Vigilancia laboral: 'mi jefe me vio escribiendo y comiendo pizza'
Cada tres o cuatro minutos tomaba una fotografía de los sitios web que exploraba, los documentos que redactaba y los sitios de redes sociales que visitaba. Desde mi celular, marcó los lugares a los que fui.
- Adam Satariano
- - Publicado: 27/5/2020 - 06:00 pm
LONDRES — Ahora que millones de nosotros trabajamos desde casa debido a la pandemia, se ha disparado la demanda por programas que pueden monitorear a empleados, con programas que hacen seguimiento a las palabras que tecleamos, toman fotografías con la cámara de nuestra computadora y dan a nuestros jefes un reporte de quién pasa demasiado tiempo en Facebook.
La tecnología plantea preguntas delicadas en materia de privacidad. Para tratar de responderlas, me volví blanco de este programa tipo espía.
El mes pasado, descargué un programa de monitoreo de empleados creado por Hubstaff, una compañía de Indiana. Cada tres o cuatro minutos tomaba una fotografía de los sitios web que exploraba, los documentos que redactaba y los sitios de redes sociales que visitaba. Desde mi celular, marcó los lugares a los que fui.
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Di a mi editora, Pui-Wing Tam, el mando del programa Hubstaff para que pudiera darme seguimiento. Después de tres semanas de monitoreo, el futuro de la vigilancia laboral nos pareció a ambos excesivamente invasivo. O, como dijo ella: “Guácala”.
Adam: Descargué Hubstaff a mi laptop y mi celular con escepticismo. Dave Nevogt, director ejecutivo de Hubstaff, dijo que los trabajadores saben que están siendo observados por su app, así que no viola la privacidad. (El software cuesta de 7 a 20 dólares al mes por usuario).
Hubstaff brinda un vistazo de lo que está haciendo un empleado. Desglosado en incrementos de 10 minutos, el sistema recoge el porcentaje de tiempo que el trabajador ha tecleado o movido el ratón de la computadora. Ese porcentaje funciona como un puntaje de productividad.
Todos los días, Pui-Wing y yo recibíamos un correo electrónico con un resumen: las horas trabajadas, la calificación de productividad y los sitios web y las aplicaciones que utilizaba.
Un día el mes pasado, cuando estaba poniendo los últimos toques a un artículo, pasé 3 horas y 35 minutos editando el documento y una hora dentro de un archivo que contenía investigación y notas de entrevista. Otros 90 minutos los dediqué a mis correos electrónicos. Ese fue uno de mis días más productivos, pero el programa llevaba cuenta de mis distracciones.
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Mostró que estuve en Twitter 35 minutos y perdí 11 minutos buscando canciones en Spotify. Slack, la herramienta de colaboración, absorbió 22 minutos. Otros días, la comida fue una distracción, incluyendo una búsqueda de pizza a domicilio que duró 10 minutos.
Hubstaff también registró mis coordenadas GPS, una función que Nevogt dijo era utilizada por compañías que intentan asegurarse de que sus vendedores visitan clientes.
Mi decisión de dejar que Pui-Wing tuviera acceso había sido cuestionable. “Estás aceptando no despedirme, juzgarme o chantajearme por lo que descubras”, le escribí.
Pui-Wing: Sentí curiosidad, pero también estaba reacia porque, ¿realmente queremos ver dónde está una persona a cada minuto o la frecuencia con la que usa Twitter?
Con esas reservas, abrí el programa y vi capturas de pantalla de la computadora de Adam, sus horarios, apps y direcciones URL que había visitado, así como los lugares donde estuvo.
Vi que la actividad semanal de Adam era de un decepcionante 45 por ciento. Después me explicó que esa cifra no reflejaba con precisión el tiempo que pasó trabajando, porque solo se activaba cuando tecleaba, no cuando hacía llamadas telefónicas ni otras actividades lejos de la computadora. Claro.
Adam: Pude ver el atractivo de Hubstaff para algunos patrones. Chris Heuwetter, quien dirige una compañía de mercadotecnia en Jupiter, Florida, dijo que había visto las horas de trabajo desplomarse después de que permitió que sus 20 empleados trabajaran desde casa durante el brote del virus. Una vez que empezó a usar Hubstaff, la productividad se elevó “inmediatamente”.
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Hubstaff también comenzaba a afectar mi comportamiento. Todos los días, me conectaba temprano, no pasaba (tanto) tiempo leyendo sobre deportes y rara vez abrí las apps de mensajería en mi laptop.
El momento en que ya no quise ser monitoreado llegó el 23 de abril a las 11:30 horas, cuando Hubstaff me pescó haciendo una clase de ejercicio en internet.
Pui-Wing: Afortunadamente, no vi la clase de ejercicio en internet de Adam. Después de echar un vistazo a las métricas de Hubstaff, quedó claro que no capturó los momentos en que reporteaba y hablaba con fuentes. Por lo tanto, era irrelevante, por lo menos en cuanto a la manera en la que trabajamos.
Además, ¿mencioné que era desagradable ver tanta información sobre alguien? No volví a entrar al programa.
Pui-Wing Tam contribuyó con reportes a este artículo.
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