Tragedia, Acto I
Gobernar en tiempos de pandemia
En el frente social, las respuestas fueron más lentas y menos consistentes porque la logística tardó en armarse y la decisión de cómo llegar a la gente tardó en perfeccionarse.
- Gregorio Urriola Candanedo
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- - Publicado: 21/6/2020 - 12:00 am
Gracias a la fuerza pública no acontecieron mayores desgracias y el confinamiento se realizó con bastante éxito. Foto: Cortesía.
No cabe duda que los duros tiempos que corren son tiempos de aprendizaje.
La pandemia ha supuesto nuevas formas de aprender… Y no solo en las escuelas y en las universidades, sino también de gobernanza social.
La situación material del distanciamiento social, del confinamiento luego y de la "vuelta" pretendida a una cierta normalidad, son procesos sociales donde todos, gobernantes y gobernados, estamos aprendiendo, esto es, adaptando formas de convivencia social y adoptando nuevos comportamientos a fin de "pretender" seguir funcionando.
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Para unos es volver a una forma de gobernar bastante cómoda como administradores de un status quo, y un orden social donde "naturalmente" unos mandan y otros pasivamente obedecen, en un juego y rejuego de intereses, motivaciones y reparto de roles y recursos que se suponen o presuponen "naturales".
Pues, bien, acontece que la pandemia ha hecho el milagro de poner en evidencia tanto el entramado del juego de poderes, de su distribución, de sus intereses, de la fuerza y debilidad de los actores, de su posicionamiento en el tablero.
Igualmente ha ido develando la correspondencia entre discursos y hechos o, más bien, el abismo que existe entre los hechos y las palabras.
En el primer acto de esta situación inédita y catastrófica, el usualmente laxo Estado panameño se mostró bastante activo y dio muestras de un cierto liderazgo, dando prominencia y capacidad directriz a sus cuadros técnicos del sector salud.
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La primera línea de batalla eran hospitales, centros de salud, médicos, enfermeras y una inteligencia de salubristas, infectólogos, virólogos, epidemiólogos y técnicos de salud que dieron muestra de una capacidad y un grado de cohesión, de inteligencia que nada tendrían que envidiar al primer mundo, sino los mezquinos presupuestos y materiales con los que inicialmente contaron para afrontar la desigual batalla.
La verticalidad del mando en la fuerza pública, su espíritu de cuerpo y tasa de sacrificio no fueron menores.
Gracias a ellos no acontecieron mayores desgracias y el confinamiento, en su etapa más severa, se realizó con bastante éxito.
En el frente social, las respuestas fueron más lentas y menos consistentes.
Sobre todo mucho más pobres, no tanto porque el voluntariado no diera su cuota, sino porque la logística tardó en armarse y la decisión de cómo llegar a la gente tardó en perfeccionarse.
La más débil línea de batalla, o, al menos la más cuestionada, ha sido el frente económico; no por falta de recursos, pues el grado de inversión permitió captar rápidamente fondos, sino porque su uso ha sido poco transparente, y fue acompañado de actos de rapiña y corruptelas que rápidamente empezaron a erosionar los demás frentes.
Por otra parte, la estrategia comunicológica del gobierno se vino al piso.
Se entiende el cansancio de la Ministra de Salud en reportes diarios al país, pero ciertamente pudo hacerse de manera menos violenta.
Además muchos actores de esas emisiones fueron casi convidados de piedra con muy poco que aportar o comunicar.
La ministra de Salud en un momento de exasperación o inocencia difícil de interpretar como tal, le sacó la tabla a un vice-ministro incapaz de hacer la defensa de su jefe de cartera y acabó por salir por la puerta de atrás.
Se prendieron las alarmas, pero parece haber primado el encubrimiento y empecinamiento antes que la sensatez.
Hasta el manejo de las estadísticas se desmoronó, y eso ha restado credibilidad a cualquier anuncio posterior.
El Minsa por un lado, la Caja de Seguro Social (CSS) por el otro.
Una fuerza sanitaria y de policía que han ofrendado muertos en esta lucha empiezan a dudar sobre el sentido de su trabajo.
En adición, una maniobra de distracción, resultó contraproducente.
El real problema de la liquidez del Programa de Invalidez, Vejez y Muerte de la Caja del Seguro Social fue entendido como un intento de atraco al fondo de ahorro social más importante del país.
Y, por otra parte, el conflicto social de una población empobrecida y en galopante proceso de depauperización, clases medias profesionales incluidas –sin un programa de soporte real del gobierno- amén de la necesidad de retomar la actividad económica y poner a mover las manivelas del empresariado, dieron paso al anuncio de la "segunda fase" del intento de retorno a la "nueva" normalidad.
Marchas y contramarchas apresuradas, con desazón y desgano.
Se va creando un escenario peligroso y potencialmente suicida.
Las más negras Parcas parecen estar moviendo los hilos.
Economista. Docente y gestor universitario.
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