La UTP y la Cuarta Revolución Tecnocientífica (II)
El aniversario 40 de la UTP, podría ser la ocasión dorada para que la UTP lidere, desde su puesto puntero, un cambio donde ella misma es un factor disruptivo y auto-constructivo. ¿Será la UTP capaz de proponer un primer esbozo de plan nacional que realmente cierre brechas en educación superior?
- Gregorio Urriola Candanedo
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- - Publicado: 09/8/2021 - 12:00 am
Todas las universidades han de re-inventarse, y a ello no escapa la propia UTP que corre el riesgo de ser un barrio de élite al servicio del capital mundial en medio de una villa miseria académica extendida. Foto: Gregorio y Raquel Urriola.
El país vive como resultado de la Covid-19 y del legado precario de la normalidad educativa previa, un desastre educativo de grandes proporciones. Desastre académico que veremos en los años venideros cuando los que egresen del sistema en estos años calamitosos pretendan ingresar en el nivel universitario y los egresados de este nivel no exhiban las habilidades y destrezas que el mercado y el Estado esperan. Por eso urge un plan sistemático, holístico y realista (con fondos) para que podamos paliar esta hecatombe más o menos silenciosa.
En nuestra ayuda han venido las herramientas de la enseñanza en línea, pero para nadie es un secreto que el nivel de conectividad, y de preparación andragógica de los docentes era harto insuficiente. Algo se hizo, pero urge dejar de improvisar, y, sobre todo, urge cooperar ampliamente entre todas las universidades públicas -en y con las alianzas internacionales pertinentes-, marchemos hacia una transformación digital acelerada de las universidades, lo que implica básicamente dos cosas: inversión en tecnología y conectividad, por un lado, y reconvervisión técnico andragógica de las amplias masas docentes, de manera que se puedan emplear, de la mejor manera, las herramientas que el internet y la web 2.0, ya ponen a nuestro alcance.
Esto como primer paso, que necesariamente debe partir de un diagnóstico científico que bien podrían liderar el binomio Senacyt-AIG y donde es urgente que los rectores de las universidades públicas asumen un liderazgo participativo. Necesitamos acopiar todo el talento de las facultades tecnológicas y de los más avanzados grupos de pedagogía y andragogía de las cinco universidades.
No hay duda que la revolución digital en curso puede hacer factible saltos de calidad inimaginables. Y hay una institución que debe jugar un papel protagónico que debe rebasar la zona de confort o los antiguos laureles.
Urge emprender transformaciones enormes que impidan que Panamá quede fuera de la cuarta revolución industrial, así como llegó tarde, con toda Latinoamérica, a la tercera revolución: la informática.
Y esa tarea parte de entender que el campus actual es la sociedad entera, no una partecita de ella, pues la educación superior es un derecho humano y el acceso a la información digital es un derecho concomitante en esta nueva sociedad que nos toca vivir.
Todas las universidades han de re-inventarse, y a ello no escapa la propia UTP que corre el riesgo de ser un barrio de élite al servicio del capital mundial en medio de una villa miseria académica extendida.
Si Robótica, Inteligencia Artificial, Big Data, Internet de las Cosas, Nanotecnología, son los puntales, a dónde apelaremos los panameños para siquiera ubicarnos sino a la Universidad Tecnológica de Panamá, ya facultades hermanas en el resto del sistema a fin de que no se nos desconecte de la sociedad del conocimiento; y para que aparezcan vasos comunicantes con esos otros universos del saber que son el futuro en construcción, esto es, neurociencias y ciencias y tecnologías ambientales.
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Además, cómo olvidarlo, correremos el riesgo de ser tecnocráticamente correctos, pero ética y humanamente deleznables si no reconvertimos la Educación y las Humanidades de este país, empezando en las universidades y sus facultades de Educación.
El aniversario 40 de la UTP, podría ser la ocasión dorada para que la UTP lidere, desde su puesto puntero, un cambio donde ella misma es un factor disruptivo y auto-constructivo, autopoiético, como diría Maturana. Pero no con soberbia tecnocrática, sino con genuina humildad científica: con la vocación de servicio al país que sus mejores profesionales han sabido exhibir cuando los vientos arrecian.
La UTP cuenta con grupos importantes de innovación educativa en el campo de la enseñanza de las ingenierías que urge replicar y coordinar con los grupos homólogos en resto del sistema universitario público. Y también hay que realizar un plan piloto que permita medir el nivel de aprendizaje real en los entornos virtuales y con sistemas semi-presenciales, mientras se allana el camino hacia la "nueva presencialidad universitaria post-pandémica". Y por Dios, no perdamos tiempo y recursos re-acreditaciones con los moldes antiguos y que no sean real e integralmente de acceso público.
Transformación digital, alfabetización digital, inversión en innovación educativa. ¿Será la UTP capaz de proponer un primer esbozo de plan nacional que realmente cierre brechas en educación superior? Panamá está esperando.
Docente y gestor universitario.
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