Panamá
El derecho a protestar sin perder el rumbo
- Ing. Helmut De Puy/Ciudadano Construyendo futuro/[email protected]
Considero que el derecho a manifestarse es inalienable, pero también lo es el deber de mantener el orden y el respeto mutuo.
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Ayer, miércoles 12 de febrero de 2025, nuestras calles se convirtieron en el escenario de manifestaciones que, aunque son una expresión legítima del descontento ciudadano, han tomado un cariz que preocupa. Las protestas, en esencia, son el motor de la democracia: permiten que la voz de la gente se escuche y que se exprese el rechazo a políticas o decisiones que no generan consenso. Sin embargo, lo ocurrido ayer en la mañana evidencia que el derecho a la protesta debe ejercerse con responsabilidad.
En varios puntos de la ciudad se han cerrado calles, un recurso que, en condiciones normales, puede verse como una forma de llamar la atención de la sociedad y de las autoridades. Estas interrupciones son parte del vivir democrático, y su uso es válido cuando se busca generar debate o impulsar cambios. No obstante, la jornada de hoy se ha visto marcada por episodios que, en lugar de reforzar el mensaje, empañan la imagen del movimiento. Se han registrado enfrentamientos entre algunos manifestantes –principalmente integrantes de gremios sindicales– y agentes de la Policía Nacional, lo que ha provocado disgusto entre la ciudadanía.
Personalmente, considero que el derecho a manifestarse es inalienable, pero también lo es el deber de mantener el orden y el respeto mutuo. La violencia en las protestas no solo genera daños materiales, sino que también distrae del mensaje central y alimenta la polarización. En momentos como estos, cuando el debate público es crucial para el futuro del país, es esencial que las tensiones no se transformen en agresiones que puedan poner en riesgo la seguridad de todos.
Preocupa que, al adentrarnos en episodios de este tipo, perdamos la oportunidad de construir un diálogo constructivo entre quienes expresan sus demandas y quienes están en la toma de decisiones. Las calles son el termómetro de la sociedad, pero cuando el clima se torna hostil, el debate se debilita y se corre el riesgo de que se cierre la puerta a soluciones basadas en la negociación y el consenso.
Esta jornada de manifestaciones nos invita a reflexionar sobre el equilibrio necesario entre el ejercicio del derecho a la protesta y la responsabilidad de mantener la paz. La historia de una democracia se escribe tanto en las palabras como en los actos; y aunque el clamor popular es vital, es importante que sus manifestaciones sean pacíficas y respetuosas, para que, en definitiva, podamos avanzar juntos hacia un futuro más justo y dialogado.
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