que implica posibles medidas militares o coercitivas, crean un ambiente de tensión que puede disuadir a socios comerciales y provocar una reconfiguración de las rutas marítimas. Esto puede derivar en una posible reorientación de los flujos comerciales hacia rutas alternativas menos eficientes, con un impacto negativo en la competitividad de Panamá como hub logístico.
Pero no todo es malo, la situación no solo ha servido para reafirmar el compromiso de Panamá de mantener el control exclusivo sobre este patrimonio inalienable, sino también ha fortalecido el sentimiento de unidad en torno a un recurso estratégico, nos hizo realizar que la experiencia que hemos acumulado en la gestión del canal, junto con planes de modernización y diversificación de servicios, podrían consolidar aún más su rentabilidad y asegurar que los ingresos continúen impulsando un desarrollo económico y social. Además, Panamá tiene la oportunidad de demostrarle al mundo que su gestión se basa en la transparencia, la neutralidad y el respeto al derecho internacional, al mismo tiempo que negocia mejoras que beneficien a todas las partes involucradas.
El viernes a las 3:00PM se ha anunciado una conversación entre ambos países y la posición de Panamá debería ser clara, firme y estratégica. En primer lugar, es fundamental reafirmar que el Canal de Panamá se rige por los Tratados Torrijos-Carter, los cuales establecen de forma inequívoca la soberanía panameña sobre esta infraestructura. Por ello, Panamá debe rechazar cualquier intento de reinterpretar o cuestionar estos acuerdos con base en argumentos infundados, como las supuestas influencias chinas que mencionan. Además, siempre se debe optar por una postura de diálogo y cooperación en el plano internacional. Es vital mantener canales de comunicación abiertos con Estados Unidos, pero desde una perspectiva de igualdad y respeto mutuo, en la que se defiendan los intereses panameños sin ceder ante presiones unilaterales. En este sentido, debemos proponer mesas de diálogo, para ver cómo transformamos una amenaza retórica en una oportunidad para negociar mejores condiciones y, a la vez, reforzar nuestra posición en el comercio global. Por otro lado, es esencial que el gobierno panameño potencie sus propios mecanismos de modernización y diversificación económica. Invertir en la eficiencia y seguridad del canal, y en el fortalecimiento de sectores complementarios (como servicios financieros, logística y turismo), ayudará a mitigar cualquier impacto negativo en la economía nacional derivado de las tensiones internacionales.
En definitiva, como panameño, considero que la respuesta de Panamá debe ser una combinación de firmeza en la defensa de su soberanía, apertura al diálogo constructivo y estrategias internas de modernización que garanticen el crecimiento económico y el bienestar de sus ciudadanos.
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