Startups generan negocio gracias a la ansiedad
- Nellie Bowles
Ofrecen elementos de cuidado como, hablar con una persona autorizada en un consultorio, enfatizan un papeleo optimizado, un enfoque impulsado por datos y análisis de felicidad. La cura para los males de la tecnología.
SAN FRANCISCO — Silicon Valley se contó a sí mismo un buen cuento: estaba salvando al mundo. Durante casi una década, esto le dio propósito, optimismo y seguridad en sí mismo al trabajador de tecnología moderno.
Entonces llegaron los titulares negativos, seguidos de titulares peores —sobre la industria, sobre Estados Unidos, sobre el mundo. Buscando reconfortarse, los trabajadores de tecnología se adueñaron del antiguo retiro hippie de Esalen, se apropiaron de Burning Man, se interesaron en la psicodélica y la meditación. No fue suficiente.
Ahora, por todo el Silicon Valley, los trabajadores de tecnología ansiosos por fin admiten que tienen un problema. Y van a terapia.
“Las preguntas que se filtran en la consciencia nacional están haciendo que el trabajo en tecnología no sea tan glamoroso o noble como antes”, dijo Meredith Whittaker, una investigadora en Google que renunció en junio, en parte para protestar por los contratos militares de la compañía y su ética en torno a la inteligencia artificial. “Hay mucha ansiedad. ¿Cómo podría no haberla? Las compañías de tecnología están alimentando algunos de los abusos a los derechos humanos más atroces del mundo”.
Silicon Valley está abordando su ansiedad de la mejor manera que conoce. Así que ahora hay terapia bajo demanda. Métrica para terapia. Retorno sobre la inversión de la terapia. Conectar a terapeutas con clientes empleando las herramientas de las citas románticas en línea.
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Incluso las startups de terapia que ofrecen los elementos de cuidado conocidos —hablar con una persona autorizada en un consultorio— enfatizan un papeleo optimizado, un enfoque impulsado por datos y análisis de felicidad. La cura para los males de la tecnología, esperan, es más tecnología.
“Los mejores terapeutas te hacen mejorar 10 veces más rápido que terapeutas promedio”, promete una de esas empresas de arranque, Kip. “Tomamos a proveedores de clase mundial, los turbocargamos a ellos (y a usted) con nuestras herramientas de software inteligentes y diseñamos una experiencia fluida tanto para clientes como para proveedores”. Reflect, otra iniciativa reciente, llama a la terapia, “el gimnasio para su espíritu”.
El lenguaje que usan las compañías es agresivo para algo tan tranquilo y personal como la terapia. Pero en el Área de la Bahía de San Francisco, los fundadores ven poca virtud en aplicar una respuesta mesurada a una oportunidad de mercado.
Terapeutas tradicionales garabatean apuntes y los analizan después. En el sistema Kip, los apuntes se convierten con rapidez en datos. Semanas de terapia son desglosadas con cuestionarios para determinar con exactitud cómo progresan los niveles de felicidad y ansiedad, y qué tan rápido.
Kip ofrece una app que alienta a los clientes a registrar sus estados de ánimo en tiempo real impulsados por preguntas que un terapeuta puede elegir que aparezcan durante el día. “De esa forma no están sujetos al sesgo de inmediatez”, dijo Ti Zhao, fundadora de la compañía.
Los nuevos datos podrían brindar perspectivas que a los terapeutas típicos no se les ocurrirían por sí solos. Pero hay riesgos. Elizabeth Kaziunas, investigadora de posdoctorado en la Universidad de Nueva York, estudia tecnología para salud mental y privacidad. Señaló que estas apps reunían y organizaban datos que uno podría no querer que se reúnan.
“No hay garantía ni protecciones legales integradas”, dijo Kaziunas. “Estos datos de salud mental podrían ser comprados o vendidos”.
Por ejemplo, un diagnóstico de ansiedad podría incrementar las tarifas de un seguro de vida, señaló. “Es en cierto modo atemorizante, ¿cierto?”, dijo. “Como cuando piensas al respecto”.
Quienes financian las empresas de arranque de terapia ven un séquito entero de empleados de tecnología que desde hace mucho fusionaron su sentido de autoestima con su trabajo, y que se sienten emocionalmente a la deriva ahora que la industria está bajo asedio.
“Una cosa es esforzarse para una gran compañía de tecnología en la que crees, pero una vez que empiezas a cuestionar las motivaciones de esa compañía, eso puede hacer que las ocho horas al día que trabajas no parezcan tan satisfactorias”, dijo Michael Seibel, director ejecutivo de Y Combinator, un fondo de inversión y asesor para empresas de arranque.
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“En el Valle del Silicio no hablábamos tanto sobre salud mental ni hace tres años”, añadió Seibel. Calcula que más de 50 startups relacionadas están en proceso de llegar a la escena. Su firma acaba de financiar a tres: Stoic, una app de seguimiento para salud mental; Quirk, una app que usa terapia cognitivo-conductual para tratar a personas con ansiedad y depresión; y Mindset Health, que crea apps de hipnoterapia que dice que pueden tratar ansiedad, depresión y síndrome del intestino irritable.
Varios de los terapeutas y coaches de vida tradicionales del área de San Francisco dijeron que ha habido un cambio notable entre sus clientes. Hace un par de años, indicaron, los clientes acudían en su mayoría debido a problemas personales, pero ahora reportaban ansiedad sobre tendencias globales, como cambio climático, y el aumento en dictaduras.
El año pasado, May Bartlett, una coach de vida, fundó Global Impact Coaching para responder preguntas sobre las formas en que el trabajo de uno podría ayudar o perjudicar al mundo.
“Llegan y dicen, ‘siento que floto en este universo inmenso, solo, sin propósito’”, dijo Bartlett. “Y hay mucho de este temor existencial”.
Diseñó su programa para clientes que se sienten abrumados. Despiertan con notificaciones push que informan sobre acciones obscenas en la frontera seguidas por alertas sobre especies en proceso de extinción y notificaciones acerca de gente a la que se le niega el voto. No están seguros de si necesitan renunciar a sus empleos.
El flujo de información sobre el mundo constantemente exige empatía. Bartlett dijo que a menudo hacía que sus clientes pensaran en sí mismos y en su trabajo o errores en el contexto de “la inmensidad de la historia”.
“Sí, las cosas están llegando a un punto crítico en este momento y el mundo está terrible, pero si lo ves a través de la lente de 13 mil millones de años, verás: muy bien, esto es un incidente diminuto”, dijo. “Ha habido otras épocas de caos y destrucción”.
‘Gran resurgimiento’
Los trabajadores de tecnología están comenzando a ser más abiertos sobre salud mental en su propia industria. Justin Kan, director ejecutivo de Atrium, un bufete legal para empresas tecnológicas, ha sido franco durante el último año sobre sus luchas personales y los placeres de la terapia. Descubrió que se sentía mejor cuando dejó de recibir tanta información nueva.
“Algo que me ayudó fue que borré todas las noticias de mi teléfono”, dijo Kan. “Y eso de hecho mejoró mi estado de ánimo”.
El Existential-Humanistic Institute, fundado en 1997, es un colectivo de terapeutas y filósofos que han trabajado con clientes que batallan no sólo con cuestiones relativamente comunes y corrientes sino con su propósito mismo en el planeta. El interés en su enfoque pareció repuntar junto con el ascenso de Donald J. Trump.
“Es un gran resurgimiento”, dijo Kirk Schneider, líder de la organización.
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Schneider, de 63 años, citó la tecnología en sí como una razón del caos emocional en el ambiente. Pero dijo que los clientes también sufrían debido a fuerzas sociales más amplias —un temor a que la desigualdad lleve a levantamientos violentos, pánico por el autoritarismo global y la percepción de que no contribuyen al bien común. “El objetivo es pasar de un sentido de terror total y parálisis a un sentido gradual de fascinación y maravilla futura”, dijo Schneider.
Clientes nuevos quieren ayuda para desconectarse. Amy Eliza Wong, ejecutiva y coach de vida en San Francisco quien ve a un flujo constante de trabajadores de tecnología, dijo que la mayoría acudía a ella porque querían desconectarse de titulares que inducían a la desesperación y volver a concentrarse en sus asuntos.
Movimiento de positividad
Por supuesto, esto no quiere decir que la región entera esté en proceso de implosionar mentalmente. La gente de San Francisco todavía va al trabajo y lee las noticias. Las grandes compañías de tecnología aún atraen a ávidos solicitantes de empleo. Google no se desincorpora.
Incluso hay un contramovimiento que opone resistencia a demasiada autorreflexión y a una autoflagelación impulsada por las noticias. Sus líderes argumentan que el optimismo de antes funcionaba perfectamente bien y que el Valle del Silicio debe seguir hacia adelante.
Sus seguidores pueden ser hallados congregándose con firmeza detrás del optimismo militante de Twitter, el capitalista de riesgo. Ahí, los viejos padres de la industria envían un flujo constante de clichés relacionados con las empresas de arranque. Este es el movimiento de la positividad de la tecnología.
“Optimismo, ambición y reclutamiento. ¿Funcionará esta receta también para tu empresa de arranque?”, escribió Paul Graham, cofundador de Y Combinator, en Twitter en agosto. “Sí”.
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