Cartas desde el frente europeo
Naufragios y náufragos
Nos ha tocado ser testigos del mayor hundimiento de la historia moderna. El desastre de un barco sin velas y sin timón que se desmoronó frente a las costas de nuestra vida.
Cartas desde el frente europeo
Nos ha tocado ser testigos del mayor hundimiento de la historia moderna. El desastre de un barco sin velas y sin timón que se desmoronó frente a las costas de nuestra vida.
Estamos frente al naufragio de una generación. Los náufragos de esta catástrofe son los miembros de una generación maleable, flexible y frágil. Foto: EFE.
Un naufragio es el resultado de malas decisiones y mala suerte. Es una catástrofe, un error, un fracaso; porque el mar es un pozo sin fondo y sin misericordia que se tragará a todo aquel incauto que lo subestime. Los náufragos son aquellos sobre los que repercute esta mezcla de variables. Son víctimas de las consecuencias, de las órdenes y de las omisiones.
Nos ha tocado ser testigos del mayor hundimiento de la historia moderna. El desastre de un barco sin velas y sin timón que se desmoronó frente a las costas de nuestra vida. Una nave que vagaba sin rumbo hasta que chocó con la realidad. Estamos frente al naufragio de una generación.
Los náufragos de esta catástrofe son los miembros de una generación maleable, flexible y frágil. Asustada del futuro que les tocará heredar. Una generación superficial, materialista y oportunista. Regidos por las modas y por los hashtags. Controlados por los me gusta y los retuits.
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Un grupo de personas que creen ser igual a la generación de los sesenta, a pesar de no haber vivido las mismas situaciones y de crecer en realidades completamente distintas. Han traído de vuelta el pensamiento medieval del maniqueísmo, el bien y el mal. El pueblo y el antipueblo. El conmigo o contra mí.
Son los mismos que hace una semana se rasgaban las vestimentas con las salidas en medio de la crisis sanitaria y ahora apoyan las revueltas masivas de Estados Unidos, Francia e Inglaterra sin importarles la pandemia. Y serán los mismos que dejarán de lado a los muertos por el virus, el abuso policial y los saqueos para centrarse en protestar por la crisis económica. Tratarán de ganar algo de fama haciendo reflexiones delirantes acerca del desplome de la economía y así pondrán, nuevamente, en evidencia su falta total de criterio propio.
Raque proviene de la palabra islandesa raka y significa recoger en la costa los restos u objetos de un naufragio. Raquear es lo que están haciendo los buscafama, recogiendo ideas del naufragio cultural y tratando de marcar el paso al que marchan sus seguidores. Creen ser los que determinan las causas que son legítimas para defender y las que no.
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Este sueño efímero de poder informático se acabará cuando las discrepancias dentro de un discurso aislado terminen por dividir a una mayoría heterogénea. Se crearán distintos grupos que compartirán entre ellos, pero que ya no estarán consolidados bajo un mismo mando. La disolución de estos movimientos se deberá a la creación de una corriente completamente distinta que choque con las pautas establecidas actualmente.
Por el momento debemos observar la caída del mastodonte imaginario y ver como su cascarón desaparece bajo el frío manto del olvido. Ver la confusión y el caos que una evolución de pensamiento trae consigo y, finalmente, vivir junto a la nueva doctrina que nacerá.
Porque la vida, así como el mar, es un pozo sin fondo y sin misericordia que se traga a todo aquel que se atreva a subestimarla. Los flotadores son la prudencia y el criterio, los únicos capaces de mantener una idea. Sin estas boyas, las ideas se abandonan y se pierden en el horizonte de eventos.
Y frente a todo este caos hay un faro que, desde la lejanía, ilumina el desastre del que somos testigos. Esa luz que resalta los errores cometidos es la libertad. La libertad de escoger por nosotros mismos. El poder decidir y afrontar las consecuencias. La independencia de pensar lo que se quiera, cuándo se quiera. Sin esta preciosa virtud no somos nada más que náufragos perdidos en el frígido infinito de la nada.
Estudiante panameño en España.
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