Crisis, hora de pensar
Llegó el momento de agarrar el toro por los cuernos y reprogramar el gasto educativo: de hierro y cemento, a equipos y software
- Gregorio Urriola Candanedo
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- - Actualizado: 25/3/2020 - 10:10 am
La pandemia en curso, como todas las grandes y verdaderas crisis, generan miedo –incluso pánico-. Hace bastante tiempo no experimentaba una generación, sin excepciones de edad ni ubicación geográfica, las calamidades y temores que ha desatado el coronavirus 19.
Todo ha sido puesto en tensión y aún está por verse si la crisis sanitaria que ya anuncia una crisis económica de vastas proporciones, igualmente genera una crisis política que mueva las placas tectónicas del poder mundial.
Por otra parte, esta pandemia, de baja mortalidad pero altísima morbilidad, ha puesto de relieve que tenemos otras crisis en curso, tanto más letales –real y potencialmente- que el coronavirus. Los males endémicos de hambre, pobreza, desnutrición, hacinamiento, falta de agua potable, energía limpia, siguen allí, como continúan presenten condiciones estructurales y ambientales no menos perversas.
Los recientes acontecimientos en la Amazonía y Australia son recorderis tremendos y terribles que el cambio climático es un asunto que no puede esperar las decisiones de política internacional que los grandes poderes el mundo se niegan a tomar con valor.
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Esta crisis sanitaria es parte de un coctel que se viene preparando, con decisiones tales como destinar a seguridad policial, armamentos y a la guerra, los recursos necesarios para la paz, el conocimiento, el crecimiento, el desarrollo y la igualdad.
Por eso esta crisis es una oportunidad para que se repiense todo el modelo de desarrollo y el papel que políticas y mercados deben jugar, y lo que Estado, empresas y sociedad civil organizada puedan establecer en pro de una gobernanza realmente democrática, donde el control público sobre la vida pública encuentre una solución que permita superar los límites del liberalismo tradicional que se limita a elecciones periódicas sin alterar los modos de gobierno.
Los valores de la república y del civismo, tan caros a la hora de apelar a nuestro actuar colectivo para cuidarnos a todos –pues todos somos guardianes de nuestros congéneres-, deben ser los nortes a la hora de poner sobre nuevas bases el gobierno de todos.
En este momento –con la casa ardiendo por los cuatro costados- es difícil pensar y los ukases y la tecnocracia de todo tipo parecen ser las únicas vías para vencer las urgencias. Pero vale la pena recordar que lo urgente no debe nublar la visión de lo importante.
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Y lo más importante es pensar. La pandemia y los miedos, no deben hacernos olvidar que está en juego la salud pública y su ejercicio y usufructo democrático por los ciudadanos. Y que habrá que apelar a los poderes públicos para vencer las evidentes fallas del mercado y las otras falencias que los esquemas de mercado tienen en temas como salud, ambiente y educación.
Control de precios, supervisión de malas prácticas, compras masivas estatales –medicamentos e insumos sanitarios, entre ellos- control de la especulación, controles fito y zoosanitarios, amén de una panoplia de medidas económicas acordes a una situación extraordinaria, deben hacer privar el interés público –el de la inmensa mayoría- sobre el de los mercachifles internos y los especuladores externos.
Esta crisis es una oportunidad para pensar y para instalar otro “chip” en nuestros mecanismos de toma de decisiones, y en la manera de pensar “lo público”, la “res pública”, la república misma.
Ilustro esto con un ejemplo.
Piénsese qué sería del sistema de educación pública si en lugar de seguir invirtiendo en cemento se hubiera avanzado en la transformación de la educación virtual y en la transformación de los docentes presenciales en tutores capaces y dotados para hacer amplio uso de las tecnologías de la información.
Las universidades panameñas de hecho han tenido que decidirse por postergar el inicio del año lectivo o afrontar la educación a distancia como estrategia de emergencia. Está por verse si eso da resultado, aunque podremos prever que habrá muchos muertos y heridos en esta guerra.
Pero también habrá –esta habiendo ya- muchas lecciones que urge no tirar en saco roto. Este campo llegó el momento de agarrar el toro por los cuernos y reprogramar el gasto educativo: de hierro y cemento, a equipos y software, pero sobre todo, a reconvertir el talento humano de nuestros docentes sin excepción de edad, nivel o espacio.
La crisis pasará, pero el tiempo de previsión, prevención y contención de mayores males apenas inicia.
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