Panamá
No hay límites
Pero aún en tu decadencia biológica y postrado en cama esperando el final de la vida, el amor y la fe pueden seguir creciendo.
- Monseñor Rómulo Emiliani CMF
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- - Actualizado: 27/11/2023 - 12:00 am
No hay límites para el desarrollo de tus capacidades salvo el que da la muerte como final de tu existencia terrena y algunas vicisitudes que pueden mermar tu energía vital.
Pero aún en tu decadencia biológica y postrado en cama esperando el final de la vida, el amor y la fe pueden seguir creciendo.
En el lecho próximo a la muerte, aun allí puedes ofrecer tu dolor por la salvación de la humanidad y dar consejos oportunos y recomendaciones a los que te acompañen en tus últimos momentos.
Pero en verdad mientras tengas posibilidades reales no hay límites en tu crecimiento mental, emocional, sentimental y espiritual. Y también corporalmente, no importa la edad puedes fortalecerte y agilizarte, si pones todo el empeño. El asunto es no echarte a morir en vida, no vegetar, no quedarte inmóvil y dejar que la inercia te domine. Eso jamás. Debes mantenerte inquieto, curioso, investigando, profundizando en tu vida espiritual e intelectual.
Realizando proyectos, soñando, visualizando metas, aceptando retos. Desde sembrar nuevas flores en el jardín de tu casa, sumando cincuenta metros más a tus caminatas diarias, experimentando nuevas recetas para tu alimentación, aprendiendo nuevos poemas o escribiéndolos, hasta perfeccionarte más y más en tu profesión, como zapatero, maestro o ingeniero de la NASA.
No hay límites para adquirir conocimientos, salvo el tiempo de vida y la lucidez mental que tengas. La mente es como un depósito con inmensa capacidad que asimila información y la procesa, almacenándola en diferentes compartimentos, y que puede ser sacada y usada de acuerdo con las circunstancias.
El asunto es no dejar que el depósito se llene de telarañas, humedad y polvo. El no usar esa capacidad mental que nos diferencia del resto del reino animal y tirarnos en el sofá de la casa con el control del televisor viendo pasar canales sin pensar, analizar, profundizar en los misterios de la vida, sin sacar información válida para desarrollar habilidades, es hundirnos en el ostracismo más oscuro.
No nacimos para ser peso muerto, lastre, gente inútil que solo sirve para obstaculizar el desarrollo de la humanidad. Nacimos para agradecer y cultivar los dones y carismas que Dios nos ha dado. Y todo para provecho de la humanidad. Cada uno en lo suyo. Y no contentarnos con lo que somos.
Tener esa sana angustia de querer siempre superarnos, crecer, ser más útil al mundo. Tener la inquietud de aprender, actuar, activar todas esas cualidades que Dios nos ha dado y así sentirnos mejor con nosotros mismos.
Ese es un gran antídoto contra la depresión. Y así glorificamos el nombre del Señor y las cosas mejoran en nuestra realidad.
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