Panamá
La ignorancia hacia la información ilimitada
Había grandes esperanzas de un mejor mañana. Ahora ya no hay esperanza que no venga cimentada sobre bases sólidas de posibilidades y de realización.
- Arnulfo Arias Olivares
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- - Actualizado: 04/4/2024 - 12:00 am
De lo que he podido percibir en este recorrido político en el que me he embarcado, hoy tenemos ciudadanos más pensantes, más solidarios entre sí y, sobre todo, más conscientes de su entorno. Ya no sirven las promesas de bajar el cielo hasta el infierno de las realidades que se viven, ni confundir a las personas con palabras de cañón de salva, que retumba, pero que no tiene municiones.
Quieren saber, con justa causa, cómo sus expectativas no serán burladas; cómo se hacen realidad concreta las palabras que se sueltan al azar y que decoran su futuro; desean tener razones para ceder en alguien esa confianza que, recientemente, se ha hecho resistente a la elocuencia.
Hasta hace poco, todo era distinto. Las expectativas eran grandes siempre; el periodo electoral era esperado con ansia, como los circos que recorrían los poblados y se anunciaban con deleite, acrecentando así la expectativa infantil.
Había grandes esperanzas de un mejor mañana. Ahora ya no hay esperanza que no venga cimentada sobre bases sólidas de posibilidades y de realización. Donde había ignorancia, ha crecido el fruto del acceso a información; pero un acceso adelantado a los avances del mundo moderno, que se hace visible para todos, pero alcanzable solamente por algunos pocos. Uno llega a una comunidad y no puede ya soltar propuestas atrevidas y ligeras a quienes escuchan, porque llevan bajo su bolsillo una maquinaria formidadle de comprobación y de escrutinio.
No piden grandes cosas, muchas veces, sino solo poder salir y entrar por medio de caminos transitables todo el año, o que se haga algo por el aislamiento estacional que tantas veces sufren cuando hay una crecida de los ríos; o que se eleven puentes peatonales sobre causes, para que los estudiantes no tengan que esperar, a sol y agua, a que las crecidas bajen en su paso obligatorio a las escuelas o de regreso a casa; que se modere el gasto público; que los jóvenes no tengan que migrar a la ciudad en busca de un empleo digno; que abran los centros de salud clausurados; que se remocen las escuelas públicas….En fin. ¿Qué se puede prometer a estos votantes, sino una agenda de trabajo llena e incansable hasta lograr, junto con ellos, el mejoramiento de alguna de las condiciones que ellos mismos sufren, y que son distintas a las que sufren todos los demás? Nuestra población nunca fue ignorante, sino que sólo le faltaba lo que sobra hoy: acceso a información. En el entendimiento de esta nueva realidad está la clave; y en el escuchar y hacer esfuerzos reales, está tal vez la cura.
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