Un chamán propone curar a Rusia exorcizando al presidente Putin
Agravios reprimidos durante años están siendo desatados por figuras previamente desconocidas, o por una indignidad que rebosa el vaso.
- Anton Troianovski
- - Publicado: 28/10/2019 - 06:00 am
ULAN-UDE, Rusia — Un chamán de cabello largo llegó a pie desde el gélido norte predicando que el presidente es un demonio. Días después, un taxista, invocando al chamán, se abrió paso hasta el alcalde aliado con el Kremlin de esta ciudad siberiana, gritó una serie de reclamos y subió su diatriba a YouTube.
Protestas públicas estallaron y continuaron durante semanas, pero el chamán seguía caminando hacia el oeste —con destino a Moscú, “el corazón del mal”, afirmó, para exorcizar al presidente de Rusia, Vladimir V. Putin. Luego, un equipo SWAT lo subió a un avión a Yakutsk, una remota capital regional en el este de Siberia.
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“Mis historias coincidieron con la desesperación de los rusos que viven con la injusticia, la pobreza y la destitución”, dijo el chamán, Aleksandr Gabyshev, desde la cabaña de troncos de su hermana cerca de Yakutsk.
En referencia a Putin, agregó: “en él hay mucho mal, y él mismo encarna los poderes del mal, así que debe realizarse un exorcismo”.
El que un místico y un taxista videobloguero hayan podido desatar una zozobra prolongada en Ulan-Ude, una ciudad de 400 mil personas, subrayó una nueva temporada de descontento ruso.
Un disparo súbito en la disensión a nivel nacional muestra que tras años de estancamiento económico, la paciencia de los rusos con su Gobierno se desvanece. Los encuestadores reportan un declive sostenido en los índices de aprobación de Putin en los últimos 12 meses y un creciente rechazo a la propaganda de la televisión estatal. Oleadas de protestas han sacudido a Moscú desde junio, resultando en miles de arrestos e instando al Kremlin a hacer concesiones inusitadas.
No hay un movimiento de protesta unificado a nivel nacional que amenace el régimen de 20 años de Putin, pero agravios reprimidos durante años están siendo desatados por figuras previamente desconocidas, o por una indignidad que rebosa el vaso. Y los inconformes están dispuestos a responsabilizar a Putin de sus problemas.
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El chamán ahora enfrenta ser recluido en una institución psiquiátrica.
Sus abogados dicen que lucharán contra el intento de internarlo, proceso que podría durar meses. Entre tanto, el chamán no puede abandonar Yakutsk.
Envalentonados por el acceso barato, en expansión y generalmente no censurado a la Internet de alta velocidad, los rusos se están volviendo más valientes para alzar la voz.
Es por eso que Dmitry Bairov, el taxista cuya diatriba dirigió más la atención a Gabyshev, rara vez sale de casa sin dos teléfonos inteligentes, un cargador portátil y un tripié para teléfono.
“Veo que hay injusticia —la oigo, la veo, y hablo de ella”, señaló Bairov, añadiendo que YouTube “es el único medio de —¿cómo se llama?— libertad de expresión”.
Para cuando Gabyshev, de 50 años, llegó a Ulan-Ude a fines de agosto, había viajado casi seis meses, cubriendo 2 mil 500 kilómetros.
Bairov ayudó a organizar apoyo al chamán al tiempo que se acercaba a Ulan-Ude.
Luego de que las autoridades detuvieron a uno de los partidarios de Gabyshev, Bairov abordó al alcalde Igor Shutenkov, respaldado por el partido Rusia Unida de Putin, el 9 de septiembre. Bairov estacionó su auto en la plaza central para protestar contra el trato al grupo del chamán. Pero la siguiente tarde, varios hombres enmascarados vestidos de civiles, esgrimiendo hachas y respaldados por oficiales de policía antimotines, se llevaron a Bairov.
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Anna Zuyeva, conductora de mucho tiempo de la televisión local amigable con el Gobierno, presenció la acción y subió un video de ello a YouTube, donde fue visto unas 800 mil veces.
Al día siguiente, renunció a su trabajo y de ser portavoz de la propaganda, se convirtió en bloguera crítica.
Las protestas subsecuentes fueron inauditas en Ulan-Ude.
En Yakutsk, Gabyshev dijo que si las autoridades fueran a prohibir el ritual del exorcismo, millones de personas se levantarían, haciendo un llamado a que Putin dimita.
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