Análisis
La Iglesia de Ratzinger a Bergoglio
- Ulises M. Calvo E.
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...la nueva dinámica del Vaticano, no es la existencia de un Papa renovador personificado en Francisco, que se enfrenta a un establecimiento anacrónico, sino que el giro de timón fue planificado por Ratzinger desde los últimos días del papado de Juan Pablo II, siendo Bergoglio, un comunicador más eficaz que el intelectual alemán.
Encuentro entre los papas Francisco y Benedicto XVI, durante un encuentro que presidió Jorge Mario Bergoglio con más de 40 mil ancianos en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el domingo 28 de septiembre de 2014. Foto: EFE
“Quasi Deus daretur”
Benedicto XVI
Hugo Grocio es reconocido como el autor de la frase “Etsi Deus non daretur”, vivir como si Dios no existiera, fraguada en tiempos de cautiverio y como recurso ante lo que algunos denominan “el silencio de Dios”.
En 1998, Joseph Ratzinger, conocido como uno de los más brillantes teólogos de la historia, elaboró para Juan Pablo II, la encíclica “Fides et Ratio”, Fe y Razón que trae consigo la reconciliación del ideario católico con la ilustración.
En el año 2005, siendo ya Papa, Benedicto XVI justificó la inversión de la frase de Grocio, al punto que en el mundo de hoy, huérfano de valores morales, corresponde vivir como si Dios existiera, aún para quienes carecen de fuerza para creer.
En dirección contraria a lo que apunta el sentido común o la apariencia de las cosas, la elección de Bergoglio como Obispo de Roma, no se da en oposición a Benedicto XVI como resulta obvio tras la renuncia de este.
El catolicismo es consciente de su evidente retroceso en Europa y ahora comparte clientela en Latinoamérica, donde reinó sola, pues los embates del pentecostalismo de la prosperidad, dejó las carpas para construir templos y escuelas.
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Lo relevante en la nueva dinámica del Vaticano, no es la existencia de un Papa renovador personificado en Francisco, que se enfrenta a un establecimiento anacrónico, sino que el giro de timón fue planificado por Ratzinger desde los últimos días del papado de Juan Pablo II, siendo Bergoglio, un comunicador más eficaz que el intelectual alemán.
La oposición o resistencia al cambio, continúa vertebrada a partir de los residuos del Obispo rebelde Lefebvre, para quienes Juan XXIII es el último Papa reconocido, aunque sin duda, sectores que se mantienen enquistados en la burocracia eclesial, no logran percibir que las adecuaciones diseñadas por Ratzinger, constituyen el mínimo necesario para conservar vigencia en los nuevos escenarios que presentan la globalización y la cuarta revolución tecnológica.
Algunos suponen que el posmodernismo terminó, para otros es más factible el fin del mundo que el cese del sistema capitalista.
En tanto, una nueva ola de revoluciones sin sujeto se avecina, al estilo de la pugna de Gramsci por la sociedad civil y la disputa del sentido común, aunque otros, como el esloveno Zizek se permite considerar que eso del feminismo y otras hierbas aromáticas es pura distracción y la antinomia reinante continúa siendo la lucha de clases.
Lo cierto es que los nuevos paradigmas requieren una Iglesia con la cualidad de adecuación que siempre ha mostrado el Vaticano, aunque sea puro gatopardismo al estilo de Lampedusa, cambiar todo para que todo siga igual.
Abogado
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