Opinión
Hacia una reivindicación de nuestro interior
¿Por qué esa disparidad y ese desbalance brutal, en el que el polo de desarrollo sigue siendo la ciudad de Panamá, con singular olvido del resto de la patria?
- Arnulfo Arias Olivares
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- - Actualizado: 20/9/2024 - 08:27 am
Arnulfo Arias Olivares
Ciertamente, debemos reconocer que la capital ha sido asiento de los eventos más relevantes de la historia nacional; por lo menos en cuanto a hechos posteriores a la conquista española. Aquí se fijaron las bases para la primera estrategia geopolítica de dominación y control del comercio por parte de España, siendo Panamá La Vieja la más antigua de las capitales en tierra firme.
Si de allí saltamos a la era moderna más cercana, sabemos la importancia de la urbe como destino de los aventureros que cruzaban hacia el Pacífico, con rumbo a California, durante la Fiebre del Oro; el primer ferrocarril interoceánica de América y su recorrido entre Colón y Panamá; el Canal Francés que tenía prevista su entrada en el Pacífico, posiblemente donde se encuentra ahora la ruta del Canal inaugurado en 1914.
En fin, podemos entender la importancia de nuestra capital. Pero así como se ha convertido en foco y polo de desarrollo, ha inclinado la balanza exageradamente, dejando en el olvido el desarrollo integral de la nación. Nuestro interior se convierte en el lugar romántico al que todo citadino quiere ir, los fines de semana o durante las festividades. El resto del tiempo cae en un letargo frío de abandono, con pocas posibilidades de crecimiento para el comercio, la industria y, sobre todo, para nuestros jóvenes interioranos.
En una ocasión, el presidente Augusto Boyd soltó unas palabras visionarias sobre el fenómeno de nuestro interior y la falta de oportunidades, que decían, más o menos, que no se convirtiera nuestra capital en el faro en el que venían a quemarse las alas de los sueños de los jóvenes interioranos. Casi ochenta años después, la metrópolis sigue siendo precisamente eso; un lugar de congregación de nuestra vigorosa juventud interiorana en el que llegan a naufragar en sueños incumplidos.
¿Por qué esa disparidad y ese desbalance brutal, en el que el polo de desarrollo sigue siendo la ciudad de Panamá, con singular olvido del resto de la patria? Pienso que podemos comenzar a responder esa respuesta en los abismos de una falta de visión por parte de nuestros gobernantes. Lo comprueba el hecho de que una sola vía marca el destino desde esa capital hasta la frontera con Costa Rica.
Un solo desahogo para el progreso asfixiado de nuestra nación, con sacrificios enormes por las provincias que no se han visto beneficiadas por falta de interconexión real. A esta altura de nuestra vida republicana, ya debería existir una vía atlántica y una vía pacífica, que recorran y amarren como cinturón la estrecha geografía entera.
Como si el hecho de que una sola vía recorra nuestra geografía de extremo a otro no fuera lamentable, el tráfico en esa misma vía se convierte hoy en un calvario para aquellos que, como nosotros, debemos trasladarnos con frecuencia desde el interior hacia la capital. Horas de horas consumidas en la congestión inexplicable de esa única vía que debería ser rápida; cientos de millones de dólares de tiempo de acarreo y de carga estancada; falta de desarrollo del potencial turístico que, por razones meramente materiales, no ve en nuestro país ese sitio de destino que debería ser para una industria cotizada. Desplazarse desde la ciudad hasta las playas, por ejemplo, se hace una aventura incómoda para cualquier viajante que quiere disfrutar del sol y de las playas.
Busquemos la manera de desarrollar nuestro interior; desahogar la congestión monstruosa de la única vía que conduce al interior debería ser una prioridad de estado. Para lograrlo, podríamos comenzar por el desarrollo de la industria aérea sin obstáculos, sin monopolios, con una libre y justa competencia.
Los puertos podrían desarrollarse a lo largo y ancho de la geografía entera, logrando paralelamente la interconexión entre los mares, por la vía terrestre desde un puerto a otro, logrando así ese potencial inmenso de varios canales secos, en vez de depender mayoritariamente en el Canal de Panamá. Las sugerencias podrían ser muchas, pero la voluntad política y social es lo que falta.
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