Cartas desde el frente europeo
Anodino
Casos de esto ya los hemos visto, el año pasado con las muertes de George Floyd y Breonna Taylor, ahora ambas partes de la iconografía del BLM, asociación que ha crecido en tamaño y en liquidez gracias a las defunciones de dos personas que nada tenían que ver con las ideas que defienden y a las donaciones de miles de ilusionados con la causa.
- Alonso Correa
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- - Publicado: 03/8/2021 - 12:00 am
Banalizar la muerte es una muestra más de lo rota que se encuentra la lógica, los estándares y el respeto dentro del mundo actual. Foto: EFE.
Ser anodino, adjetivo calificativo, es ser falto de efervescencia. Es ser la parca de la agitación. La falta de sustancia. La ausencia de emoción. La privación de reacción. El retraso en la entrega de algo carismático. La pérdida de la esencia misma de la impresión humana. La insignificancia. Aburrimiento. Desasosiego.
Puede ser anodina una pintura, una obra de teatro, un trabajo, una canción, un poema, una caricia. El estrés del último año ha hecho hervir la sensibilidad del público en general. Sobrepasando el límite de lo aguantable y creando una olla a presión en las cabezas de muchos. Los nervios recurrentes. La incertidumbre de la situación. Los vaivenes de los sucesos. El miedo. La reclusión. Todos los factores combinados han apagado las luces y han impuesto el reino de la oscuridad en muchas casas. La vida se ha vuelto anodina.
El suicidio es, a día de hoy, la causa de muerte no natural número uno entre los españoles. En 2019, fueron 3 671. Se registran diez casos al día, uno cada dos horas y media. Las campañas de prevención, las charlas, líneas telefónicas, subsidios a organizaciones, creación de instituciones o el crecimiento del estudio de la conciencia no han sido suficientes diques de contención para el tsunami degenerativo que fue la pandemia. Lo triste de este asunto es que no sería desatinado pensar que esto no es más que la visualización de una epidemia que ya lleva décadas entre nosotros.
Se ha llamado culpables a algunos factores, tales como: el acoso, las deudas, el estrés. Pero se ha dejado fuera una gran parte de ellos. El principal sería lo difícil que puede llegar a ser encajar en la sociedad de la inclusividad. Una congregación que se autodenomina abierta le cierra las puertas a los que no entren dentro de su clérigo de zalameros. La era de las frustraciones empezó cuando se dejó el respeto al vecino por debajo del cuidado a las ideas. El último clavo de un ataúd se martilla con un panfleto ideológico.
Y es que, para más inri, de este lamentable caos emocional se benefician los buitres malévolos. Sanguijuelas que buscan cualquier resquicio de poder bajo cualquier término. Les da igual la cantidad de sangre que corra bajo sus pies. Tomarán un caso que les guste y harán de él un espectáculo. Una imagen. Un símbolo. Un mártir.
Casos de esto ya los hemos visto, el año pasado con las muertes de George Floyd y Breonna Taylor, ahora ambas partes de la iconografía del BLM, asociación que ha crecido en tamaño y en liquidez gracias a las defunciones de dos personas que nada tenían que ver con las ideas que defienden y a las donaciones de miles de ilusionados con la causa. Samuel fue un caso similar, usado como arma en contra de los opositores a pesar de no cuadrar dentro de sus ideales. Patrisse Khan-Cullors, líder del BLM y autodenominada marxista, ahora utiliza la bonanza que le trajo la explosión social por el caso Floyd-Chauvin para comprarse una lujosa casa a 15 minutos de Malibú de 1.4 millones de dólares. La izquierda española usó casos parecidos al de Samuel para gobernar hoy el país.
El triste momento está por llegar. Banalizar la muerte es una muestra más de lo rota que se encuentra la lógica, los estándares y el respeto dentro del mundo actual. Nada es sagrado, nada es demasiado. Los cuervos ya sobrevuelan el perímetro, solo necesitan que le llegue el aroma de una muerte fresca para abalanzarse con ataque carroñero sobre el cadáver de algún desafortunado. La política está acabando con la comunidad, estamos en un punto de quiebre.
Ganador del premio del Fórum de Periodistas.
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