Carta Abierta
¿Dónde nos fuimos como nación?
Pensemos en los demás. Señores que administran este gobierno. ¿Son necesarios todos esos gastos superfluos? ¿Qué no piensan en los que no tienen un bocado de comida, o solo los cobija una hoja de zinc, abuelitos sin hogar?
- María de Lourdes de Townshend
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- - Publicado: 17/7/2021 - 12:00 am
Panamá siempre ha sido la envidia de muchos países por su calidad humana y gestión de bienvenida a todo aquel en necesidad. Si bien es cierto el mundo ha cambiado drásticamente, y nuestro pequeño terruño no escapa a esta metamorfosis, también es muy cierto que no podemos dejar caer a un país que nos ha visto nacer, crecer y ser felices.
Tenemos una situación particularmente alarmante en materia de salud, que el gobierno, dentro de sus limitaciones trata de superar, sobre todo a través de ese personal de salud y fuerza pública, bomberos y protección civil, que lo da todo, a costa de su propio bienestar. Pero, ¿estamos unidos en esta meta? ¿Lo estamos haciendo bien? ¿O hay un tremendo abismo que hay que rellenar para lograrlo?
Mucho por lograr. Políticos tirando para sus intereses. Ciudadanos irresponsables que interfieren entre lo razonable, lo lógico y lo que les lleva personalmente a actuaciones egoístas, que, por una fiesta, o eventos, imponen su criterio de no me importa. Pero, sobre todo, personas sin escrúpulos que no dejan que el país camine en rumbo correcto.
¿Por qué? ¿Qué tenemos en nuestras manos para arreglar esta situación? Sencillamente volver a nuestras raíces de unión, solidaridad, honestidad. Fuera intereses personales y enfocarse en un bien común, salir adelante con Dios como centro de nuestras vidas. No sabemos si el mundo aún seguirá aquí por un día, o mil años, hay que enfocarse en el hoy, no en el pasado, ni en el mañana. En el hoy, que es lo único que tenemos delante de nosotros.
Dios nos pide oración, y confianza en Él. No importa qué religión profesemos, todos tenemos un ser supremo que nos llena de ánimo y nos ayuda a sobreponernos, no importa cuál sea la situación. Nos da fuerza y nos guía a un camino de justicia y bien común. Entonces, el camino a seguir es fácil. Confianza y esperanza en un mejor mañana.
Pensemos en los demás. Señores que administran este gobierno. ¿Son necesarios todos esos gastos superfluos? ¿No piensan en los que no tienen un bocado de comida, o solo los cobija una hoja de zinc, abuelitos sin hogar?
¿Deben pagar los ciudadanos viajes cuando no son necesarios? ¿Asistir a develar una estatua, o un partido deportivo, con grandes delegaciones, o desayunos y almuerzos suculentos mientras lo pueden hacer en su casa?
Acabamos de hacer una emisión de $2,500 millones para gastos urgentes. ¿Para qué hay embajadores y cónsules? Esa es su tarea, representar al gobierno y hablar por sus habitantes. ¿O es que solamente están para almuerzos sabrosos?
Y la contención de gastos anunciada dentro de los funcionarios del gobierno ¿O es solamente responsabilidad de la empresa privada y particulares afrontar las consecuencias? ¿Y la atención digna para los jubilados del Seguro Social?
Hay que pensar en el prójimo, y no en sí mismo. Dejando de lado tanto subsidio que solo alienta pereza al trabajo, y creando programas constructivos útiles y sostenibles de largo alcance, capacitando a los ciudadanos, con un plan coherente para beneficio de una nación sólida, estable y fuerte. Reaccionemos, que Dios y el mundo nos pedirá cuentas. Nadie es inmune. La historia nos juzgará.
¿Están las autoridades locales pendientes de sus distritos? Tenemos adultos mayores y niños necesitados, basura por doquier, terrenos llenos de monte y alimañas, falta de fumigación por dengue, mendigos. Solamente por mencionar algunos. ¿Se aprovechan correctamente las partidas presupuestales?
Entonces, viene la pregunta, ¿dónde podemos ayudar? ¿Dónde nos manda Dios poner nuestro granito de arena? ¿Dónde podemos manejar nuestra solidaridad, que de verdad llegue a los necesitados? ¿Dónde y cuándo podemos, como políticos, ciudadanos y como autoridad, cambiar todo eso?
Con buena voluntad, todo se puede arreglar. Solamente hay que decir: Aquí estoy, hoy voy a empezar ese cambio. Devolvamos a Panamá su brillo de antaño.
Reconstruyamos nuestra historia, no seamos parte de los pasivos que no generamos legados ni soluciones a nuestras futuras generaciones.
No nos dejemos absorber por las tentaciones del mundo. El mundo es amplio y hermoso, disfrutemos de sus beneficios. Seamos un ejemplo para el que nos rodea; demos lo mejor de nosotros; cosechemos lo que sembramos porque, tarde o temprano, los frutos de nuestra integridad, honestad, solidaridad y entrega, regresarán a nosotros.
Seamos amorosos, primorosos y tiernos con nuestros semejantes y nuestro planeta, así, tendremos nuestra recompensa. Hagamos todo por amor, y no por egoísmo ni interés. Nuestra grandeza está en saber perdonar, y reconocer nuestros errores.
Jubilada.
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