Panamá
Miraflores, la Torre de Babel
- Jaime Figueroa Navarro
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El común denominador del éxito turístico es el respeto al visitante. Al fin y al cabo, son ellos, los turistas, los que pagan por una vivencia.
El común denominador del éxito turístico es el respeto al visitante. Al fin y al cabo, son ellos, los turistas, los que pagan por una vivencia que consideran única durante su capítulo istmeño. Y dentro de todas las opciones disponibles, la más atractiva continúa siendo la visita al Canal de Panamá.
Fallan rotundamente nuestras autoridades al tejer el cascarón dantesco en que se ha convertido el Centro de Visitantes de Miraflores, como el abrir y cerrar del telón de una tragedia que fatídicamente ignora la opinión del visitante como elemento básico en la operación del teatro del turismo. Resulta algo así como una obra de Broadway donde la crítica de los expertos cae en oídos sordos sencillamente porque Radio City Music Hall, ha sido y siempre será acaramelado panal de la Gran Manzana.
Sencillamente aquí se hacen las cosas porque si, porque los que toman las decisiones violan el principio básico de aquella regla básica del "management by wandering around", porque no visitan ni olfatean con debida frecuencia las obras de sus acciones. Como ejemplo, un exitoso administrador de un aeropuerto debiese al inicio de cada faena, coordinar una caminata a lo largo y ancho del aeródromo para oler, revisar, palpar cada detalle del albergue que se le ha confiado, en lugar de aislarse en oficinas refrigeradas para tramar cómo hacer de la experiencia del viajero lo más miserable posible: "al fin y al cabo, ellos sólo están aquí por unas horas".
Anne Williams, animada crucerista, oriunda de Jacksonville, Florida, posterior a su quinta travesía, airadamente nos relata: "Que pasó con el Centro de Visitantes de Miraflores? Era el pulido diamante ("showcases1") y orgullo del canal. Pareciera que se ha quedado estancado en las telarañas de la epidemia de COVID-19. Esta mañana llegamos junto con 5 autobuses de nuestro crucero, caos total, óptima descripción de la Torre de Babel. La falta de organización es palpable, pareciera que lo único que les interesa es cobrar por algo que no merece pago.
En total éramos un total aproximado de 400 personas de los 2 cruceros aparcados en Amador. Estábamos como sardinas en lata, castigados por la incompetencia de los enanitos encargados de su operación. La gente estaba bien emputada ("pissed").
¿Cuándo fue la última ocasión que nuestro flamante ministro del Canal visitó Miraflores? ¿Qué hay de los miembros de la Junta Directiva del Canal, nombrados por el dedazo presidencial, a quienes parece de mayor interés el cobro de las dietas de estériles reuniones? ¿Que nos cuenta nuestra ministra de Turismo?
Por falta de espacio no exponemos los virulentos detalles del intercambio con la señora Williams, invitando al curioso lector a acercarse para cerciorarse que no se trata de una Karen cualquiera, menopáusica gringa, sino más bien de una experimentada viajera que toma de su tiempo para narrar su suplicio, porque siente amor por lo que era Panamá.
Seguramente, si existiesen encuestas de opinión, tal cual cada uno de los productos que mercadea Amazon, otro gallo cantaría, al unísono, para corregir la aberrancia del sitio más icónico del turismo istmeño.
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