Panamá
Gajes de Semana Santa
El miércoles antepasado al timbrar mi celular apareció en pantalla un número precedido por +33 6. "Bonjour!" conteste al identificar el código como París.
- Jaime Figueroa Navarro
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- - Actualizado: 01/4/2024 - 12:00 am
El miércoles antepasado al timbrar mi celular apareció en pantalla un número precedido por +33 6. "Bonjour!" conteste al identificar el código como París.
"Volamos el lunes para Panamá y quisiéramos su colaboración en fraguar un itinerario de 10 días. Nos interesa visitar el Canal, Bocas, San Blas y Coiba. También nos gustaría contratar los servicios de un yate para navegar la bahía de Panamá."
Sorprendido por la premura del viaje, les recomendé aplazarlo mínimo una semana, por tratarse su arribo justo al inicio de Semana Santa donde sería muy difícil planificar su estancia por el feriado y el desplace a provincias de un importante número de visitantes la víspera.
Me contactaron de vuelta el viernes. "Imposible cambiar la reserva. La penalidad de Air France resulta harto onerosa. Por favor reúnase con nosotros el martes a las 10:30 de la mañana en el hotel Sofitel para un café."
Sin duda, el fin de semana resultó interesante fraguando un itinerario con múltiples opciones, entendiendo que se trataba de una pareja VIP, e incluyendo una visita a tierras alta, tratándose de su primera incursión istmeña.
Nuestro extendido encuentro en el hotel resultó en un rechazo a todas las opciones presentadas. Ante este escenario, cualquiera se despide y continúa su faena. Pero se trata de una pareja quien ha viajado desde muy lejos, que desconoce la lengua, las costumbres y que nos ha honrado con nuestra selección como destino.
"Qu'est qu'on peut faire? (¿que hacemos?), indagaron. "Síganme", riposte firmemente. Acto seguido, nos dirigimos a la plaza de estacionamiento abordando mi auto. Rascándoles el cerebro, pregunte: ¿que es lo primero que uno hace al viajar a un destino desconocido?
Espere, a propósito, su respuesta unos minutos, obligándoles a pensar.
Tras el mudo silencio, sin querer ser rudo, les conteste: "visitar un supermercado, para examinar que hay y que no hay." Estos muy andados visitantes seguramente en aquel momento seguramente presupusieron: "como es que no le pensé antes!"
Con un infernal tráfico en el Casco, asumo Nito estaba por salir a importante reunión de quien sabe que, presenciamos una manada de cruceristas merodeando el predio. Ya en la Cinta Costera camino a Costa del Este, aborte la visita a la tienda, por el súbito interés de mis convidados en el canal, girando entonces rumbo a Miraflores, donde la fila de turistas asemejaba el tedioso rosario de chamos en búsqueda del visado frente a la embajada de Estados Unidos en Caracas.
Por más interés que tenían, no querian esperar. Y es que las autoridades no comprenden que Miraflores se quedó chiquito, inepto, vergüenza nacional, sobretodo en jornadas cuando anclan cruceros en Amador. Les sugerí un cruce de mediodía a través de Miraflores y Pedro Miguel en barco, que ávidamente aceptaron como opción más viable. De allí fuimos a almorzar en Amador, con tomas de foto de rigor frente al vagón del ferrocarril fuera del Centro de Convenciones y el letrero de Panamá en Flamenco.
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