Segunda parte
Constitución y Educación. Por qué urge reformar el pacto social integralmente
Hay que modernizar nuestra democracia, y para ello necesitamos un nuevo ciudadano, con competencias fundamentales en manejo de los códigos de la ciencia y del control sobre la tecnología, sí, pero igualmente con una cosmovisión y una ética en correspondencia con decisiones socio-políticas muy complejas...
- Gregorio Urriola Candanedo
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- - Publicado: 17/10/2019 - 12:00 am
Vivimos en la etapa histórica del conocimiento y ese proceso nos lleva a los estadios iniciales de una Cuarta Revolución Industrial (tecnología digital, robótica e inteligencia artificial, biotecnología, nanotecnología y neurociencias). Foto: Archivo.
El problema real de las reformas constitucionales no es tanto el del equilibrio de los poderes del Estado.
Es otro. Y es más de fondo.
Es propiamente constitucional.
Hace referencia al fundamento, al modo de ser y operar del pacto social y del pacto político de la sociedad panameña.
Nuestro ser y nuestro devenir. Sobre todo de los fines y mecanismos esenciales para lograrlo.
Sobre lo que necesitamos para construir/constituir una sociedad nacional cónsona con los cambios y desafíos del tiempo histórico que vivimos.
Y en ello tenemos un rezago de por lo menos 30 años.
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Esto es, desde el quiebre, vía intervención militar extranjera, de los equilibrios de poder interno creados en la época torrijista y carcomidos hasta el tuétano con el criminal noriegato; y del diseño del manejo y gerencia de nuestro recurso natural estratégico: la posición geográfica vía Canal de Panamá.
Un colapso de tales proporciones (caída de un 10% del PIB real y un ambiente de gran incertidumbre monetaria llevó al presidente Endara, a su ministro Ford y al Contralor Chinchorro Carles a apostar por una receta neoliberal sin mudar en lo sustantivo el pacto político-social).
Luego le llegó la hora al Canal y lo más fácil y pertinente fue recrear un cuasi Estado dentro del precario Estado Nacional panameño.
Y así se creó el cerco precautorio a la vaca lechera del Erario.
Fue una salida prudente, pero ahora se empieza a ver que no es completamente sabia y mucho menos cónsona con el tipo de Estado que la Nación debe adoptar para que el Canal de Panamá deje de ser una empresa modelo en medio de un país desmembrado en "many Panamas" de primero, segundo y hasta quinto mundo.
Vivimos en la etapa histórica del conocimiento como bien esencial de crecimiento y desarrollo, y que ese proceso nos lleva a los estadios iniciales de una Cuarta Revolución Industrial (tecnología digital, robótica e inteligencia artificial, pero igualmente biotecnología, nanotecnología y neurociencias).
Eso en la infraestructura productiva.
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Hay que modernizar nuestra democracia, y para ello necesitamos un nuevo ciudadano, con competencias fundamentales en manejo de los códigos de la ciencia y del control sobre la tecnología, sí, pero igualmente con una cosmovisión y una ética en correspondencia con decisiones socio-políticas muy complejas que deberá arrostrar y para las que muy poco ayudan mentalidades ancladas/recreadas/formadas en la pre-modernidad, los atavismos culturales o los fundamentalismos que afloran por doquier.
Multiculturalidad, multilingüismo, inclusión educativa, formación durante y para toda la vida son imperiosas urgencias formativas para que nadie se quede atrás realmente.
Y cuesta no poco.
Urge hacer que la educación, reconocida como derecho humano fundamental llegue a todos, de manera inclusiva a lo largo de todas condiciones etarias.
Y para ello el texto de la Constitución debe mandatar el empleo de al menos del 6% del PIB y un 1% dedicado a temas estratégicos en materia de educación superior, ciencia, tecnología e innovación.
Va siendo hora de mandatar la gratuidad de la educación de calidad del pre-escolar a la universidad, y la obligación -sí, la obligación- de todos los ciudadanos a educarse a lo largo de toda la vida.
Acabar con las escuelas rancho y multigrado, sin agua o electricidad; tener al menos 200 días de clase, aboliendo la francachela de celebraciones y días de asueto escolar; recalificar a los maestros y docentes, crear cuerpos de investigadores y centros de excelencia en áreas críticas…
Todo eso necesita dinero y mano firme: dirección real y supervisión continua.
Recursos hay y la tecnología puede ayudarnos a reducir costos.
¿Habrá voluntad? ¿Nos dará la real gana de cambiar?
Sabemos que los cambios no se lograrán por ensalmo, pero declararlo como propósito constitutivo/constitucional de Panamá en el siglo XXI nos pondrá en la ruta correcta.
No hacerlo, nos condena a un futuro mediocre y cada vez menos sostenible.
Ambiental, política y éticamente.
Más conocimiento y menos cemento.
Miremos Noruega, Finlandia y Singapur, a la vecina Costa Rica.
Y seamos nosotros los artífices de un "milagro" parecido, y que nadie hará por nosotros.
Moral y luces, como dijera el maestro del Libertador Bolívar, es lo que nos falta. Moral y luces.
Docente universitario. Director de FUNIBER Panamá.
Segunda parte.
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