Ve un mundo cambiado tras un retiro de 75 días
- Ellen Barry
A Daniel Thorson le impactó descubrir que los muchos y diversos temas que le interesaban, como el calentamiento global, la política electoral y el sistema de cuidado de la salud, habían sido eclipsados por un solo tema de conversación, el coronavirus.

Tras aislamiento, Daniel Thorson descubrió el distanciamiento social. Foto / Jacob Hannah para The New York Times.
La mañana del 23 de mayo, Daniel Thorson se reincorporó a la sociedad después de una ausencia de dos meses y medio.
Había pasado ese tiempo meditando en silencio en una cabaña en el remoto noroeste de Vermont, donde forma parte de una comunidad monástica budista. Durante sus 75 días de aislamiento, su cabello había crecido. La última nevada del invierno se había derretido y los árboles habían florecido. Las ranas habían salido de la hibernación y empezado a hacer ruido.
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Thorson, un podcaster y filósofo en línea entusiasta, también se había perdido 75 ciclos de noticias. Y así, menos de dos horas después de finalizar su retiro silencioso, Thorson volvió a iniciar sesión en Twitter.
“¿Me perdí algo?”, escribió.
Esa semana fue extraña para Thorson, de 33 años, miembro del personal de la Academia Monástica, mientras trataba de ponerse al día con los cambios que habían tenido lugar durante su ausencia.
Volver a conectar con su madre, con el supermercado, con internet, a veces fue intensamente placentero. Otras veces solo fue intenso. Tenía problemas para dormir.
Le impactó descubrir que los muchos y diversos temas que le interesaban —el calentamiento global, la política electoral, el sistema de cuidado de la salud— habían sido eclipsados por un solo tema de conversación, el coronavirus. Ese sentimiento de confusión se profundizó cuando, durante su primera semana ya de regreso, las ciudades estadounidenses estallaron en protestas por la muerte de George Floyd.
“Mientras estaba en retiro, ocurrió una traumática experiencia emocional colectiva de la que no fui parte”, dijo el segundo día. “¿Hasta qué grado tengo que reconstruirlo?”.
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Se aventuró a un supermercado ansiando tener contacto humano, y lo que encontró en su lugar fue ansiedad. Al cruzarse con la gente, sus ojos recorrían todo rápidamente, como si estuvieran buscando amenazas. Una cosa que parecía asustarlos era Thorson, que no acataba aún el distanciamiento social.
“Doblaba una esquina en la tienda de comestibles y alguien estaría allí, y ellos retrocederían”, dijo. “No he instalado el sistema operativo COVID. Al principio, me sentía como, ‘Whoa, ¿qué hice?’”.
Había anticipado volver a sumergirse en su mundo en línea, un entorno que siempre había encontrado “que nutre”.
Pero cuando revisó dos meses y medio de publicaciones de personas que admira, descubrió, para su sorpresa, que solo hablaban de una sola cosa. “Todo lo demás desapareció”, dijo. “¡No hay nada sobre las elecciones! ¡Es asombroso! Los incendios forestales australianos, ¿qué pasó allí? ¿No sucedió el Brexit?”.
Thorson se halló en demanda, objeto de una intensa curiosidad.
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“Me siento como una rareza, me siento como una curiosidad”, dijo. “No sé qué esperan que diga”.
Parte de él se pregunta si necesita ponerse al día con el clamor y la disputa de los últimos meses. Y así, ha tomado algunos pequeños pasos hacia atrás, particularmente de la internet. Ha comenzado a considerar su uso del teléfono con temor, dijo en “The Stoa”, un podcast de filosofía.
“Todo esto es una droga de miedo”, dijo. “Realmente, realmente, realmente tiene un impacto en mi sistema nervioso”.
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