Cambio real
Hay que reestructurar el Estado panameño
- Cristóbal Silva opinion@epasa.com
Se requiere un cuerpo estructural que se conforme a lo que se conoce como un “buen gobierno”, es decir, un gobierno que ejerza una “gestión pública de calidad”.
La apertura de un proceso de selección de tres nuevos magistrados para la Corte Suprema de Justicia, la enconada lucha que hemos observado entre el Órgano Ejecutivo y el Órgano Legislativo, exacerbada durante al pasada administración del Sr. Juan Carlos Varela, la debilitada reputación del Órgano Judicial y el pésimo desempeño del Órgano Ejecutivo, incluyendo múltiples violaciones constitucionales y de los derechos humanos de la ciudadanía en la administración que finalizó en junio pasado, aunado todo esto a un deficiente sistema electoral que en las pasadas elecciones mostró graves deficiencias que pusieron en tela de duda los resultados electorales, han provocado una falta de credibilidad de la sociedad panameña en la estructura constitucional de gobierno y administración pública que se tiene en el país.
Con un análisis primario, sin pecar de jactarse de ser muy profundo, es claro percibir y coincidir en que la situación es muy preocupante y requiere de rápidas acciones efectivas para implementar correctivos que permitan revertir estas no deseables condiciones y así poder restablecer la confianza de la ciudadanía en las autoridades que les toca gobernar.
Se requiere un cuerpo estructural que se conforme a lo que se conoce como un “buen gobierno”, es decir, un gobierno que ejerza una “gestión pública de calidad”.
El sistema político establecido para la distribución del poder público ha mostrado deficiencias, que en estos momentos ya evidencia síntomas de agotamiento.
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Se tiene una estructura de justicia con falta de independencia en sus operadores, sometida a designios del Poder Ejecutivo y a las influencias externas que emanan del poder económico y entes sociales; la existencia de una Asamblea Nacional desprestigiada por el permanente clientelismo que solo ha servido para mantener una escasa calidad de los integrantes de la misma; y una estructura de gobierno extremadamente presidencialista, que deriva del pecado original de la Constitución de 1972.
Estas condiciones solo han servido para mantener los mismos problemas sociales y económicos que agobian a los ciudadanos panameños.
En estos momentos, ha surgido la oportunidad para dar un “golpe de timón” y entrar en una reestructuración del Estado panameño mediante un cambio a fondo que permita corregir las condiciones adversas que impiden llegar a tener un Estado de calidad.
El presidente Cortizo tiene las facultades para convocar una Constituyente con la cual la ciudadanía tenga finalmente la oportunidad de diseñar el país que queremos, el gobierno que pretendemos y que permita tender los puentes necesarios hacia la senda para alcanzar una mejor calidad de vida, para los panameños de hoy y los de mañana.
Ojalá podamos, de forma conjunta y participativa, convencernos que luego podría ser tarde para intentar el cambio real que se necesita para un Panamá de calidad.
Ingeniero
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