Análisis
A la clase media panameña le cuesta ser feliz
- Ricardo Ríos
- /
- [email protected]
- /
Cuando revisamos el comportamiento de esta misma clase media en sociedades más evolucionadas, encontramos que desde muy jóvenes comprenden el valor del ahorro. El valor de comer poco. El valor de celebrar, mas no de derrochar. Comprenden que la felicidad no está en el carro bonito y lujoso o en la casa grande.
La clase media panameña es la que sufre por los vaivenes de la economía y es prisionera de lo que Kiyosaki llama "la carrera de la rata": mientras más ganas, más gastas.
En primer lugar, quisiera plantear que no es lo mismo estar alegre que ser feliz.
Ser feliz tiene implícitos ingredientes de paz, satisfacción con uno mismo y tranquilidad, que nos llevan a disfrutar de quiénes somos, de lo que hacemos y de lo poco o mucho que tengamos en nuestras vidas.
Muchas veces nos jactamos de decir que los panameños somos muy alegres, y eso es parcialmente cierto.
Nos gusta la fiesta, pasarla bien, tener momentos de alegría con amigos; pero, ¿realmente eso nos hace felices?
En mi rol de observador social, me atrevería a decir que no.
Y es por eso por lo que asevero que a la clase media panameña le cuesta ser feliz.
Y es que mucho de lo que llamamos felicidad está sustentado en la sensación que nos produce el mostrarnos exitosos frente los demás.
Eso fue lo que aprendimos desde chicos.
VEA TAMBIÉN: Solo los periodistas que están preparados sobreviven
Aquellos que engrosan las filas de las clases menos favorecidas económicamente nunca han tenido la necesidad de aparentar.
Y aquellos que han sido bendecidos con una realidad económica favorable no se enteran de los grandes problemas de la sociedad y del país.
La clase media panameña es la que sufre por los vaivenes de la economía y es prisionera de lo que Kiyosaki llama "la carrera de la rata": mientras más ganas, más gastas.
Es así como vemos a jóvenes parejas que recién inician su vida, comprometiendo los ingresos que todavía no tienen, en comprar casa bonita, auto bonito, ropa de marca, viajes, vacaciones locales y hasta casas de playa.
Todo para no quedarse atrás frente a sus amistades y familiares.
Necesitan verse exitosos.
Deben sentir que han logrado superar a sus padres y que son "pritis" para ser admirados.
¿O será que lo que buscan es ser envidiados?
Siendo que hasta hace unos años, las proyecciones económicas eran muy alentadoras, muchos de nuestra clase media panameña se confiaron y proyectaron que todo seguiría en positivo "per secula seculorum".
VEA TAMBIÉN: El rechazo de un tratado
Para sorpresa de muchos y confirmación de pocos, esto no ha sido así.
¿Y adivinen qué?
Encontramos a esta clase media panameña en medio de la vorágine de baja en ventas, cierre y fusiones de empresas, y demás movimientos económicos que han significado que alguno, si no los dos cabezas de familia, hayan visto reducidos sus ingresos de manera sustancial.
La primera reacción es incredulidad.
Luego viene la sensación de desolación, cuando comienzan a pensar en todos los compromisos adquiridos y no saber cómo se cubrirán.
Es entonces cuando aparece el miedo.
Pero no es el miedo a la falta de alimento o vestimenta, es el miedo al qué dirán.
¿Qué dirán mis amigos si tengo que devolver uno de los dos autos?
¿Qué dirán si tengo que vender o alquilar la casa de la playa donde hacíamos las rumbas?
¿Qué dirán si ven que tengo que sacar a los niños de la escuela costosa y matricularlos en una más económica?
Un sinfín de autocuestionamientos que no los dejan dormir y los agobia.
Se levantan desanimados, preocupados, con la sensación de estar en un callejón sin salida y comienzan a aparecer las dolencias físicas, mentales y emocionales.
Comienzan a surgir las alzadas de voz en casa, y frases como "tú no comprendes", o "para ti es muy fácil".
Y comienza a verse afectada la armonía familiar, tan difícil de mantener en estos días.
Curiosamente, todo esto no se origina con la mala situación económica actual.
Va mucho más atrás.
Es más profundo.
Es un tema social, casi antropológico.
Cuando revisamos el comportamiento de esta misma clase media en sociedades más evolucionadas, encontramos que desde muy jóvenes comprenden el valor del ahorro.
El valor de comer poco. El valor de celebrar, mas no de derrochar. Comprenden que la felicidad no está en el carro bonito y lujoso o en la casa grande. Ni siquiera en tener en el banco una gran cantidad de dinero que me haga sentir tranquilo.
Comprenden que la verdadera felicidad es tener paz y tranquilidad.
Conocen y valoran la sensación de acostarse a dormir agradecidos por el día que han tenido y se levantan sin tener como primer pensamiento la cara de la persona a la que le deben dinero.
Le dan un valor a lo que realmente tiene significado.
Pasar tiempo con la familia, reunirse con los amigos verdaderos con los que pueden compartir lo que sienten y todos los ruidos que los avatares de la vida les genera.
Se sorprenderían de muchos de estos amigos comparten los mismos miedos y frustraciones, pero que al igual que nosotros, como no les enseñaron a hablar francamente y sin caretas.
Al igual que nosotros se dedican a aparentar que todo está bien, y levantan barreras muy altas con un gran letrero que lee: Todo está bien, no pasa nada, soy muy feliz.
Y se nos va la vida sin conocer la felicidad que brinda la paz, solo porque algo en nuestro plan ideal de vida algo no salió como lo planificamos y no nos atrevemos a decirlo.
Si te identificas con este sentir, hay prácticas que pueden ayudar:
1- Siempre gastar o comprometernos con 20% menos de lo que son nuestros ingresos.
2- Atrevernos a hablar sobre nuestros miedos y problemas, con aquellos dentro de nuestro círculo 0.
3- Hablar con nuestros hijos sobre las realidades financieras (lógicamente en un lenguaje comprensible y acorde con sus edades) y no hacerles ver o creer que todo está bien siempre. Confucio decía: "A tus hijos, críalos con un poquito de hambre y un poquito de frío".
4- Buscar motivos para reírnos todos los días. Mejor si es a carcajadas.
5- Dar 7 abrazos sinceros cada día.
6- Comer mesuradamente y cuidar tu salud.
7- Evitar a las personas que constantemente hacen comentarios negativos.
8- Si estás en un buen momento económico, no te confíes. Si estás en un mal momento, no te desesperes.
9- Hacer ejercicio siempre ayuda.
10- Evitar a toda costa que la relación de pareja se vea afectada por temas económicos.
Consultor de negocios, Especialista en manejo de marcas, incubador de proyectos, viajero del mundo.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.