Los malos gobiernos. ¿Veredicto?: ¡culpables!
Un pueblo inculto, sin educación, está destinado a cometer errores. La inteligencia del inculto y sus actuaciones se encuentra a medio paso frente a aquel que se ha instruido.
Un pueblo inculto, sin educación, está destinado a cometer errores. La inteligencia del inculto y sus actuaciones se encuentra a medio paso frente a aquel que se ha instruido.
Se ha dicho que los pueblos son los autores de su propio destino. Ello se dice, especialmente, como una manera de censurar o de aceptar que cada equipo de gobierno que los pueblos eligen cuando concurren a las elecciones generales para renovar a las autoridades, no es más que el resultado de una voluntad popular que decidió, de manera libre, elegir a sus mandatarios.
Pienso que estos "slogans" encierran grandes mentiras. Los pueblos ni se forjan ni se labran destino alguno cuando eligen a gobernantes. El pueblo tan solo cree.
Los pueblos, conformados por grandes contingentes de personas, simplemente depositan el voto. Unos motivados por la apetencia sincera hacia uno u otro candidato; otros apoyando a ciertos personajes dadas las promesas que les han sido hechas (puestos de trabajos o nombramientos, pagos, etc.); los hay quienes, poco o nada, les importa por quién votar y, no faltan, los que indistintamente quién gane o quién pierda, simplemente, concurren a las urnas y votan.
Existen también los poderosos y quienes, sin dar la cara, manipulan, mediáticamente, a la opinión publica con el único propósito de que aquel a quien ellos quieren que llegue a gobernar sea quien triunfe o resulte electo.
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A veces les resulta la estrategia montada mediáticamente, otras les sale el tiro por la culata. Pero estos tienen el gran poder o la virtud de que, indistintamente, quien haya ganado las elecciones, ellos siempre están montados en el potro del poder político. Se hacen dueños de enormes espacios de poder en el manejo de la cosa pública. Pareciera tratarse de una clase o ralea social, política y económica, que se siente predestinada a decidir el futuro de las grandes mayorías nacionales.
Para mí, la lectura de lo que sucede con nuestros pueblos transita por otros elementos. La situación presenta variables dignas de ser mencionadas y objeto de profundos análisis. Veamos la más importante: La educación.
Un pueblo inculto, sin educación, está destinado a cometer errores. La inteligencia del inculto y sus actuaciones se encuentra a medio paso frente a aquel que se ha instruido, ha estudiado y está acostumbrado a analizar y repensar las cosas, el mundo y sus circunstancias.
No quiero decir que todos los pobres son incultos, no. También hay ricos incultos. Lo que quiero decir es que el pobre, que además de su pobreza es un inculto, no se encuentra en el mismo nivel, en lo que corresponde a capacidad de análisis, de razonamientos, que el pobre que asiste a una escuela o a la universidad, que se prepara y estudia para superarse. La peor de las pobrezas es la pobreza del alma y de la mente.
Una de las grandes virtudes de la buena educación es que la instrucción nos convierte en seres pensantes y críticos. Existen personas que solo aprendieron a leer y a escribir, genuinos autodidactas que se convierten en mentes brillantes para el análisis y los razonamientos. Conozco a algunos de ellos que tan solo escucharlos hablar inundan de luz el espacio en el que nos encontramos. Son relojes cuyas alarmas despiertan a las mentes simples. Soles que irradian luz impactante a las mentes oscuras.
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Un ciudadano audaz y agudo en la crítica es una bomba nuclear que cuando se presente o se asome al escenario de circunstancias diversas que brinda el panorama nacional, su sola presencia, hace temblar a los que escuchan y, sobre todo, a los que son los destinatarios de sus críticas razonadas y bien fundadas.
Hacia allá debe propender nuestro sistema educativo. Toda enseñanza debe estar connotada por la plena racionalidad y criticidad de las cosas. Debemos preparar mentes capaces y pensantes. Mentes y cerebros agudos en la crítica positiva y constructiva, científica y metódica.
Cuando hayamos logrado esto, cuando esto suceda, seguro estoy, quien venga a hablarnos de panaceas y cantos de sirena, se sentirá avergonzado. Por una puerta entrará y por otra saldrá huyendo. Entonces, solo así, lo que creemos en la política como un arte de hacer lo bueno desde el poder político, tan solo así, consideraremos, ya como independientes o como miembros de un colectivo político, postularnos a puestos de elección popular.
Un pueblo inculto e inmaduro, jamás sabrá valorar a sus buenos hombres. Siempre se identificará con los mediocres y los charlatanes que harán uso de sus necesidades y de su pobreza para traficar las mentiras y las ilusiones. Son los malos gobiernos, con sus políticas erráticas, los únicos autores del mal destino de los pueblos. ¡Dios bendiga a la Patria! ¡Yo le creo a Dios!
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