Ucrania cayó en la trampa de Trump
- Sylvie Kauffmann
Estados Unidos es el socio principal de Ucrania. Es por ello que retener 391 millones de dólares de esa ayuda, como hizo la Administración Trump este verano, puede ejercer presión sobre Kiev.
![Algunos europeos están decepcionados por cómo el presidente Volodymyr Zelensky buscó congraciarse con el presidente Trump. Foto/ Doug Mills/The New York Times.](https://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/imagenes/2019/10/16/trump_0.jpg)
Algunos europeos están decepcionados por cómo el presidente Volodymyr Zelensky buscó congraciarse con el presidente Trump. Foto/ Doug Mills/The New York Times.
Para algunos europeos, la revelación más vergonzosa de la conversación telefónica ahora sumamente pública entre Donald Trump y el presidente de Ucrania el 25 de julio no fue el intento de Trump por interferir en el sistema judicial de un país extranjero para su propio beneficio político. Ya nada de lo que haga el presidente estadounidense podría sorprender.
En lugar de eso, lo que les resultó particularmente decepcionante fue el servilismo con el que Volodymyr Zelensky, su contraparte de 41 años, buscó congraciarse con Trump, fingiendo que había ganado la presidencia ucraniana al imitarlo, afirmando que había nombrado a un nuevo fiscal general que sería “100 por ciento mi persona” y uniéndose felizmente a las críticas contra Europa que se han convertido en uno de los sellos de Trump.
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Las máscaras estaban cayeron. Así que este popular comediante inconformista convertido en político, este prometedor reformista al que el presidente Emmanuel Macron de Francia había recibido en el Palacio del Elíseo incluso antes de ser electo, era, de hecho, otro líder sin carácter ni preparación que caía en todas las trampas del presidente Trump.
La Canciller Angela Merkel de Alemania y el presidente Macron han sido suficientemente sabios como para no ofrecer comentarios sobre este patético suceso. En privado, los diplomáticos franceses insisten que París aún apoya activamente a Zelensky. Lo que está en juego en Ucrania para la Unión Europea es demasiado importante y el riesgo de ver que el trabajo sucio de Trump descarrile los esfuerzos para reformar al país son demasiado reales.
La cuestión es más grande que Zelensky. Después de que un levantamiento popular en el 2014 obligó a un predecesor corrupto de Zelensky a huir a Rusia, Ucrania se convirtió en la nueva frontera de una Europa democrática. Para evitar que eso tuviera éxito, Rusia, bajo el presidente Vladimir Putin, anexó a Crimea e intervino en la región de Donéts, al otro lado de su frontera.
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Contrario a las afirmaciones de Trump, la Unión Europea ha estado muy activa en Ucrania, al apoyar reformas en su ejercicio del poder, economía y sociedad civil. Desde el 2014, instituciones europeas han movilizado más de 15 mil millones de euros en subvenciones y préstamos, además de asistencia bilateral de Estados miembros.
Bruselas ha firmado un acuerdo con Kiev que incluye el acuerdo de libre comercio de más amplio alcance que ha pactado el bloque. Gracias a un nuevo sistema que no requiere visas, establecido en el 2017, millones de ucranianos han podido viajar y trabajar en Europa y enviar remesas a su país.
Mas en el ámbito de la ayuda militar, Estados Unidos es el socio principal de Ucrania. Es por ello que retener 391 millones de dólares de esa ayuda, como hizo la Administración Trump este verano, puede ejercer presión sobre Kiev. En la guerra de cinco años con Rusia por Donéts, que ha cobrado 13 mil vidas, el apoyo estadounidense ha sido crucial. Los expertos en defensa señalan que cuando el Pentágono envió misiles antitanque Javelin a Ucrania hace dos años, los tanques rusos se replegaron.
Zelensky hizo campaña con la promesa de llevar paz, unificar al país y combatir la corrupción, y tuvo una victoria aplastante. Los electores estaban desesperados por un cambio, que él personificaba, pero su programa político era tan poco preciso que dejó a los analistas haciendo conjeturas. El tipo de presidente que sería Zelensky, concluyeron, sería determinado por quién en su séquito terminaba por tener el control.
¿Los reformadores jóvenes y serios que se han unido a su Gobierno? ¿Sus amigos de la infancia y antiguos socios de su compañía productora de televisión? ¿O los inamovibles oligarcas y un multimillonario en particular —Ihor Kolomoisky, cuyo banco PrivatBank fue nacionalizado hace tres años después de que reguladores financieros descubrieron un faltante de 5.5 mil millones de dólares de sus cuentas?
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Quién gane esta competencia es de interés no sólo para los electores ucranianos. Los socios europeos de Ucrania y el Fondo Monetario Internacional, que ha establecido una importante línea de crédito para ayudar al país a reconstruir su economía, también observan atentamente.
Kolomoisky regresó de su exilio autoimpuesto tan pronto Zelensky, su protegido, asumió el poder en mayo. Ahora, sostiene pláticas con el Gobierno acerca de 2 mil millones de dólares en “compensación” por la pérdida de PrivatBank. En opinión de los expertos extranjeros, el que el Gobierno ceda o no será una prueba de la fuerza política del presidente Zelensky.
El presidente Zelensky, cuya imagen ahora ha sido mancillada, tendrá que hacer las paces con sus aliados europeos. El presidente Macron tendrá que ajustarse a esta nueva situación. Pero sobre todo, como lamentó hace poco la activista anticorrupción Daria Kaleniuk: “La presión de Estados Unidos para un buen ejercicio del poder en Ucrania está gravemente socavado. Lo que EU le vendía al mundo solía ser el Estado de derecho”.
Y el ganador en todo esto es Vladimir Putin. En su libro “El Gran Tablero Mundial”, de 1997, Zbigniew Brzezinski, quien fue asesor de seguridad nacional del presidente Jimmy Carter, describió a Ucrania como “un pivote geopolítico, porque su existencia misma como país independiente ayuda a transformar a Rusia”. Añadió: “Sin Ucrania, Rusia deja de ser un imperio euroasiático. Sin embargo, si Moscú recupera el control de Ucrania, Rusia vuelve a recuperar automáticamente los recursos para convertirse en un poderoso Estado imperial”.
Todo eso sigue estando en juego.
Sylvie Kauffmann es directora editorial y ex jefa de redacción de Le Monde.
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