Epicentro
Sobre el cambio mundial
El mundo ha cambiado, sí; pero de manera artificiosa y forzada; materialmente y en el reino de lo externo únicamente.
- Arnulfo Arias O.
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- - Publicado: 01/12/2020 - 12:00 am
Cambios sostenidos por una globalización descontrolada y por las redes. Cambios que aspiran hoy a un prototipo de ciudadanía mundial para el consumo. Foto: EFE.
El mundo está cambiando; en forma casi imperceptible. Esos cambios que tomaban antes algo de generaciones, hoy se precipitan y se desenvuelven claramente ante nosotros.
Por un golpe del destino, y como resultado de recientes elecciones, una mujer podría llegar muy bien a ser la presidenta de la nación más poderosa de este mundo; hombres que han nacido biológicamente como tales, atesoran y concretan de manera artificial ese deseo personal de ser mujer; el jerarca de la Iglesia Católica, nos expresa su deseo de que se reconozcan civilmente las uniones entre un mismo sexo; el aula se traslada a la computadora, de manera irreversible; los hogares se convierten en despachos y oficinas. En fin…
Hemos recibido una inyección precipitada de ese cambio; fue directo a nuestras venas sin haberlo digerido tan siguiera.
El mundo ha cambiado, sí; pero de manera artificiosa y forzada; materialmente y en el reino de lo externo únicamente.
Cambios sostenidos por una globalización descontrolada y por las redes. Cambios que aspiran hoy a un prototipo de ciudadanía mundial para el consumo.
Los esfuerzos de los sabios de la humanidad por llamar al hombre hacia sí mismo, como la causa misma de las realidades de este mundo, se ven frustrados hoy por esa inercia acostumbrada que busca solo las respuestas en el exterior, de manera rápida y sin filtro alguno de la discreción; como aceptando la verdad cualquiera sin haberla sometido al escrutinio de la mente o al término de la balanza de nuestra razón.
Allí radica, entonces, el peligro. Generaciones que renuncian al esfuerzo de pensar, dándoselo a un servidor externo.
No nos sorprende la tendencia de verificar por redes “la verdad” y así aceptarla como tal.
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No se trata, entonces, de las inquietudes naturales, de la sed constante de saber, ni de los beneficios reales del conocimiento, sino más bien de esa falta del esfuerzo previo al encontrar esa verdad supuesta, que hoy nos llega por entrega a domicilio y empacada.
Como todo en la vida, solo se valora de verdad lo que ha costado esfuerzo personal. Si el conocimiento comienza a ser cosecha amplia sin esfuerzo alguno en el proceso de la siembra, sin participar en el progreso del cultivo, sin identificar si quiera un fruto de otro, entonces podríamos terminar por consumir sin discreción alguna el alimento del saber, volviéndonos obesos en información y desnutridos en conocimiento.
Abogado.
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